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Por Alberto Acuña Navarijo / @loungeymartinis

A propósito que en los últimos meses, Channing Tatum, galán de moda, ha demostrando que su rango actoral no es tan limitado, callando bocas (y muchas) gracias a su trabajo en el tenso drama basado en hechos reales Foxcatcher (de Bennett Miller) en el cual interpreta al campeón olímpico en lucha grecorromana de 1984 Mark Schultz, quien se involucra en una enfermiza relación de poder, con un empresario que desea patrocinar su carrera; vale la pena rescatar la otra cinta que la estrella estrenó este año: Comando Especial 2 (de Phil Lord y Chris Miller).

 Las buddy movies violentas, irónicas y con una alta carga homoerótica popularizadas durante los años ochenta, una oda a aquel cine de acción ultra estilizado que irrumpiría a finales de la década siguiente, y un tono perpetuamente burlón apuntando sus baterías directamente hacia la corrección política que se erigió a comienzos de siglo como nuevo paradigma en los medios de comunicación, esa misma que volvió a Hollywood (aún más) aburrido y aséptico; eran los elementos para una curiosa amalgama de nombre Comando Especial / 21 Jump Street (2012), la traslación fílmica de la serie televisiva homónima, objetivamente hablando, más conocida por ser uno de primeros escaparates para Johnny Depp, que por su calidad per se.

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 La película suplía la agudeza contenida en Súper Policías (2007, el brillante homenaje al género hecho por Edgar Wright) con el notable timming cómico y la química que presumía su pareja protagónica, Jonah Hill y Channing Tatum (la delirante secuencia cuando se ven forzados a consumir una nueva droga química, con resultados en el límite del mal gusto); interpretando a Schmidt y Jenko, inexpertos agentes de una división de élite con arquetípicas personalidades y habilidades opuestas.

 La segunda parte, se convierte en un rolling gag en sí misma que siempre permanece en la cuerda floja, la cual, abiertamente mordiéndose la cola, se cuestiona la fascinación que tiene el grueso del público por pre-fabricadas sagas cinematográficas y desvergonzadas franquicias (los paródicos créditos finales llevando el redituable producto hasta sus últimas y más ridículas consecuencias).

 Así, si en la primera entrega, la única manera que tenía la pareja para desmantelar una red de tráfico de drogas era infiltrándose a una preparatoria donde estudiaban dos dealers, ocasión que aprovechaban para adoptar otras identidades que les ofrecían la posibilidad de reivindicarse después de un pasado escolar poco memorable; esta secuela advierte desde el inicio que literalmente la premisa y la fórmula es la misma que su antecesora (diálogos y escenas incluidos), llevando a los personajes esta vez a una universidad.

 Afortunadamente, la estrategia que emplea Comando Especial 2, no está interesada en ser únicamente una larga colección de chistes referenciales para iniciados o un manual para deconstruir el género; sino en ser el contexto para explotar las capacidades de sus actores: un desatado Hill haciéndonos sospechas que sigue con un par de Quaaludes encima, Tatum dejando claro que sin en Foxcatcher se vio exigido tanto en cambiar de físico como de hacer una interpretación límite, aquí se puede echar a la bolsa a cualquiera; además de estar apoyados por Ice Cube como su irascible jefe.

 Obviamente, desde la sala a uno sólo le resta esperar ese apoteótico beso que sellará el romance entre Schmidt y Jenko, mismo que se aplaza mientras que la misión los orilla a interactuar con otras personas en ambientes adolescentes que no logran comprender del todo; ello en una comedia estridente y al mismo tiempo carismática, que sirve de corolario para un gran año para esa celebridad llamada Channing Tatum.