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Por El Perro Andaluz

Y considerar que se trata del mismo director detrás de legendarios trabajos innovadores en su momento como Alien El Octavo Pasajero o Blade Runner o como películas de esta categoría del prototipo de Gladiador. El célebre realizador Ridley Scott retorna con otra épica histórica titulada Exodo:Dioses y Reyes y tal como lo señala su nombre se trata de una interpretación muy libre del milenario relato bíblico el cual posee componentes previamente vistos en libretos descifrados por el director el cuestión como ese enfrentamientos entre dos rivales protagónicos unidos apenas por una lazo de hermandad el cual surge demasiado endeble (En Gladiador contemplanos una situación similar mucho mejor resuelta que en esta ocasión).

Exodo: Dioses y Reyes es una producción pomposa, onerosa y supuestamente apropiada para el lucimiento de sus dos figuras estelares: Christian Bale como el libertador de un pueblo oprimido y Joel Edgerton como ese dirigente egipcio Ramsés reticente de ese éxodo convocado por Dios, sin embargo, la película deriva en una histórica epopeya involuntariamente cómica donde cada uno de los actores labora con un acento único sin afinar lo que hace palidecer a cualquier telenovela producida en Miami. Scott decide suprimir el popular prólogo de la narración (esa canastilla que navega en el Nilo la cual es descubierta por una soberana egipcia y la cual resulta la parte favorita de un servidor) para ir inmediatamente a los sucesos que pudieron originar esos terrible celos que brotan entre los dos simulados primos: Moisés y Ramsés quienes se encargan propiamente de la vigilancia del territorio.

A pesar que todos conocemos perfectamente esta historia, Scott y los guionistas (Steve Zaillian, Adam Coopeer y Bill Collage) deciden reinventar el relato de Moisés como si se tratara de una leyenda fantástica en donde la posible demencia de un hombre pudo haber dado origen a una histórica insurrección, un intento por humanizar la intangible historia bíblica, muy similar a lo acontecido con Noé en la producción encabezada por Darren Aronofsky curiosamente obteniendo con los mismos desastrosos resultados. El concepto de Scott es interesante sin embargo los inconvenientes no nacen a partir de su osada lectura sino de una falta de rigor en la producción. Mientras que el director se deleita al montar complicadas secuencias de acción sin sustancia, sus actores deambulan en el escenario como si se trataran de roles en distintas películas dando la impresión que cada uno está contando una historia totalmente distinta a la de su compañero. ¿A quién se le ocurre contratar a John Turturro como un imperial patriarca egipcio? Su sóla presencia en escena arranca dudosas risas como si se tratara de un sketch en algún programa de comedia de televisión.

Sigourney Weaver y Aaron Paul (ese último en el desagradecido rol de Josué) están completamente desperdiciados en participaciones carentes de relevancia en esta adaptación. La atención definitivamente está centrada en el conflicto entre Moisés y Ramsés sin embargo la oscura apreciación que tiene el director sobre esta relación de poder se diluye en una producción carente de eje. Las cosas mejoran cuando aparecen las aterradoras plagas que azotan a Egipto, esto en parte por lo diversión que provoca ver lo desmesurado de los efectos digitales pero una vez terminado esto fragmento, la película retorna a su soporífero tono.

Exodo: Dioses y Reyes produce una interminable y tediosa experiencia cinematográfica que únicamente exhibe el agotamiento de un director quien en algún momento fue considerado como un reformador del cine de género. Incluso hacia el desenlace, cuando llega el esperado momento en donde Moisés divide el Mar Rojo, el espectador rememora con anhelo a ese Charlton Heston clamando libertad en la tradicional pero fastuosa producción de Cecil B. De Mille.