¿Por qué los años transcurren y la comedia romántica no ha sido un género que haya logrado germinar en nuestra cinematografía? Aventurándonos un poco podríamos explicarlo con el hecho que no tenemos una pareja memorable o icónica; vamos ni siquiera ha existido una que pueda presumir cierta química. También podríamos atribuírselo a que no conseguimos identificarnos con los avatares y los ambientes en donde se desenvuelven los personajes (casi siempre afelpados y frívolos). A ello habría que sumarle que los guiones y sus diálogos por lo regular se quedan a medio camino; no son ni tan graciosos, ni tan cursis, o en su defecto, ni tan agridulces. Posiblemente ese panorama cambie pronto con el estreno de Tiempos Felices.
Max (Luis Arrieta) vive con dos grandes problemas que le impiden seguir tranquilamente su vida adulta: se encuentra frustrado porque su talento en la ilustración lo ha puesto al servicio de impersonales campañas publicitarias en vez de plasmarlo como caricaturista. Pero más importante aún, después de varios intentos fallidos no sabe cómo terminar la desgastada relación que mantiene desde hace cinco años con Mónica (Cassandra Ciangherotti), su novia del infierno: alocada pero posesiva, guapa pero empalagosa, inteligente pero siempre diletante.
Sin carácter suficiente y teniendo como únicos aliados a dos amigos onanistas buenos para nada (interpretados con un buen cariz cómico por Iván Arana y Humberto Busto) quienes en vez de atender una barbería chic, se esfuerzan en ahuyentar a su clientela; este tímido anti-galán ve condenado su futuro…a menos que acepte la invitación de un misterioso hombre quien le ha hecho saber la existencia de una particular agencia, con grises oficinas burocráticas que haría las delicias de Terry Gilliam y empleados sacados de un antiguo serial televisivo de ciencia ficción, encargada de romper compromisos y arreglar entuertos.
Cierto, podríamos señalar que el director y escritor debutante Luis Javier M. Henanine junto con su co-guionista Alejandra Olvera Ávila sin duda han visto en repetidas ocasiones todas las chick flicks indie de la última década (e inclusive enumerar todas sus referencias). También podríamos detenernos varios párrafos en los diseños de arte y vestuario concebidos, con su look retro que bebe de diversas décadas, para que la temporalidad de la historia sea ambigua (por ejemplo, no se hace alusión alguna a tecnología contemporánea), los cuales no vienen mucho a cuento. Empero, siendo sinceros a la postre esos aspectos quedan relegados a segundo término porque tenemos a Cassandra Ciangherotti genial como nuestra propia y esperada Manic Pixie Dream Girl, un humor bastante simpático, una premisa ingeniosa que se sostiene por sí sola todo el tiempo, un bienvenido universo clasemediero, un soundtrack compuesto por temas clásicos pero poco trillados… ¡Ah, y un cameo de Rossy Mendoza! ¡Bravo! Estamos pues ante la película que debe de servir de modelo de ahora en adelante para cualquiera que quiera aportar algo al género. Veamos si el tiempo da la razón.