El rancho Skinwalker se encuentra en el condado de Uintah en Utah y al parecer en él ocurren fenómenos paranormales, entre los que se encuentran la mutilación del ganado, luces flotantes, criaturas extrañas y actividad poltergeist; sí, esa misma que provoca que las puertas se cierren misteriosamente o los objetos se muevan de un lugar a otro.
El lugar recibe su nombre de acuerdo a una leyenda de los indios nativos de la región quienes creían que los Skinwalker (algo así como los nahuales) eran enviados por los indios navajos como castigo. Por supuesto hay quienes piensan que todas estas historias fueron inventadas por los propietarios del rancho para evitar la bancarrota tras la muerte del ganado.
¿Por qué esta introducción parece artículo de Wikipedia? Porque dando este contexto la cinta Skinwalker Ranch: La Abducción se vuelve un tanto menos confusa, no por ello buena. Opera prima de Devin McGinn, quien además es guionista y uno de los estelares, este filme llega a nuestro país casi dos años después de su estreno (no es sorpresa que se encuentre disponible en diferentes plataformas de Internet). Utiliza el ya gastado found footage y uno que además no respeta sus propias reglas, con tomas imposibles, el uso de la música incidental y apelando un poco a la razón, ¿quién enciende la cámara antes de huir por su vida?
Un grupo de expertos (personajes genéricos y olvidables) se reúnen en la propiedad para investigar la misteriosa desaparición del hijo del dueño. Mientras se hospedan en la casa serán testigos de sucesos extraños. Un filme plagado de clichés desde el inicio: la niña aterradora, las expediciones nocturnas, el líder del proyecto que ha perdido el piso e inclusive un perro con el que es imposible pensar: “a ver a qué hora estos hijos de puta matan al pobre animal” tras los primeros segundos de éste en pantalla.
Vaya, no ofrece nada nuevo ni diferente. Por contrario se suma a la enorme lista de ideas mal aprovechadas en un falso documental. Es confusa, nunca se explica ni los antecedentes ni lo que ocurre en la trama. Tanto que uno llega a preguntarse si realmente la película era sobre aliens. De pronto parecen fantasmas, de pronto parece un experimento, de pronto parece una posesión y de pronto demasiadas cosas son abrumadoras para ligarlas entre sí. En mi opinión tantos cabos sueltos funcionan en una leyenda para leer antes de dormir o en el final de temporada de Los Expedientes Secretos X. En una película con un argumento tan pobre y olvidable, simplemente me da pereza.
Es entretenida, la acción comienza rápido y los efectos son cuando menos interesantes. A pesar de lo terrible del formato, siempre ocurre algo. Puedo imaginar a un adolescente y su grupo de amigos en el cine festejando los sustos espontáneos, pero no pasa de ahí. Eso sí, hay que agradecer que no se alarga más de lo necesario y en poco menos de 90 minutos vemos el destino de sus desdichados protagonistas, entre los cuales podemos ver a Jon Gries en el papel de padre del niño desaparecido. Por si el nombre de este actor no te suena, es el tío Rico en la película de culto Napoleon Dynamite.