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Después de un largo día de trabajo, un ciclista anónimo termina su jornada. Lo vemos pedalear por cuestas y terrenos planos, cuando de repente es rebasado por una camioneta lujosa que lo empuja al barranco. Completamente desentendido, el conductor sigue su trayecto como si nada hubiera pasado. El incidente inicia la trama de El capital humano (Il capitale umano, Paolo Virzì, 2013).

El código de barras que aparece en el póster de El capital humano es un tatuaje que llevan los personajes de la película, todos tienen un precio que mostrar.

Dos familias conducen una historia seccionada desde la perspectiva de sus integrantes: la familia de Giovanni Bernaschi (Fabrizio Gifuni), creador del prometedor fondo Bernaschi, integrado por magnates italianos; del otro lado, la familia de Dino Ossola (Fabrizio Bentivoglio) agente inmobiliario en busca de una oportunidad para participar como inversor en los negocios de Bernaschi, aunque tenga que recurrir a dinero que no tiene.

Desde hace muchos años hubo excesos en el gasto público con los que se minó buena parte de la riqueza italiana. El gobierno de Berlusconi fue irresponsable e incapaz de aprobar medidas al respecto; la Italia de finales de 2010 es retratada en El capital humano. Mientras el país caía en una quiebra, los empresarios y magnates orquestaban sus mejores maniobras para salir airosos, aunque esto supusiera pasar encima de los menos privilegiados.

Por medio de una intriga criminal y una crítica social, Paolo Virzì compone a sus personajes con manías y gestos con los que tienen que lidiar en el día a día.

Carla Bernaschi (Valeria Bruni Tedeschi) es la esposa del adinerado empresario, abandonó su carrera de actriz para vivir una vida a la sombra de su esposo, pasa sus días en la filantropía y en la compra de figuras de países “exóticos”; su hijo, Massimiliano Bernaschi, un estudiante ejemplar, candidato a ganar un reconocido premio dentro de su escuela. El imperio económico de su padre es una carga con la que tiene que lidiar, siempre a la expectativa de emular el éxito de su progenitor. Su ex novia, Serena Ossola (Matilde Gioli) cómplice de aparentar una relación que la mete en problemas.

Las relaciones caóticas se van presentando, pero todo detona después de la ceremonia de premiación en la que Massimiliano y otros alumnos compiten como el alumno más destacado. Las cosas no salen como la familia Bernaschi esperaba, la fiesta termina pero algunos continúan fuera del salón. Los empleados son encargados de limpiar, son los últimos en salir del lugar. Uno de ellos, se va en bicicleta…

Ya con la resaca del día anterior, en las noticias aparece el accidente donde el ciclista fue trasladado en un estado crítico al hospital. Los hechos que al principio nos parecen aislados, se van conectando uno con uno, cuando el primogénito de la familia Bernaschi llega ebrio a su casa.

Cuatro capítulos fragmentan la película y regresan en el tiempo cada que uno comienza. Las perspectivas son diferentes en cada uno de ellos, principalmente la moral de cada uno de los personajes. El capítulo de cierre, del que la película toma su nombre, termina de ofrecer los hechos con claridad, al punto de explicar el destino de los involucrados y disminuir un poco lo dramático del thriller en el que se había convertido la película.

Con pequeños gestos alrededor de la película, Vizrì evidencia con cierto humor sus intenciones. Desde las apariencias que tienen que fingir los personajes para vivir en una realidad hasta las diferencias entre clases sociales.

El cine italiano tiene buenos representantes a la hora de retratar la realidad de la burguesía. No muy lejos encontramos La gran belleza, que a diferencia de El capital humano, maneja el tema con cierta suntuosidad –tanto en las actuaciones como en la producción desplegada-; sin embargo, la película de Vizrì es portadora de una rabia que le permite un reconocimiento por sí sola.

En Cartelera: 24 Julio 2015: Cinépolis.

Por Alfonso Blanco / @CinemaMovil_mx