La regla dicta que cuando una película de horror es exitosa, inmediatamente se deben sacar secuelas a granel. Considerando los números en taquilla y el buen recibimiento crítico de Siniestro (Sinister) hace tres años, era obvio que tarde o temprano nos llegaría una segunda parte. Ahora sin un Ethan Hawke en el elenco que nos invite a confiar en su potencial, es obvio cuestionarse si esta nueva película está a la altura de la original.
Después de la muerte de la familia Oswalt, el policía que ayudó al padre en la cinta anterior continúa descifrando el modo en que ocurren los asesinatos provocados por Bughuul. Su investigación lo ha llevado a quemar las casas que están malditas, pero descubre que en una de estas ya hay una familia viviendo. Poco a poco comienza a relacionarse con ellos, pues sabe que están propensos a encontrar un fatídico y sobrenatural destino.
Siniestro 2 (Sinister 2) argumentalmente no le apuesta a nada nuevo y de hecho se siente como mero reciclaje del filme anterior. La secuencia inicial es una cinta snuff, el hilo conductor nuevamente es una investigación y otra vez hay un experto en temas ocultistas que anda ahí para auxiliar cuando el guion lo requiera.
Pudiera concluirse fácilmente que se trata de una secuela muchísimo menor, eso queda claro.
Pero también sucede que la original Siniestro no es precisamente la obra que tanta gente considera rompedora. Fue más bien un experimento interesante en el que ni el mismo Hawke se tomó el asunto tan en serio (basta recordar los sobreactuados gestos de preocupación y temblorinas a los que recurrió), marcado también por un exceso de jump scares que hacia el final terminaron por restarle mérito a la propuesta.
Esta secuela se mueve por el mismo terreno, pero opta por aumentar todo con respecto a su antecesora. Hay tantos jump scares que bien podrían servir para un drinking game en el que todos invariablemente quedarán embrutecidos. Buena parte de la duración está destinada al repaso de varios videos snuff. Hay más lenguaje florido y la violencia ahora sí es mostrada a cuadro.
Desde luego esto no es un aspecto negativo. Se agradece que la película haga uso de su clasificación restrictiva (ojo a cierta secuencia memorable que involucra ratas), pues esto le permite – a falta de novedad – trabajar sobre algunos aspectos que en la primera parte se sintieron insípidos. Para cuando corren los vistosos créditos finales, queda la sensación de que lo que vimos no fue sino la versión recargada de la cinta original.
El mythos de Siniestro es interesante y da para muchos ángulos a explorar. Tiene todo el potencial para ser una gran saga de horror, pero desafortunadamente es utilizada sólo para sobreexplotar recursos baratos que dejan de lado la construcción de tensión. A esta secuela le funcionó meter más sangre, pero si los productores continúan por esa vía para las próximas entregas, sólo terminarán descomponiendo la serie tal como sucedió con Saw.