No voy a fanfarronear e inventar que he visto todas las películas del 007. Mucho menos que he leído los libros de Ian Fleming. De las 24 películas del espía, ni siquiera a la mitad les he echado un ojo pero, en base a las pocas que conozco, considero a Daniel Craig como el mejor James Bond de la pantalla grande (aún amando a Sean Connery).
Si ignoramos el tropiezo que fue Quantum of Solace, en cada entrega desde Casino Royale, Craig había llevado al espía gradualmente de la caricatura (hay capítulos con Roger Moore, Pierce Brosnan, Timothy Dalton y el propio Connery que de plano son absurdos) a convertirse en un complejo y oscuro personaje; particularmente en Skyfall, la anterior y mejor lograda película de Bond a la fecha.
Tras desobedecer y poner en riesgo un operativo en la Ciudad de México nos rencontramos con Bond, aún lidiando con la muerte de M (Judi Dench, aquí relevada por Ralph Fiennes) e inhabilitado de sus funciones por su rebelde comportamiento, aunque comprometido con su difunta colega quien, antes de su muerte, dejó un paquete con pistas que lo llevarán a desenmascarar una red criminal. A manera de prólogo para los episodios de Craig al frente de la saga (se dice que la próxima será su última), se revela que todos los villanos a los que se enfrentó desde Casino Royale forman parte de una organización denominada Spectre y comandada por un tal Oberhauser (Christoph Waltz , efectivo aunque ya repitiéndose como villano), quien está ligado a nuestro héroe por razones aun más personales.
El personaje que atinadamente dimensionó y reinventó Craig continúa siendo el Bond más complejo que hayamos visto. Sin embargo – y a pesar de la firme mano de Sam Mendes para las impecables, aunque cada vez más exageradas secuencias de acción -es quizá en este capítulo en el que cede más a lo que el personaje y su imaginario solían ser. Spectre nos brinda todos los elementos que siempre han caracterizado a una película de Bond (atractivas mujeres con Léa Seydoux y Monica Bellucci, escenarios inhóspitos y espectaculares, así como acción cardiaca) pero carece del lado humano al que el personaje parecía haberse volcado en sus últimas aventuras.
Todo el ruido y parafernalia generado por el rodaje en México de la secuencia inicial, referente al Día de Muertos, le quedó grande a Spectre, una película efectiva en su misión de entretener pero decepcionante en el desarrollo e interacción de sus superficiales y (en esta ocasión) desangelados personajes.