Cuando la primera cinta de Star Wars se estrenó en Estados Unidos en 1977, Roger Ebert, crítico del Chicago Sun-Times, previó que la historia tenía sus raíces en algunas de las ficciones más populares alrededor del mundo, dado que encontraba similitudes lo mismo con The Wizard of Oz que con 2001: A Space Odyssey, Robin Hood, héroes típicos de los Westerns estadounidenses y villanos que parecían extraídos de una cinta bélica nazi.
George Lucas, creador de la millonaria franquicia, ha expuesto en varias entrevistas la influencia que tuvieron otros universos fantásticos cuando se encontraba escribiendo el guión del Episodio IV – A New Hope. Ha citado, por ejemplo, a la serie Flash Gordon, la novela Dune (y quizá el fallido intento de Alejandro Jodorowsky por llevarla a la pantalla grande), las novelas de The Lord of the Rings y, de una manera muy amplia, el cine de Akira Kurosawa, específicamente de The Hidden Fortress (1958).
Aunque en el rubro estético es donde muchos hallarán la mayor cantidad de fuentes de inspiración (como el traje de Darth Vader, inspirado en los guerreros samurái), es en la estructura de ambos argumentos donde están las mayores semejanzas. Lucas ha dicho que la mayor influencia del filme de Kurosawa no es tanto en la historia, sino en cómo es contada.
Probablemente conocemos a fondo la historia de la primera entrega de la saga de Lucas, que a grosso modo trata sobre el rescate de la Princesa Leia, a la que se une de manera inesperada Luke Skywalker y termina en una lucha contra Darth Vader para salvar la galaxia de la Estrella de la Muerte. Entre las batallas y vuelos, los droides R2-D2 y C-3PO tienen un gran protagonismo, pero más allá de servir como un añadido particularmente divertido a la historia, es su punto de vista desde el que es contada la historia.
Aquí se halla la mayor reminiscencia con The Hidden Fortress, que cuenta la historia de Tahei y Matashichi, un par de torpes amigos ladrones esclavizados para hallar oro escondido. Cuando huyen de su cautiverio comienzan a descubrir algunos restos del oro que buscaban antes, intervalo en el que conocen a Rokurota Makabe, un hombre de fuerte temple al que confunden con un ladrón, pero que en realidad es un general quien protege a la princesa Yuki.
El tono del filme de Kurosawa, a pesar de su trama, es altamente digerible y entretenido, enfoque que el director japonés pretendía abordar desde un inicio, y ello se debe principalmente al par de ladrones que no paran de pelear y tropezar por doquier. Tanto en A New Hope, como en The Hidden Fortress, la historia del rescate a la princesa y asuntos “de mayor trascendencia” son vistos desde personajes que podrían percibirse menores, pero juegan un papel clave.