Pobre de aquél que actualmente emprenda la difícil labor de filmar un drama bélico, peor aún si está situada en la Segunda Guerra Mundial e involucra Nazis. Los bestsellers y cintas inspiradas en el conflicto han sido demasiadas y varias son referentes que, por abarcar tanto, dejan muy poco margen para que materiales como Suite Française (Suite Francesa, 2014) logren hacerse de un lugar en el género; a pesar de ser filmes disfrutables y bien logrados.
En su tercer largometraje como director, Saul Dibb (The Duchess, Bullet Boy) tiene la tarea de adaptar a la pantalla grande la recién descubierta novela homónima (2004) de Irène Némirovsky, quien pereciera en los campos de concentración germánicos.
En esta historia, Lucile Angellier (Michelle Williams) y su suegra Madame Angellier (Kristin Scott Thomas) se ven forzadas a albergar al teniente teutón Bruno von Falk (Matthias Schoenaerts) durante la ocupación Nazi en Francia.
La repulsión hacia la invasión se enfatiza debido a que ambas mujeres tienen a su respectivo esposo/hijo como soldado en la guerra; sin embargo, todo se complica cuando Lucile comienza a desarrollar sentimientos hacia el teniente debido a una pasión que les une: la música. La situación tiene un giro dramático cuando los abusos de un soldado del pelotón orillan a uno de los pocos hombres presentes en el poblado (pues la mayoría ha ido a la guerra) a defender a su esposa, por lo que pide la ayuda de Lucile.
Todo en Suite Française recuerda a otras cintas, desde el esquema argumental que tiene marcadas reminiscencias (sobre todo en el final) a Casablanca, hasta la atmósfera musical y estética que recuerdan demasiado a The Pianist. Sin embargo, existen algunos puntos destacables: un ritmo que no cansa a pesar de ser desacelerado; actuaciones que no quedan a deber; y una musicalización que, reiteramos, recuerda a aquél material Oscareado de Roman Polanski por su instrumentación y contexto.
¿Qué tantos puntos le resta al filme el tardío descubrimiento del material literario en el que se inspira? Probablemente no hablaríamos de un clásico del género, pero sin duda se perdería menos entre obras similares, todo de la mano del director adecuado. Cabe subrayar que si algo falta es contundencia, tanto en las actuaciones como en el clímax y final; todo queda a medias al no explotarse los recursos disponibles para enfatizar el dramatismo de diversos momentos clave.
Si ya vieron Casablanca y The Pianist, ya conocen la mitad de este drama bélico que no llega a ser desgarrador.