Spotlight (En Primera Plana) de Tom McCarthy exhibe la alucinante investigación periodística realizada por un grupo de periodistas del diario The Boston Globe; puede leerse fácilmente como una exploración melancólica de la era del periodismo impreso.
La cinta tiene la apariencia de un convencional thriller, como aquellos que se realizaban en la década de los setenta (la referencia inmediata es All the President’s Men de Alan J. Pakula). Sin embargo, McCarthy logra un resultado inusual: un documento fílmico carente de sensacionalismo a pesar de abordar uno de los temas más escabrosos que pueda tratarse en los medios de comunicación; los escándalos de abuso sexual cometidos por sacerdotes.
Basada en la investigación periodística ganadora del premio Pulitzer en 2002, Spotlight recuenta como los periodistas de esta publicación en Boston descendieron de forma audaz en una averiguación que pudo afectar los intereses de importantes figuras de la localidad; finalmente las denuncias previas sobre actos sexuales cometidos por religiosos habían sido tratadas con la mayor reserva e incluso con impunidad.
La historia inicia con la llegada de un nuevo editor al periódico, Marty Baron (Liev Schreiber), un atípico dirigente quien inmediatamente inicia la investigación sobre las distintas denuncias sexuales. De esta manera vemos a Matt Carroll (Brian d’Arcy James), Mike Rezendes (Mark Ruffalo) y Sacha Pfeiffer (Rachel McAdams) – liderados por Walter Robinson (Michael Keaton) -, emprender la misión de indagar en los hechos y convencer a las víctimas de narrar sus respectivos casos ante extraños, tarea nada fácil de conseguir.
Spotlight acompaña a nuestros protagonistas en su pesquisa, apostándo por el recuento de sus enfrentamientos con los perjudicados, con quienes solaparon las denuncias, sus superiores y respectivos compañeros de trabajo. Se trata de una disección escrupulosa de la vocación del periodista, aptitud un tanto vapuleada hoy en día. Sobresaliente que McCarthy reconstruya los hechos sin los típicos recursos obvios como el de presentar los delitos de forma explícita o recurrir al amarillismo con la intención de apasionar al espectador; todo lo contrario, las actuaciones son contenidas y moderadas, dándole la oportunidad a la audiencia de seguir el caso de la forma más imparcial posible.
Hay algo romántico en esta película: el dibujo de un grupo de vehementes y convencidos reporteros en busca de la verdad, algo que puede sonar por demás ordinario pero que, en la actualidad, posee un eco particular.