¿Por qué nos enamoramos de alguien? De manera simplificada y generalizada, quizá la mayoría respondería que por su personalidad. Sin embargo, ¿qué pasa cuando esa personalidad ha sido autoimpuesta a través de los años, más como un mero acto de defensa que de gusto? Este tipo de preguntas son las que The Danish Girl (La Chica Danesa) pone acertadamente sobre la mesa, en un panorama donde elegir quién queremos ser continúa siendo motivo de debate, aún 100 años después de la época en la que se sitúa el filme.
En los años veinte del siglo pasado, los pintores Einar Wegener (Eddie Redmayne) y Gerda Wegener (Alicia Vikander) conforman un estable matrimonio, ambos se apoyan y admiran de manera mutua. Sin embargo, cuando Einar posa con tutus para un retrato que Gerda realiza, éste comienza a sentir atracción por vestimentas del estilo. Esto lleva a que una faceta olvidada y momentánea de su infancia – en la que el sexo masculino le atrajo – salga a la luz y sea llevada a sus últimas consecuencias, haciéndose llamar Lili Elbe y recurriendo a operaciones para el cambio de sexo (las primeras de su tipo en la historia).
Aunque la cinta es publicitada como una biopic de Lili Elbe (la primera persona transexual y figura inspiracional del movimiento transgénero), lo cierto es que está basada en mayor medida en la novela homónima de David Ebershoff, la cual ficcionaliza la verdadera historia del matrimonio danés. De ahí la particularidad de cómo los sentimientos de ambos personajes, enérgicos y trágicos, son confrontados en pantalla.
Por una parte, tenemos el dilema interno de el/la protagonista, y aún más importante: el proceso de aceptación y autoaceptación. Este viaje es retratado de maravilla por Redmayne, con toda la rabia e impotencia que provoca no poder ser quien se quiere, o quien los demás quieren. Redmayne logra representar, grosso modo, las etapas de una persona que decide ser diferente.
Todo bien hasta aquí, sin embargo, uno de los mayores peros del filme es que la desvinculación de la personalidad masculina a la femenina implica que Einar/Lili deje de pintar, prácticamente sólo se dedica a cazar un esposo. Aquí es cuando la ficcionalización se convierte en un problema; si querían hacer una biopic de Lili Elbe, ¿por qué no simplemente hacer una adaptación de su autobiografía, Man into Woman? El mensaje incluso era más fuerte, dado que en la realidad Gerda (la esposa de Einar) era bisexual, más orientada hacia las mujeres, por lo que el cambio de sexo de su pareja incluso fue de su agrado. En la película, Gerda se convierte en una especie de hermana, aunque sigue teniendo sentimientos por Lili, deja que continúe con su vida.
No nos malentiendan. La actuación de Vikander como Gerda es otro punto fuerte de la cinta. Constituye el apoyo que toda persona en una disputa interna debería tener; su carisma y la nostalgia del esposo que pierde, en un repentino desvanecimiento, le dan una presencia notable. Esto enfatiza el hecho que este tipo de sucesos nadie los desea, nos referimos específicamente al tardío descubrimiento de nuestra orientación sexual; sin estereotipos, todo podría darse desde un inicio.
En el apartado de la realización, la atmósfera visual y sonora es exquisita. El director optó por usar recursos tenues y descoloridos, a lo que el trabajo de musicalización de Alexandre Desplat (The Grand Budapest Hotel) encaja perfectamente. La fotografía y paleta de colores recuerdan mucho (quizá demasiado) al mayor éxito del director Tom Hooper, The King’s Speech, por lo que pueden esperar una gran calidad, aunque no mayores sorpresas.
El problema de The Danish Girl no está en la cinta per se, sino en cómo fue concebida. Por estar basada en la novelización de la historia de Lili Elbe pareciera que los productores quisieron endulzar su historia (si es posible que quepa este término). A pesar de ello, las actuaciones de Redmayne y Vikander logran transmitir el mensaje de solidaridad con la comunidad transgénero, a través de una de sus figuras inspiracionales de mayor trascendencia que ha tenido.