Seleccionar página

cinema movil carol 1

Había una época en la cuál el amor constituía una idea limitada: la cultura, la religión o cualquier otro constructo social siempre se anteponían a los verdaderos deseos y necesidades de un sinfín de individuos cuyas inquietudes, románticas o sexuales, no respondían necesariamente al status quo. Es precisamente en esta época que la controversial Patricia Highsmith (también autora de El Talentoso Sr. Ripley) sitúa The Price of Salt, la novela que durante 40 años negó haber escrito bajo un seudónimo y de donde Todd Haynes y su guionista Phyllis Nagy inspiraron la recién estrenada Carol.

En una tienda departamental de los años cincuenta, en la glamorosa Nueva York que aquí parece salida de aquel cine que Blake Edwards, Alfred Hitchcock, Billy Wilder y el Technicolor dejaron clavada en la memoria colectiva, somos testigos del inevitable flechazo. Como sólo en el romance de ficción ocurre, las miradas de Carol (Cate Blanchett en modo diva de la época dorada) y Therese (Rooney Mara en su mejor papel a la fecha) se encuentran de un lado al otro de una juguetería. La primera, una dama de la alta sociedad en busca de un regalo para su hijo, es persuadida por la joven Therese, empleada del lugar, de llevarse un trenecito eléctrico para su infante. Pero la prisa de Carol la hace olvidar uno de sus guantes, obligando a que Therese se lo devuelva a vuelta de correo.

Carol tiene un historial de aventuras homosexuales que la han llevado al borde del divorcio con su actual y adinerado marido (Kyle Chandler, fabuloso y sutil). Aunque Therese no necesariamente goza de antecedentes similares, la verdad es que tampoco se trata de una mujer verdaderamente convencida de querer permanecer en el camino de vida que se encuentra (su poco entusiasmo por el viaje a París con su prometido y su mucho mayor inquietud por convertirse en fotógrafa avalan dicha renuencia). Por eso, apenas la joven es invitada seductoramente por Carol y su intrigante vida que parece salida de la revista Vogue a un roadtrip que la hará a re evaluar su situación, ésta acepta sin chistar.

Sobra decir que el texto de Highsmith, publicado en 1952, de inmediato fue catalogado de escandaloso (“la novela que la sociedad romántica prohíbe” rezaba su contraportada). A pesar de que su versión fílmica parece llegar en una época de aceptada diversidad, el verdadero logro de Haynes yace en su incuestionable habilidad de anteponer situaciones, ambientes y momentos históricos con precisión y probado rigor.

Haynes, quien ya había abordado temas similares en la superior Far from Heaven, opta por un tono incómodo y bochornoso a través del cual nos hace partícipes desde los ojos de la indecisa Therese (aquí el trabajo de Mara es sobresaliente y fundamental), logrando que como espectadores nos dejemos llevar más por la vaporosa e impactante imagen del personaje titular que por el morbo alrededor de las inevitables implicaciones sexuales del argumento.

A pesar de la maestría en despliegue, tanto en la dirección como en lo actoral (y también por el excelso trabajo de fotografía hecho por Ed Lachman), Carol y su interesante manejo del romance homosexual en la posguerra estadounidense a ratos se siente estéril. El tono melodramático del apasionado affair entre la joven y su amante (Blanchett de repente se siente más posada que poseída por el personaje) hacen que la película y su impecable realización no siempre logren convencer. Afortunadamente para nosotros, las maravillosas actuaciones de su elenco rescatan a Carol de ser algo más que la mera curiosidad que un extravagante aparador de tienda departamental en navidad despertaría en igual medida.

En Cartelera: Viernes 12 Febrero 2016: Cinépolis, Cinemex.