Un psicólogo acosado por un fatídico suceso del pasado cuyas piezas se encuentran diseminadas en los recovecos de su mente. Una nueva paciente infantil, silenciosa y misteriosa, quien puede ser la clave para atar los cabos sueltos. Fantasmas variopintos que rondan en la cotidianidad de este hombre intentando comunicarse con él. Una joven policía que sin proponérselo se involucra en desentrañar un crimen el cual parecía ya estar resuelto y archivado desde hace varios años atrás.
Llama la atención que este genérico thriller de origen australiano, protagonizado por Adrien Brody – quien continúa construyendo una carrera irregular e impredecible -, se congratula el ser únicamente un muestrario de modelos inalcanzables. Diera la impresión que su director y guionista Michael Petroni, nunca logró comprender del todo el accionar de los filmes a los que hace referencia (y que no tardó en identificar el que esté leyendo estas breves líneas).
De este modo, cierto número que se antoja críptico escrito por aquella niña, la presencia constante de la imagen de un tren en movimiento o el retorno que hace el protagonista a su pueblo natal para enfrentar a sus demonios, pierden relevancia debido a que la película no se trata finalmente de develar un secreto intrigante, sino de reincidir en el motivo de la crisis del personaje, ese que ya conocíamos desde un principio.
Carente de ideas, ahí está en Sin Regreso (Backtrack) el consultorio oscuro y poco confortable, las alucinaciones vívidas en colores azules y grisáceos que buscan poner en entredicho lo que se ha estado viendo (y cuyo diseño sonoro fue curiosamente realizado por Tara Webb, una de las responsables de The Babadook, película que sin duda debe mucho de su éxito a ese aspecto), las viejas notas periodísticas que van obsesionando a la policía que tiene sus propias razones para desenterrar el caso, o el reencuentro impostergable e incómodo con un familiar con el que existe una relación fracturada. Una lástima que las bodegas con sus botaderos rebosantes están cerrando masivamente en la ciudad; aquí tenían un producto ideal.