El concepto de “independencia” casi siempre va ligado con el de “libertad”. En el cine, por ejemplo, ser independiente permite experimentar en forma y fondo sin las presiones restrictivas que imponen los grandes estudios. Con esto en cuenta, el caso de Tangerine: Chicas Fabulosas es sobresaliente pues, poseedora de una independencia latente, se anima a hacer una doble faena y logra refrescar desde lo técnico y lo temático por igual con resultados más que dignos.
Sin- Dee y Alexandra (las geniales Kitana Kiki Rodriguez y Mya Taylor, respectivamente) son prostitutas transexuales en las decadentes calles de Los Angeles. Es la víspera de Navidad y Sin-Dee (diminutivo de Sin-Dee Rella, obvia alusión a Cinderella) acaba de recuperar su libertad tras cuatro semanas de cárcel. Durante su reencuentro con Alexandra, ésta le confiesa por accidente que su pareja Chester (también su proxeneta) le ha sido infiel durante sus días de reclusión. Por si esto no fuera suficiente, la ofensa aumenta cuando Alexandra alebresta la hoguera diciéndole que dicha infidelidad fue con una mujer biológica.
Furiosa por tan ofensiva afrenta y sabiendo únicamente que el nombre de “la perra” con la que “su hombre” la engañó empieza con la letra “D”, Sin-Dee convence a su amiga de acompañarla en una explosiva y entretenida odisea por la ciudad en busca de ambos, a quienes planea darles un escarmiento. De manera paralela, un taxista armenio indocumentado, obsesionado con las capacidades sexuales de la protagonista, deambula las mismas calles en busca de sexo horas antes de su decadente cena familiar.
A través de estas historias (aunque la segunda es más bien incidental), el director Sean Baker (Starlet) resignifica sin altas pretensiones no sólo la falsa idea del glamour angelino, sino también la errónea perspectiva sobre el bajo mundo que retrata. Filmada con iPhones, Tangerine: Chicas Fabulosas no oculta la podredumbre que invade las calles de la denominada Tinseltown sino que, al contrario, se regodea en ella, encontrando una belleza en bruto que justifica toda admiración. A través de la cámara de Baker, las calles que representan el inframundo de los vicios y el sexo servicio más pedestre, ése habitado por sus personajes, luce decadente pero no ausente de preciosismo. Lo mismo ocurre con sus actores, que encuentran en cada emoción los mismos niveles de comedia que de devastación. Es en el humor donde recae uno de sus principales atractivos porque, sin él, los temas abordados quizá no serían de tan fácil digestión.
El gran acierto de Tangerine: Chicas Fabulosas proviene de la ligereza con la que su director desmenuza y nos enfrenta a un mundo del que pocos hemos sido partícipes. Quizá en las manos de cualquier otro, el enfoque de la película hubiese optado por un tratamiento más denso, haciendo de ella un trabajo más sobre la insoportable sordidez que rodea la cultura trans en el mundo de la prostitución y el tráfico de drogas. Es ahí que Baker, no satisfecho con los logros técnicos y las particularidades estéticas propias de filmar con teléfonos de bolsillo, decide también innovar en su forma de presentarnos un tema tan vigente como ancestral.
La inexistente corrección política en sus diálogos o situaciones, lejos de ofender, dotan a la película de una naturalidad que pronto derriba cualquier prejuicio para, a través de excelentes momentos cómicos, involucrarnos de lleno con sus entrañables protagonistas, a través de las cuales logra yuxtaponer la fealdad que les rodea con la belleza que irradia de su interior, dejando en claro cuán putrefacto y absurdo es mucho de lo que nos rodea.
En el mundo de Tangerine: Chicas Fabulosas la transexualidad de sus personajes no es exótica y sus prácticas no son una reprobable curiosidad. Baker proyecta una compasiva postura respecto al tema, misma que traspasa la pantalla y muy asertivamente nos plantea un mundo donde el factor humano, para bien o para mal, es ponderado no por las apariencias sino por las acciones, dignificando así a personajes como Sin-Dee y Alexandra, esos que en la vida real deberían poder prescindir de cualquier estigma o etiqueta.
En Cartelera: Viernes 18 Marzo 2016: Cinépolis.