“Debes imaginar que vienes de otro planeta. Una vez que lo haces, empiezas a ver el mundo más cuidadosamente, aunque sigue siendo el mundo que siempre has habitado. Eso es lo que hacemos los caricaturistas del New Yorker” – Bob Mankoff, editor de caricaturas en The New Yorker
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Cada martes por la mañana, Bob Mankoff recibe alrededor de mil caricaturas de diferentes partes del mundo. Aunque sus principales colaboradores radican en la ciudad de Nueva York y hacen largas filas semanales para someter personalmente su trabajo, la democrática visión de este editor y su medio deja puertas abiertas para que casi cualquiera pueda acercar su trabajo a ser revisado y – en el caso de tener un talento descomunal (porque los estándares de calidad son elevadísimos) -, ser elegidos entre los no más de 15 trabajos que semanalmente compra la revista.
Casi (Muy) En Serio (Very Semi- Serious) divierte e invita a la reflexión que ha hecho del New Yorker y sus caricaturas una piedra angular de dicho arte. Esto es visto de la mano de Mankoff, quien por más de 20 años ha editado la sección para posicionarla como un referente mundial tanto de la caricatura como de la postura editorial y política.
A través de la historia del New Yorker como un medio que por más de 90 años ha marcado la pauta de la sátira desde la caricatura, la directora Leah Wolchok arma también una cronología de la emblemática ciudad que alberga a la revista, llevándonos por su historia política, sus tragedias y sus mejores momentos; siempre con el humor que sus caricaturistas imprimen.
Como el trabajo de The New Yorker no solamente es un reflejo de su ciudad, sino también de sus habitantes, la película nos recuerda el valioso trabajo que la caricatura ha hecho por transmitir a cualquier lector la forma en la que el neoyorkino promedio vive; esto sirve a Wolchok de pretexto para adentrarnos a la vida personal de Mankoff.
De igual forma, la directora hace retratos de varios colaboradores frecuentes (de quienes nos especifica cuántos años y con cuántas caricaturas han participado), logrando mostrar que el perfil de éstos es tan variado como los diversos temas que tocan cada semana con sus trazos. Madres solteras, intelectuales de la vieja guardia o jóvenes introvertidos; el New Yorker no discrimina perfiles siempre y cuando el trabajo refleje la línea editorial que Mankoff conserva como legado del medio. Aunque la directora se involucra más personalmente en algunas de las historias particulares, es siempre con la intención de glorificar y poner en primer plano el importante trabajo que yace en tan aparentemente holgada forma de analizar la sociedad que en la revista se ve representada.