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TWD_616_GP_1110_0013-RT.0Hay una gran diferencia entre el suspenso bien justificado y utilizado, y aquél que es requerido como un recurso fácil, que en esta ocasión puede traducirse como «hacerla mucho de emoción.» Tocamos esta idea porque, si bien el último episodio de la gran sexta temporada de The Walking Dead, «Last Day on Earth», presenta su historia a un ritmo cardiaco e incluso estremecedor, falla al postergar en demasía, de manera innecesaria y casi ofensiva para el espectador, un suceso que ya esperábamos prácticamente al inicio de la temporada, es decir, la muerte de un personaje principal.

Comencemos con Morgan, uno de los pocos personajes que, a pesar de la situación, logra mantener su ánimo zen al buscar a Carol y quien, sin embargo, pareciera rendirse ante los métodos impuestos por el apocalípsis para salvar a la otrora ama de casa intimidada (y terriblemente herida), matando a su enemigo y cazador. «El fin justifica los medios» es una premisa que ha tomado gran fortaleza en el transcurso de la temporada, y el acto de quitar una vida pareciera haberse ganado a Morgan, a quien probablemente veremos más mortífero que nunca.

Mención aparte merecen las dos personas a caballo quienes encuentran a Carol y Morgan, con una extraña vestimenta y lanzas (distopía muy temprana, quizá) y que brindan de su ayuda al par que se encuentra en apuros. Presumiblemente, este par proviene de The Kingdom, un lugar de refugiados de gran tamaño, por lo que es posible imaginarnos que sea el bastión desde el cual Rick y su grupo planeen su venganza contra Negan.

Hablando de esto, seamos coherentes y vayamos al grano: ¡qué maravillosa interpretación de Jeffrey Dean Morgan como Negan! Desafortunadamente, consideramos que esa escena, que más de un fan ha esperado desde el inicio de la temporada, se vio arruinada por el innecesario recurso de dejar la incógnita en el aire sobre quién murió a manos del villano y Lucille, su bat con púas. Es la segunda vez que los productores de la serie parecieran querer replicar el efecto Jon Snow de Game of Thrones (la primera con Glenn), pero vamos: en la serie de HBO se utiliza de manera puntual, con un suspenso exquisito y justificado, contrario a este final de temporada que, lejos de dejarnos en vilo durante siete meses como Game of Thrones hizo un año, pareciera un recurso barato para enganchar al público.

No nos malentiendan: la guerra psicológica que Negan emprende contra Rick y su grupo es sensacional, no da respiro alguno y da cuenta de la tenacidad, inteligencia y sobre todo malicia del personaje. ¿Qué tal esos silbidos, resonando una y otra vez y que, en un punto climático en la maravillosa secuencia en el bosque, terminan por derribar física y mentalmente a los protagonistas, mientras buscan llevar a Maggie a Hilltop para salvarla a ella y su bebé? La persecución se torna slasher (recuerda a Evil Dead) y la manera en que acorralan a los personajes es brutal. En aquél bosque se ahoga toda esperanza, y la omnipresencia de Negan, sugerida en capítulos anteriores, es más fuerte que nunca.