Seleccionar página

YoTransitando frecuentemente entre la realidad agreste y la fantasía en la cual cree tener habilidades premonitorias, un corpulento hombre con retraso mental subsiste ayudando a matar y desplumar pollos en el restaurante del que es dueña su madre, en los linderos de un municipio mexiquens. La llegada de la hija adolescente de la nueva empleada del lugar, y cierta invitación a un karaoke, trastocará la cotidianidad de este hombre que asegura tener sólo quince años. La tragedia es inevitable, ¿o quizá todo forme parte de sus sueños?

Este es el comienzo de Yo, el cuarto largometraje de Matías Meyer, en el cual nuevamente trabaja adaptando un material literario como ya ocurría en El calambre (2009) y Los últimos cristeros (2011). A propósito del próximo estreno de la cinta que ganó los premios a Mejor Largometraje Mexicano y Mejor Actor en la pasada edición del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM), conversamos con el director acerca de cómo buscó transmitir la misma ansiedad y miedo que él sintió cuando terminó de leer la obra original.

Cinema Móvil: Leo en los créditos que tu película está basada en un cuento de Jean-Marie Gustave Le Clézio. ¿Cómo llegas a él y qué elementos querías extraer de este?

Matías Meyer:Historie du Pied et Autres Fantasies, el libro en el que está incluido Yo, me lo regaló mi madre y ya no sé si es algo que yo inventé o no, porque ella ya no se acuerda, pero me dijo ‘Yo creo que hay un cuento que te puede gustar para adaptarse’. Entonces empecé a leerlos preguntándome cuál sería; de pronto llegué a Yo y cuando lo terminé dije ‘Aquí hay una película que me gustaría filmar’.

Me gustó mucho que es una especie de fábula moderna, me gustaron mucho las imágenes que contaba, por ejemplo él matando pollos con una aspiradora o intentando revivirlos con respiración de boca a pico. Me atrajo también la tensión sexual que se da cuando está con la niña en el bosque y la ansiedad de saber en qué momento esto se va a tornar en tragedia.

Y también tuvieron que ver experiencias que yo había tenido con personas con cierto retraso mental, por ejemplo tengo un primo con el que me llevo muy bien quien probablemente nunca va a llegar a ser independiente y observo el tipo de vida que lleva, cómo esta pasa más por las emociones y sentimientos que por la racionalización. Entonces me sentía cercano al personaje, dándome cuenta que en México hay un tabú muy fuerte con las personas con discapacidad, no se les da el espacio y las atenciones que se les tendría que dar, familias que se sienten avergonzadas de tener un hijo con algún tipo de déficit y que prefieren tenerlo encerrado en la casa para que no se vaya a enterar la sociedad. Una vez me tocó ver una imagen muy impactante, desde una azotea hacia el patio de otro edificio, un joven de unos quince años que estaba prácticamente desnudo amarrado con una cuerda y un plato como si fuera un animal. Creo que en el país todavía queda mucho por hacer para lograr que se adapte mejor esa gente, que creo que tienen mucho que dar a nivel emocional”.

Cinema Móvil: ¿Cuáles son las dificultades de trabajar con un material ajeno?

Matías Meyer: “Justo tuve un encuentro con el escritor en donde me dijo ‘Por favor, no respetes mi obra, si me respetas demasiado no va a salir bien, entonces hazla tuya, aprópiatela’ y fue lo que hice. Pero al final creo que sí termina siendo bastante fiel; hay un cambio a nivel estructural, de personajes que salieron, el final es diferente también y le metí mucho más aspectos oníricos, pero creo que sí se conservó esa ansiedad que tienes cuando lees el cuento. En el proceso recordé la novela Of Mice and Men de John Steinbeck, la cual en la versión cinematográfica John Malkovich interpreta al hermano con retraso mental quien se emociona tanto cuando toca algo suave como los ratones o el vestido de terciopelo de una mujer que no mide su fuerza y termina por matar”.

Cinema Móvil: Con un personaje que se mueve todo el tiempo entre la inocencia y el deseo, entre el sueño y la vigilia, donde queda con un misterio, ¿cuál era la experiencia que querías proyectar?

Matías Meyer: “Creo que en general la película es agridulce, por un lado es muy inocente y por el otro juega con la parte perversa de nuestra imaginación. Hubo una espectadora en el Festival de Morelia, que se salió y después nos enteramos que los hizo porque le dio miedo que el personaje fuera a violar a la niña, que es algo con lo que estuve jugando, con las expectativas del espectador. A nivel tono me gustaba esta ambivalencia entre el sueño y la realidad, lo vemos muchas veces durmiendo, entonces terminamos un poco como él, que no conoce bien los límites de su realidad. La película tiene que ver con nuestro inconsciente”.