En 2007, un año antes del episodio final de la exitosa saga juvenil High School Musical (Kenny Ortega, 2006-2008), Zac Efron protagonizó Me and Orson Welles, dirigida por Richard Linklater (Boyhood), demostrando que su apariencia contenía un talento que pocos sabíamos rebasaba sus ya comprobadas habilidades para el baile y el canto. Pero, como suele suceder con cualquier actor exitoso cuyo físico es digno de portadas en las revistas juveniles para chicas, el camino de Efron ha visto dificultades a la hora de afianzarse como un actor con algo más para ofrecerle a un público exigente.
Resulta curioso que justamente la anterior entrega de Buenos Vecinos (Nicholas Stoller, 2014) -aún después de dos trabajos notables como lo fueron The Paperboy, de Lee Daniels (Precious), y At Any Price, de Ramin Bahrani (Man Push Cart, Goodbye Solo)- haya sido la que finalmente le abrió los ojos al público de su talento; ahí, Efron encarnó al patético Teddy Sanders, un eterno springbreaker que decide hacerle la vida imposible a sus recién mudados vecinos, interpretados por Seth Rogen y Rose Byrne, que además están estrenándose como padres.
El éxito de la improbable dupla que exitosamente formaran Rogen y Efron, de inmediato llevó a Universal Pictures a ordenar una secuela que, desde su anuncio, sonaba a una innecesaria y pésima idea. No obstante, para sorpresa de varios y guardando las debidas proporciones dada la naturaleza cómica de la cinta, es justo decir que Buenos Vecinos 2 (Nicholas Stoller, 2016) no decepciona si lo que se busca es nada más que un buen rato en la sala de cine o una stoner movie efectiva para los fans de Rogen y su cacareado gusto por la ganja.
Retomando los personajes que protagonizaran el episodio anterior, el director trae de vuelta a la familia Radner, años después de los eventos que los enemistaran con Teddy. Ahora padres de una niña bastante crecida respecto a la primera parte, además de esperando una segunda, el joven matrimonio logra deshacerse de la casa que tantas pesadillas les ocasionó durante la presencia de la fraternidad como vecinos inmediatos, aunque dicha venta está sujeta a 30 días de prueba. Dentro de ese lapso, los nuevos compradores deben asegurarse de querer hacerse de la casa de los Radner que, aunque ya no sufre de las salvajes fiestas antes organizadas por el problemático personaje de Efron, no ha dado sus últimas sorpresas non-gratas.
Al mismo tiempo que Stoller nos pone al día con la mayoría de los personajes que conocimos en la primera parte, de entre los que destaca un divertido giro a la naturaleza del mejor amigo de Teddy que es interpretado por un hilarante Dave Franco, conocemos también a Shelby (Chloë Grace Moretz) y sus amigas que, cansadas de que la única forma de divertirse en la universidad sea asistir a fiestas organizadas por fraternidades misóginas e inmaduras, deciden rentar la casa que antes habitara Teddy, para divertirse bebiendo y fumando mariguana sin la supervisión de sus padres o maestros. Pero cuando los Radner empiezan a oler problemas con la amenazante presencia de esta horda de adolescentes ansiosas de diversión, la enemistad con Teddy -quien les sirve a las chicas de consejero- se enciende nuevamente como dinamita.
En apariencia, Buenos Vecinos 2 no ofrece nada nuevo a la premisa ya explorada por el director y sus personajes. Se podría decir incluso que, argumentalmente, se trata de una película que perezosamente repite lo ya visto antes con algunos chistes y gags que regresan descaradamente, pero la inclusión de una elenco femenino como el nuevo grupo de adolescentes al que los Radner deben hacer frente le permite al director y a sus guionistas entrar a un territorio temático que, aunque muy superficialmente, logra refrescar desde otra perspectiva -no feminista pero sí femenina- el dilema planteado por su antecesora respecto a la madurez y las inquietudes juveniles reflejadas en los conflictos de edad y género a los que la dinámica entre estos dispares grupos deben enfrentar.
Los chistes de penes se convierten en chistes de tampones y la imprudencia de ponerle un dildo en las manos (una y otra vez) a una niña que no ha cumplido siquiera los 5 años, curiosa y afortunadamente, permiten a Stoller, Rogen y compañía comentar sobre cómo es visto el comportamiento pseudo-macho que ha caracterizado muchas de sus creaciones desde la trinchera femenina, misma con la que buscan redimirse desde una particular comprensión. Y aunque la crítica al pueril comportamiento de sus personajes masculinos está presente, los realizadores detrás de Buenos Vecinos 2 tampoco perdonan cuando se trata de retratar la insolencia y locura juvenil que estas chicas exudan.
Calificar a esta secuela de una versión “feminista” de la entrega anterior es demasiado atrevimiento, aunque no habrá quien lo haga con irresponsable ligereza, pero también es verdad que sus esfuerzos por ser incluyente, sin dejar de lado el humor vulgar y escatológico, le dan una frescura inesperada que encuentra con éxito las carcajadas del público.