¿Quiénes fuimos? ¿Quiénes somos? ¿Quiénes seremos o deseamos haber sido? En un resort de lujo en los Alpes, los dos personajes principales de Youth, la nueva película del italiano Paolo Sorrentino (La Gran Belleza), parecen cuestionárselo constantemente.
Negados a que sus glorias yacen en el pasado, Fred Ballinger (Michael Caine) y Mick Boyle (Harvey Keitel) pasan sus días esquiando, sumergiéndose en una alberca templada o simplemente perdiendo el tiempo en las majestuosas veredas del hotel mencionado. Para este par de artistas (el primero un director de orquesta y el segundo un cineasta), el resort sirve como una especie de limbo, tanto laboral como de vida, donde ambos deben re evaluar las posibilidades de un regreso a sus respectivos escenarios.
De los dos, Fred (Caine, demostrando que a sus 83 sigue teniendo la presencia en pantalla de un leading man) es el único cuyo retiro parece definitivo, mientras que Mick (Keitel, también sensacional) está trabajando el guion de su siguiente película. Cuando un emisario de la reina le ruega a Fred que regrese a dirigir una orquesta para la celebración del cumpleaños del príncipe, sus dudas existenciales toman una nueva dimensión, haciéndolo cuestionarse si acaso su obra, su profesión y él mismo permanecen tan obsoletos como le indica su percepción.
Es a partir de este sencillo planteamiento que Sorrentino da rienda suelta nuevamente a su inspirada forma de contar historias. Sirviéndose de simbolismos, guiños, secuencias de ensueño y diálogos juguetones con significados ocultos, el italiano hace un exitoso retorno a Hollywood (después de su incursión con This Must Be The Place, protagonizada en 2011 por Sean Penn) que, aunque nunca alcanza a su gloriosa antecesora La Gran Belleza (2013), sí demuestra un cine con complejidad, pero que nunca reniega del espectáculo visual o el entretenimiento.
Sorrentino puede pecar de pretencioso – hay diálogos completamente irreales, de esos que ni los poetas enuncian en su día a día sin sonar pomposos -, y en ocasiones su grandilocuencia se siente sobrada argumentalmente (aunque en lo visual no hay desperdicio) pero esa misma postura elevada encuentra un balance en sus momentos más humorísticos o populacheros. Ya sea en una referencia directa a Maradona, un pequeño gag demostrando con una Miss Universo que nada es lo que parece o la hilarante caracterización de Hitler que hace un frustrado y joven actor (Paul Dano); en cada instante de Youth habitan esas reflexiones sobre la vida y el paso del tiempo que tanto fascinan a su director, aderezadas de nostalgia por un pasado “mejor” (incluso en su estética, nuevamente reminiscente del estilo más clásico de Fellini, inspiración expresa de Sorrentino) y siempre incisivas sobre temas que a todos conciernen.