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384240**SPOILERS A CONTINUACIÓN**
Más allá de ser el capítulo que cierra la temporada, The Winds of Winter resumió en 69 minutos todos los aciertos que han caracterizado a Game of Thrones a lo largo de sus seis temporadas: frías y meticulosas venganzas, problemas de estirpe, escenarios improbables, la nostalgia, el rencor y, sobre todo, la guerra. En 10 episodios, la serie trabajó arduamente para llevarnos a este momento, y el resultado es tan fructífero que cada segundo expele una enorme riqueza visual, argumental y emocional.
Hablemos, por favor, de ese majestuoso inicio. El camino que Cersei recorrió desde la Caminata de la Vergüenza hasta ahora ha sido largo, pero su paciencia y determinación en vengarse culminaron en algo que parecía improbable hace una temporada: deshacerse de todos sus enemigos en King’s Landing, pero también de cualquiera que dudara en reconocerla como la nueva ocupante del Trono de Hierro. Esta secuencia tiene una particular elegancia en su desarrollo; la música (inédita hasta el momento), el montaje, incluso la interacción de los personajes con su entorno, y la culminación con el sorpresivo y minimizado suicidio de Tommen (¿alguien más se acordó de Ida, de Pawel Pawlikowski?).
El efecto de la venganza de Cersei en el espectador -y de aquí partimos para hablar de todos los eventos presentados en este episodio- es mayor ya que refleja de la mejor manera las resoluciones que toman lugar en Game of Thrones; no se trata de situaciones precipitadas, donde los productores o el propio George R. R. Martin decidan terminar un conflicto sólo asesinando a sus personajes, sino que se va más allá. Se toman el tiempo para que el espectador conozca a los involucrados en el problema, entienda las motivaciones de sus actores y, cuando la resolución toma lugar, no queda más que asimilar que, por más dramático que sea el resultado, corresponde a lo ya visto.
Otro ejemplo de ello es la gloriosa venganza ejecutada por Arya, que sólo puede ser dimensionada teniendo en cuenta todo el entrenamiento detrás de ella, que hizo posible ese esperado momento que guarda una notoria semejanza con La Boda Roja, desde que los Lannister cenan con los Frey (donde Arya ya le pone la mirada encima a Jaime) hasta que el patriarca de éstos es degollado, haciendo eco de la muerte de la propia Catelyn Stark. La venganza es un plato que se sirve frío, literalmente.
Lo realizado por Arya, además de que deja el bastión de Riverlands prácticamente libre para ser tomado por el Norte, nos hace pensar en una futura reunión de los Stark sobrevivientes: Sansa y Jon (de quien se ha confirmado la famosa teoría de que es hijo de Lyanna Stark y, probablemente, Rhaegar Targaryen) quienes se encuentran en Winterfell, y Bran, quien está por llegar al Muro. Los Stark son nuevamente la autoridad en el Norte (detonado gracias a la grandiosa intervención de la pequeña Lyanna Mormont), y la región pareciera más preparada que nunca para hacer frente al invierno, que finalmente ha llegado.
Serán dos las guerras que podrían transcurrir en la siguiente temporada: la del Norte contra los white walkers (donde también Sam puede cobrar protagonismo, ahora que se halla en la Ciudadela), y en King’s Landing, donde Cersei tendrá que enfrentar una poderosa alianza entre Daenerys Targaryen, lo que resta de la casa Tyrell y el estratégico acercamiento que la Madre de los Dragones tuvo con Dorne.
Con un título que de sólo leer enchina la piel, The Winds of Winter resulta una antología, un compilado de éxitos de lo que hace a Game of Thrones tan buen material televisivo. Su conclusión ocurre en un punto muy álgido, en toda la extensión de la palabra, y aunque se ha confirmado que la siguiente temporada sólo tendrá siete episodios, no dudamos que cada uno de estos sea épico. Sin duda alguna, y hasta el momento, la mejor temporada de toda la serie.
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