Ir contra la corriente siempre supone una ardua tarea, y más cuando se trata de combatir algo tan dolorosamente idiosincrático como lo es/ha sido la segregación racial, por lo cual también siempre será reconfortante un recordatorio – lo necesitemos o no – de las personas que se esfuerzan en hacer una diferencia en el modo en que percibimos a nuestros semejantes, algo que relata muy eficazmente All the Way (Jay Roach, 2016), la nueva cinta de HBO que, con unas poderosas actuaciones y una línea argumental bastante estricta, nos muestra que algunas veces el fin sí justifica los medios, específicamente cuando se trata de un bien social que únicamente puede ser logrado a través de la política.
Para ello, el imponente Bryan Cranston personifica a Lyndon B. Johnson, el vicepresidente de Estados Unidos quien en 1963, luego del asesinato de John F. Kennedy, se convierte en el hombre más poderoso del mundo al asumir la presidencia estadounidense.
Sin embargo, lo hace en uno de los momentos más conflictivos del país, ya que la ausencia de Kennedy pega en el ánimo de los afroamericanos, y específicamente en su esperanza por sacar adelante una ley que defienda los derechos civiles de los negros, en un panorama tenso por otros conflictos que ven su nacimiento en esta época, como la Guerra de Vietnam.
Por ello, Johnson tendrá la ardua tarea de llegar a una resolución que satisfaga sus ambiciones políticas, pero también las de su partido y los votantes tanto blancos como negros (estos últimos liderados por un joven Martin Luther King interpretado por Anthony Mackie), mientras intenta darle cabida a la lucha que mantiene con sus demonios personales.
Aunque la historia transcurre en apenas algunos meses, desde que Johnson asume la presidencia hasta que contiende por la relección para redimirse como un político que se gana la presidencia por méritos propios, y no por accidente, el conglomerado de diversos conflictos internos tanto en el partido demócrata como en el republicano, e incluso al interior de los aliados a Luther King, denota la dificultad de unir a tantos frentes bajo una misma bandera, aun cuando se trate de posturas aparentemente tan delineadas como estar a favor o en contra de los derechos civiles de la comunidad afroamericana.
A pesar de que el conflicto que se discute en el filme es de grandes proporciones, sus actores debaten y resuelven el camino que éste tomará de manera íntima, de la misma manera que regularmente suelen manejarse las problemáticas en la política: unos pocos hombres tomando decisiones por muchos.
De ahí que el carácter teatral de este filme (que de hecho está basado en una puesta en escena también protagonizada por Bryan Cranston que ganó el Regional Theatre Tony Award por Mejor Actor) sea el vehículo adecuado para reflejar las interminables confrontaciones de todos los frentes de un movimiento que sólo busca una mejor convivencia entre todos.
Con firmes actuaciones y personajes muy bien delineados, All the Way constituye un recordatorio de que aún ante los propósitos más bondadosos siempre estará una lucha de intereses, a la cual se le tiene que hacer frente para llegar a ese fin que puede beneficiar a la mayoría, a pesar de que esté en manos de unos cuantos políticos tomar esa decisión.