Rodeada lo mismo de animales exóticos que de los más variados objetos de utilería provenientes de operas famosas, Marguerite Dumont mujer sexagenaria perteneciente a la aristocracia del París de los años veinte, se sueña diva y soprano irrepetible, organizando conciertos privados en su mansión donde ella es el acto principal. Una reseña desmedidamente favorable realizada por un joven crítico advenedizo, que había podido presenciar clandestinamente uno de aquellos recitales mezclándose con la concurrencia, motiva a esta entusiasta de la música a producir una presentación pública. Sólo existe un pequeño detalle: nadie se ha atrevido a confesarle su inexistente talento.
Protagonizada genialmente por Catherine Frot, uno de los rostros más característicos del cine francés contemporáneo, e inspirada en la figura de Florence Foster Jenkins, socialité y cantante de ópera quien a pesar de contar con una desastrosa voz perpetuamente fuera de tono, gozó de cierto culto en el Nueva York de inicios de siglo (la cual ya ha sido objeto de tres obras de teatro, un documental y un recentísimo biopic interpretado por Merly Streep); Marguerite es una tragicomedia que rehúye al solazarse en el aspecto más romántico de ese pasaje que se antoja inverosímil (cancelando de este modo la sublimación y el esperado reconocimiento), presentando en su lugar una ronda de personajes peripatéticos que se mueven a través de la fantasía y el artificio como único escape.
Ahí está el marido, abrumado por el remordimiento a causa de una relación adúltera; ese crítico que se ve incapaz de escribir siquiera una línea dedicada a una atractiva cantante de promisoria carrera que conoció fortuitamente, prefiriendo sumergirse en sueños de opio cada noche; el amigo de este, involucrado en la escena dadaísta en busca de un mecenas; el artista de popularidad decadente quien se finge como ínclito maestro; y el compasivo mayordomo de esa mujer ignorante, ocupado en fotografiarla con fastuosos vestuarios.
Si bien, la película dirigida por Xavier Giannoli contiene momentos intrigantes dentro de los cinco capítulos en el que está dividida (aquellas secuencias del improvisado cuarto oscuro en el cual el silencioso mayordomo se entrega embelesado en las imágenes reveladas, por ejemplo); lo cierto es que difícilmente desarrolla alguna de las sub-tramas y, en vez de que estas enriquezcan la historia, sólo acaban contaminándola. Así pues, más que oda a la pasión, el arrebato y la inspiración, Marguerite termina siendo una irregular reflexión en torno a la frustración, la soledad y la mentira.
En Cartelera: Viernes 24 Junio 2016: Cinépolis, Cinemex.