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outcast-1000x1485-posterHablar de materiales fílmicos y televisivos que aborden la posesión demoniaca ya no resulta novedoso, sobre todo cuando esta fórmula se ha repetido en innumerables ocasiones. Este es un poco el caso de Outcast (2016), la nueva serie de Robert Kirkman (creador de The Walking Dead) que desata emociones encontradas, ya que si bien hay pocos elementos inéditos que pueden rescatarse hasta ahora, su ritmo, drama familiar y un suspenso que sólo pareciera poder lograrse a través de las series, la convierten en un material atractivo, que seguramente habría que juzgar hasta finalizar la temporada.
La serie tiene como eje la historia de Kyle Barnes (Patrick Fugit), un hombre cuyos seres queridos han sido poseídos por demonios a lo largo de su vida, lo que le lleva a aislarse de su comunidad sólo siendo visitado por su hermana adoptiva, Megan Holter (Wrenn Schmidt). Es hasta que empieza a hallar pistas de la mano del reverendo Anderson (Philip Glenister) que cierta luz es arrojada sobre por qué ha sido perseguido por estos seres a lo largo de su vida y, además, empieza a descubrir señales de algo más grande que puede involucrar al resto del mundo.
El argumento de Outcast no es precisamente algo que destaque por su novedad, como sí lo hace la manera en la que la historia va tomando forma, por lo menos en los tres primeros episodios que hemos visto hasta ahora. Las posesiones en la comunidad de Barnes se presentan como pequeños casos aislados de un virus que pareciera extenderse irremediablemente y, a la par, los protagonistas luchan con sus demonios internos en historias que guardan una relación directa con el ascenso demoniaco, pero también independiente de éste, lo que lleva a los personajes a realizar varias acciones disparatadas en apariencia, pero justificadas en conjunto.
Aunque se trate de casos de posesiones aisladas, no parece que a la historia le tomará un millón de episodios responder varias intrigantes preguntas que se arrojan desde el primer capítulo. Todo va a un buen ritmo: responde lo suficiente, pero no demasiado para enganchar apropiadamente al espectador.
Cuando se lee “demonios” y “Robert Kirkman” en una misma oración, quizá pueda deducirse que Outcast se trata de un material similar a The Walking Dead pero que, en vez de utilizar a walkers, se apoya en la existencia de demonios. Sin embargo, las similitudes radican más en el drama familiar que ambos programas presentan y, sí, en el nivel ya socialmente aceptado de gore que utilizan. Pero no se engañen, ya que ambos shows son muy diferentes en la práctica.
Hasta ahora puede suponerse que la nueva serie de Kirkman (también basada en una reciente serie de cómics de su autoría) es más de lo mismo, pero con base en lo visto, decir esto sería una verdad a medias. Recordemos que The Walking Dead también se toma su tiempo en despegar, e incluso en esta ocasión podemos decir que Outcast se cuenta con más velocidad aunque sin precipitarse,  conservando el invaluable sello de su creador: la cualidad de que sus personajes se debatan entre su humanidad, o dejarse llevar por el apocalipsis del exterior. Una serie que no hay que perder de vista.
https://www.youtube.com/watch?v=Tzq8V3FkNwM