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cell-posterStephen King es probablemente uno de los escritores más adaptados a la pantalla grande. Si nos pusiéramos a enumerar las cintas que provienen de su trabajo no terminaríamos, algunos de sus ejemplos más clásicos o famosos son; El Resplandor (Stanley Kubrick, 1980), Eso (Tommy Lee Wallace, 1990), Sueño de Fuga (Frank Darabont, 1994), La Niebla (Frank Darabont, 2005) y muchísimas más. Al ser tantas se entiende que se puedan dividir fácilmente entre las buenas y las malas, entrando las recién mencionadas entre las buenas. En esta ocasión, otra adaptación a su obra nos llega a la pantalla grande; Conexión Mortal, basada en la novela Cell pero, desgraciadamente, se instala automáticamente entre las malas.

Viendo que sus actores protagonistas son John Cusack y Samuel L. Jackson no extraña el pobre nivel del producto final. Y es que Cusack sin duda esta en sus horas más bajas, ya que la mayoría de sus últimas películas han salido directas a video. Una lástima considerando que fue uno de los actores más todo terreno de Hollywood y siempre intervenía en buenos filmes, hasta hace unos años. En el caso de Samuel L. Jackson, por cada buena cinta que hace, hace otras tres malas y esta es una de esas.

Clay Riddell (Cusack) es un escritor de novelas gráficas que se encuentra en el aeropuerto de Boston, preparando su regreso a casa después de acudir con éxito a la presentación de su último trabajo, el cual ha sido comprado. Todo su entorno se vuelve una pesadilla cuando todos a su alrededor usando un celular se convierten en una especie de zombis sedientos de sangre. Ante esto, Clay intentará huir de la ciudad en la que se encuentra y dar con su familia para resguardarse del Apocalipsis al que el mundo está sucumbiendo.

Conexión Mortal es una versión “diferente” sobre el cine de zombis, con algunas buenas ideas y un buen arranque, pero que se vuelve monótona mientras avanza y cae en los mismos problemas que, por ejemplo, cae la serie The Walking Dead; ritmo lento, redundancia en diálogos y situaciones, todo en medio de una puesta en escena paupérrima que en ocasiones da pena ajena por los pocos recursos con lo que se intentan hacer secuencias impactantes y espectaculares. Se trata de un mensaje en contra de la dependencia que vivimos en nuestros días respecto a nuestros smartphones que, aunque se percibe, termina diluyéndose rápidamente.

Generalmente no estoy a favor de los presupuestos elevados, hay muchos filmes independientes con gran imaginación que no necesitan mucho dinero para plasmar buenas ideas, pero también hay casos en los que sin duda la naturaleza de la historia pide ciertos recursos para llevar a cabo la visión que se necesita. Este es uno de esos casos y ni el guión que escribe el mismísimo Stephen King logra arreglar estos tropiezos. Una verdadera lástima que el proclamado maestro del horror ponga su nombre aquí.

Los actores entregan un trabajo decente, nada extraordinario, pero cuando menos le aportan un poco de seriedad al conjunto, ya que su presencia nos desvía la atención de un film con muchas deficiencias artísticas.

En conclusión, se trata de una cinta que se puede relacionar con el popular sub género de zombis pero que cae estrepitosamente pasada su primera mitad. A su favor se puede decir que con un poco más de presupuesto, la experiencia hubiera sido más satisfactoria. Si se busca una mejor historia sobre un pulso magnético proveniente de aparatos electrónicos y que vuelve en asesinos implacables a la gente recomiendo mejor ver The Signal (David Bruckner, Dan Bush, Jacob Gentry, 2007.