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strangerthingsposterEn medio de una creciente ola de cintas de superhéroes, remakes y reboots que funcionan como placebo para la insaciable sed de nuevo material que nos ayude a volar e imaginar más allá de nuestra cotidianidad, la refrescada en la ciencia ficción en televisión parece venir de la mano de lo nostálgico, o por lo menos esa es la sensación que nos dejó Stranger Things (Matt y Ross Duffer, 2016), la nueva serie original de Netflix que llega con bombo y platillo, ¡y con toda razón!, ya que su historia, personajes, ambientación y conflictos logran conformar una antología de razones por las cuales amamos a la ciencia ficción, en un material apto para casuales y clavados de todas las edades.

Este viaje spielberg-carpenteresco comienza en el ficticio poblado de Hawkins, Indiana, cuando Will Byers (Noah Schnapp) desaparece en extrañas circunstancias luego de una noche de Calabozos y Dragones con sus amigos Mike (Finn Wolfhard), Dustin (Gaten Matarazzo) y Lucas (Caleb McLaughlin). A partir de entonces sus amigos, su madre Joyce (en una aplaudible actuación de Winona Ryder) y su hermano Jonathan (Charlie Heaton), ayudados por el oficial Jim Hopper (David Harbour) y el poblado de Hawkins, emprenderán una exhaustiva investigación para descubrir qué ocurrió con él, y también sobre el origen de otros sucesos inéditos que comienzan a sucederse.

¿Cómo puede explicarse que una historia que hemos visto en pantalla decenas de veces pueda dar tan magníficos resultados? Uno de los primeros factores de ello es, sin duda alguna, los histriones que dieron vida a los personajes. Cada uno, además, impregnado de una personalidad tan atractiva que prácticamente no deja huecos aburridos entre secuencias importantes. Sumamente destacables las actuaciones de Ryder, Harbour e incluso la pequeña Millie Bobby Brown como Eleven, quien con apenas un par de líneas y una feroz mirada logra robarse escenas enteras.

Una importancia similar tiene la serie de guiños a otros materiales de ciencia ficción, que van desde lo ambiental (como la reminiscencia de The Thing en esa secuencia inicial), lo sonoro (musicalmente a lo Close Encounters of the Third Kind, que también influye atmosféricamente); ambientalmente a lo hecho en Poltergeist e incluso Lost), y argumentalmente a un sinfín de historias, que podrían ir desde E.T. the Extra-Terrestrial o Men in Black, pasando por la novela The Girl Who Loved Tom Gordon, de Stephen King, hasta Super 8 y X-Files, sólo por mencionar algunos. De ahí que no podamos hallar otro adjetivo más adecuado para Stranger Things que nostálgico, pero no como un recurso barato o fácil, sino más bien en un sentido de homenaje, una carta de amor que también va dirigida al público sci-fi.

A ello se suman los puntuales conflictos familiares, amistosos y románticos entre los protagonistas, que provocan que esta serie oscile constantemente entre la ciencia ficción y el coming-of-age, con una carga dramática muy aceptable que en ningún momento se siente fuera de lugar, y encaja muy a lo Steven Spielberg. No todo el tiempo se trata de fuerzas supernaturales, ni se abusa del carácter conspirativo-paranoico que adquiere en determinado momento la serie; de alguna manera, los hermanos Duffer logran nivelar todos estos elementos de manera oportuna y muy eficaz.

En apenas ocho episodios, Stranger Things logra evocar algunos de los más gloriosos momentos del género, y si bien optó por la nostalgia como recurso para atrapar la atención de su público, su manera de recurrir a ella irradia un gran gusto, y deriva en una serie digna de maratón. Lo mejor que hallarán entre el reciente repertorio de Netflix.

https://www.youtube.com/watch?v=Q5jBAqz3HWE