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ReginaRegina resulta ser toda una extravagancia proveniente de Mexicali: un virulento drama psicológico que se va incubando en un hogar ubicado en tierra de nadie, degradando de manera cada vez más rápida a una familia integrada por un padre fanático religioso, una hija adolescente que es tratada por este, literalmente como mascota (bozal y correa incluidos), quien ha estado viviendo secuestrada durante los últimos dos años; y una madre prácticamente ausente debido a su ceguera, así como a los somníferos que es obligada a consumir.

Si la ciudad bajacaliforniana se convierte, a través de un tono relajiento, en la verdadera protagonista de Levantamuertos de Miguel Nuñez (actualmente en cartelera), siempre asfixiante e impredecible, haciendo alusión de manera indirecta a la resaca del calderonismo; el asistente de dirección de ésta, Javier Ávila, se interna con Regina en este micro-cosmos doméstico para registrar las (particulares) rutinas y costumbres de este trío, colocando a esta ópera prima como el resultado si El Castillo de la Pureza colisionara con The Woman en la frontera México-Estados Unidos.

Y es esa misma condición de rara avis la que le ha permitido moverse libremente entre los festivales alternativos y las propuestas más radicales (como Distrital), así como en los de cine de género (como Feratum o Macabro). A propósito del estreno de la cinta en el circuito de salas alternativas (ectualmente en La Casa del Cine), conversamos con el realizador.

Cinema Móvil: ¿Cómo surge Regina? ¿Es ficción o está basada en algún caso de nota roja?

Javier Ávila: Yo soy de Tijuana pero estaba estudiando Medios Audiovisuales en Mexicali. de este modo, dentro de los traslados en camión, observaba en la carretera estas casas enormes que se encuentran en medio de la nada; así que me quedé pensando, ‘¿quién vivirá ahí?, ¿qué historias se llevan a cabo en su interior?’, porque es muy fácil que pudieran ocurrir actos terribles, crímenes en lugares inhóspitos y nadie se enteraría.

Cuando escribí el guión yo la pensaba como una comedia donde realizaba una crítica hacia la Iglesia en los tiempos modernos. Entonces el personaje del papá era muy religioso, muy estricto, y cuando sorprende a la hija en una movida, la secuestraba, atándola con unas esposas a su propia muñeca, y la llevaba con él a todos lados durante un día para que aprendiera a vivir como lo dice la Biblia; pero como era muy tendenciosa, no funcionaba. Yo quería que cualquiera pudiera interpretarla como mejor le conviniera sin tener que andar metiéndole ideas a la cabeza. No me gustó finalmente que estuviéramos burlándonos de esos temas, con un humor un poco simplón o burdo. Al no querer hacer una película con un humor estilo inglés, vi que no encajaba para el escenario y consideré en darle un giro a la historia y así llegué a este planteamiento pero más dramático.

Si bien Regina no está inspirada en una experiencia que me haya tocado vivir, sí conocí una historia similar y a partir de ahí empecé a investigar más acerca de este fenómeno que se da alrededor del mundo, donde el padre tiene encerrada a su familia tal como sucede en El Castillo de la Pureza o en la película griega Dogtooth, pero tratando de no dirigir el guión al reportaje o a la nota roja sino mejor en preguntarse cómo será la rutina de esta familia más allá de situaciones extremas o clichés que se dan cuando se habla de secuestro.

Aunque al final sí conservaste cierto humor negro, macabro…

Sí, quise darle un toque, que la gente se riera aunque sea de esas cosas con las que uno no debería reírse.

Ya que mencionas a El Castillo de la Pureza y Dogtooth, ¿cuáles son las influencias que tiene Regina?

La principal, que ha estado presente siempre desde mis primeros cortometrajes, es el Luis Buñuel satírico y crítico como el de Simón del Desierto o Viridiana. De hecho, hay una referencia a él y se puede ver un extracto de esa película en una escena, mismo que pude conseguir gracias a que un muy buen amigo mío es co-director del Luis Buñuel Film Institute de Los Ángeles y cedió los derechos.

De tal modo, el personaje del papá está inspirado en el personaje que interpretaba Arturo de Córdova, quien es extremadamente celoso y no permite que su esposa pueda voltear a ver a nadie.

Detrás de su humor negro y su desparpajo, Levantamuertos muestra una visión pesimista de la región por la violencia que la azota. ¿Regina es también una analogía de este clima, trasladado al interior de un hogar?

No, para nada. Nunca me quise ir por el lado de la violencia que se genera en una comunidad o del país porque lo que pasa en Regina puede ocurrir en cualquier parte del mundo.

Levantamuertos es más abierta respecto al tema, porque la misma ciudad era un personaje; no diría que esta ola de violencia bajacaliforniana se ve reflejada en la película, esto ocurre todos los días, en cualquier hogar de cualquier lugar. De lo que sí habla es del machismo en la sociedad mexicana, porque es de lo que yo conozco y he vivido. Para derrocarla es como se ve al final de la película, que no es de la mejor manera, pero es la única solución, porque no están las autoridades y porque el papel de la mujer no es igual que el del hombre.

Curiosamente, yo nunca había visto a Regina como una película de género, pero cuando la estrenamos en el festival Cine Las Américas de Austin sí la consideraron así, y cuando se acercaron conmigo me dijeron, debes meter tu película a tal festival, checa este otro porque seguramente le gustará a la gente. A su vez, cuando empecé a leer lo que escribieron de Regina, me topé con cosas como que es gore, o que tiene escenas que no cualquiera las filmaría. Pero como lo veía desde dentro no lo notaba.

¿Cómo fue el acercamiento con Rubén Tamayo (FAX) para la realización del score de la película? ¿Tú le sugeriste ciertas atmósferas? ¿Él tuvo la oportunidad de verla y aportar ideas?

Yo no lo conocía. Él es muy amigo del director de fotografía [César Córdova]. Teniendo un primer corte de la película, yo estaba buscando quién podía musicalizarla, entonces César me dijo que sería bueno hablarle a Rubén, para que se reuniera con nosotros, la viera y nos aconsejara quién podía hacer ese trabajo, ya que está conectado con el medio y sabe mucho de música. FAX la vio, le gustó un chingo y dijo que él quería componer el score. Le propuse que armara un demo y durante ese proceso estuvimos en comunicación constante. Cada vez que ya tenía un track iba al estudio a tocarla en vivo acompañada de las imágenes, y me sorprendió porque le dio justo al clavo, ese era el mood que quería. Cabe decir que él también diseñó el cartel.

Uno de los atractivos de este cine descentralizado al que pertenece tu película es que está interpretado por gente local, lo cual le da mayor verosimilitud a la historia (gracias a su acento, sus modismos, sus actitudes, etc.). ¿Puedes platicar acerca de los actores? ¿Quiénes son ellos?

El papá [Jesús Márquez] y la hija [Gisela Blanco] son de Tijuana, y la madre [Miriam García] es de Mexicali. Los tres tienen bases de actuación pero de teatro. La mamá era la primera vez que hacía algo con una cámara enfrente, ella tiene un grupo de actuación de comedia. El papá es un amigo mío y ya desde mis primeros cortometrajes recurría a él. Con ellos no hice casting, con el personaje de Regina sí, y fue un casting complicado porque no encontraba chicas con las características físicas que yo necesitaba ni tampoco reflejaban esa vulnerabilidad que la película requería. Aunque casi nunca se le ve el rostro, ensayé con ella dos meses, las secuencias más fuertes porque necesitaba sacar ciertos encuadres.

Yo nunca quise actores del DF, porque por muy buenos que pudieran llegar a ser, yo nunca me la hubiera creído. Definitivamente no me quería ir por un nombre famoso.

Películas como Levantamuertos y Regina, ¿son casos aislados o se están generando algunas otras propuestas provenientes de Mexicali?

Sí, se está haciendo un montón. He podido ver que desde hace ya varios años hay colectivos y gente de la escena del video. En Mexicali ya existía pero de forma underground y sólo la gente que estaba estudiando comunicación tenía acceso a equipo. Ahora, como se han abierto carreras de cine en Tijuana y Mexicali, cada vez más gente se está interesando en agarrar una cámara, más allá de estar interesados en ‘vamos a grabar nuestra party’, sino ya para contar historias. Creo que en estos últimos dos años creció la escena más que en los últimos diez.

¿Y hay algún interés generacional en cuanto a temas, estéticas, etc…; o cada realizador está trabajando ajeno al resto?

No, ahí es donde está el problema. Por ejemplo, yo doy clases en la Universidad y batallo mucho con los proyectos de los estudiantes porque todos quieren hacer cine hollywoodense, todos quieren hacer historias de balaceras, de matanzas, siempre son protagonizadas por narcos o por niños bien; o de plano, historias extremadamente fantásticas e irreales. En realidad nadie quiere hablar de historias del lugar donde pertenecen, contar cosas que ellos conocen, parece que las odian, no las abordan. Yo les digo ‘No hay nada de malo en querer hacer cine estilo Hollywood, pero antes de eso, plántate en tu realidad, ve qué tienes a tu alrededor, dedícale todo el tiempo del mundo a tu proyecto para que quede chingón, pero empieza por ti. No quieras comerte al mundo con tu primer cortometraje, pensando que te vas a ir a Cannes. Siendo realistas, no estás en el CCC’

Finalmente, aún con la pujanza, la escena fronteriza al momento sigue siendo marginal…

¡Exacto! Eso es por lo que me peleaba cuando yo estaba estudiando, me topaba con varias historias que sentía que no valían la pena contarse. Para mí lo más importante de una película es que lleve un discurso, una postura, una ideología y que esta se refleje; cosa que no existía en los trabajos de mis compañeros y, en el caso de mis alumnos, es muy raro. Vaya, yo se los digo, la escuela no los va a formar, si no ven cine, no tienen ese gusto, poco podrán hacer en un futuro.

Un buen ejemplo es la Cineteca de Tijuana, la abrieron a finales del 2011 y en su momento se vio como un alivio, como una alternativa con una oferta fresca, diferente, pero la gente no va. Siempre la sala está vacía, van cuando hay un evento gratuito, o porque van a regalar algo o porque van a exhibir cosas de realizadores locales, y estos llevan a sus amigos pero, por poner un ejemplo, hace tiempo me tocó ir a ver Un Mundo Secreto de Gabriel Mariño: éramos ocho personas y se salieron dos. Yo también me quería salir, debo de confesar… (Risas).

Bueno, cualquiera se quisiera salir con esa película…

(Risas) ¡Sí, qué mal! Me quedé para saber por qué le estaba yendo tan bien. Pero ocho personas en una sala habla mucho de lo que está ocurriendo en mi entorno.

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