Luego de un par de papeles olvidables, Ellen Page da de qué hablar nuevamente en Tallulah (Sian Heder, 2016), la nueva producción original de Netflix que combina de un modo extrañamente efectivo el drama y la comedia, tomando por sorpresa en varias ocasiones a su público, y que resultaría un material fresco e innovador… si se hubiera filmado antes de Juno (2007).
Aunque cada material tiene lo suyo, las comparaciones resultan innegables. Esta ópera prima narra la historia de Tallulah (Ellen Page), una joven prácticamente vagabunda quien luego de una pelea con su novio y acompañante Nico (Evan Jonigkeit), orilla a éste a regresar con su madre, harto de la vida errante.
Sin embargo, Tallulah se le adelanta y visita a Margo (Allison Janney), con quien entabla una extraña relación maternal a la par de que huye de un precipitado acto de redención luego de conocer a Carolyn (Tammy Blanchard), una ama de casa muy al estilo de Desperate Housewives que pareciera tener un desprecio por su bebé.
En el primer largometraje de Heder, mejor conocida por ser escritora de algunos episodios de Orange Is The New Black (incluyendo algunos hilarantes como Lesbian Request Denied, y otros de los más dramáticos de la serie como We Have Manners. We’re Polite), se utiliza una fórmula relativamente innovadora en cuanto a los géneros que combina, que lamentablemente pierde atractivo por dos principales razones: su historia y su casting, concretamente con Ellen Page a la cabeza.
Si bien dichos factores podrían pasarse por alto si se presentaran de manera aislada, en conjunto no hay hacia dónde mirar; es decir, Ellen Page como una adolescente desorientada, desalineada, con un nihilismo junesco y una historia que involucra a bebés. ¿Les suena? Es por esto que Page juega a favor y en contra de esta producción, ya que si bien su actuación se disfruta, también hace demasiado eco a su trabajo más conocido.
No nos malinterpreten: Tallulah es un buen material. Dicho personaje cimbra a los demás, actúa como un agente detonante de emociones reprimidas de una gama de historias con las que el público fácilmente puede empatizar, y toca puntos muy delicados sobre temas como el matrimonio y la soledad, todo con tintes existencialistas. Además, sus diálogos son entretenidos, y la oscilación entre la comedia y el drama resulta en ocasiones perturbadora, por lo que si pasamos por alto que el filme es prácticamente un remake espiritual de Juno, todo está en orden.
Resulta interesante la manera en la que Tallulah agarra desprevenido a su público; se trata de una cinta engañosamente simpática, que puede funcionar como pretexto para disfrutar a Ellen Page en pantalla y a la maravillosa química que logra con el personaje de Margo, prácticamente su contraparte. Por ello, con todo y sus reminiscencias y un par de situaciones inverosímiles en el desarrollo de la historia, amerita que el público netflixero le dé una oportunidad.