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bano-de-vidaDentro del imaginario colectivo, mencionar un baño público es referirse a un lugar anacrónico, arrabalero, clandestino y sórdido, ideal para escribir una de aquellas crónicas que se sueñan como periodismo gonzo, mismas que abundan en la red. Inclusive esporádicamente el cine mexicano lo ha retratado como ese sitio donde  se producen romances furtivos (Principio y Fin o El Callejón de los Milagros), intrincados crímenes pasionales (Cumbia Cachonda), o el ejercicio genital lumpen (Emanuelo: Nacido para Pecar y su remake El Agarratodo. Precaución: Paradas Continuas).

Empero, también puede ser un tradicional reducto para rendirle culto al cuerpo y la purificación del espíritu, alejado del caos cotidiano, tal y como lo muestra el documental Baño de Vida ópera prima de Dalia Reyes, en el cual confluyen tres historias entre regaderas, mosaicos vaporosos y toallas: la de Felipe, el sexagenario encargado de uno de esos baños quien rememora un frustrado pasado artístico, Juana, una barrendera del Centro Histórico que carga una serie de violentas tragedias personales, y Jose, clienta asidua desde hace más de cuarenta años y tía de la directora la cual ha convivido con la infidelidad y el machismo en su matrimonio.

Conversamos con la realizadora egresada del Centro de Capacitación Cinematográfica acerca del particular trabajo de campo en el que se embarcó para acercarse a sus personajes y el papel que juegan estos espacios en la vida citadina.

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-Cinema Móvil: Tomando en cuenta el estigma que se cierne en los baños públicos, ¿por qué tu interés por hablar de ellos?

Dalia Reyes: “La idea nació porque dentro de mi vida familiar los baños son  muy importantes ya que yo iba regularmente cuando era niña, y porque a mí me gustaban mucho los espacios, su estética, son lugares que tienen una vida propia, interna. En un inicio yo quería hacer un ensayo fotográfico porque sentía que iba a ser muy difícil encontrar personajes y realizar una investigación a fondo dado el tiempo que nos daba la escuela para hacer nuestro documental, sin embargo en el trabajo de campo hubo mucha gente interesada en participar y entonces se tuvo que modificar totalmente el proyecto”.

-Ya tomando ese cauce el documental, ¿cómo llegas a tus personajes?

“Yo me acerqué a la Cámara Nacional de la Industria de Baños y Balnearios para que me facilitaran el acceso, sin embargo los dueños de los diferentes baños estaban muy cerrados a que alguien entrara con cámaras, porque semanas atrás habían hecho un reportaje amarillista para el programa de Laura Bozzo, entonces ellos creían que yo era una infiltrada para levantar imágenes de lo que pasa ahí clandestinamente porque estamos de acuerdo que sí hay una especie de vida oculta dentro de estos lugares, con venta de alcohol y prostitución, además de que se usan como puntos de encuentro para la comunidad gay, ellos lo saben por lo que no me creían de que quería hacer con mi proyecto así que fue realmente muy difícil encontrar locaciones hasta que conocimos a Ariadna Castro Rangel quien es la heredera de los Baños Margarita donde filmamos el ochenta por ciento de la película, la cual entendió de lo que  hablábamos a la hora de explicar nuestra propuesta estética y visual, en cierta medida porque ella es diseñadora gráfica.

Entonces cuando acepta, mi única forma de acercamiento con la gente fue pedirle que me dejara trabajar en los baños, en los cuales estuve alrededor de ocho meses y es ahí donde llego con Felipe con el que empecé a tener una convivencia cotidiana, a partir de eso se dio la amistad y posteriormente que él quisiera participar; y así ocurrió sucesivamente con los otros personajes que estaban alrededor del baño, aunque al final tuve que hacer una selección por sus características”.

-¿Y qué te ofrecía Felipe que no encontraste en el resto de las personas con las que conviviste durante ese tiempo?

“Para mí, Felipe es una persona muy carismática que me permitía construir una línea narrativa por medio de sus conflictos internos en torno a su sexualidad y la ambigüedad con la que la ejerció por el contexto y la época en la que vivió su juventud, así como el hecho de tener ese sueño frustrado de ser cantante; en cambio había otros personajes que efectivamente tenían historias de vida muy dramáticas y difíciles, sin embargo no había en ellos estos puntos de complejidad dramática”.

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-Por otra parte tienes a Juana con su historia de abusos sexuales y pérdidas. Ante tal tragedia, ¿cómo rehuir a la porno-miseria tan propia del documentalista mexicano?

“Con Juana el contacto tuvo un proceso distinto. Laboralmente yo colaboro con organizaciones no gubernamentales, y había estado participando en proyectos que tiene una asociación civil feminista llamada Territorios de Cultura  para la Equidad la cual desarrolla iniciativas para acercar la cultura y el arte a grupos de mujeres excluidas del Centro Histórico. De esta manera yo conocí a Las Mujeres del Barrido como se autonombran este grupo de barrenderas por lo que también empecé a trabajar con las ocho mujeres que aparecen en la película, menos tiempo eso sí, la verdad no aguanté, ahí entendí realmente que su oficio implica muchísimo más de lo que nosotros podemos ver a simple vista.

Y nuevamente, de las ocho mujeres, Juana es la que me permitía una construcción de personaje, yo creo que su virtud es que pese a su vida trágica, ella tiene el sentimiento de esperanza y de que las cosas van a estar mejor y eso para mí me daba  una metáfora que quería expresar acerca de la suciedad, la limpieza del cuerpo, la purificación del alma, el confesionario y el dolor por las pérdidas de sus hijos; yo nunca pensé que pudiera llegar a tener un personaje tan poderoso como ella”.

-¿Cómo fue el trabajo de montaje para encontrar un equilibrio al haber tomado la decisión de entrelazar estas tres historias?

“El montaje fue un proceso difícil, el primer corte que hice era enorme y no sabía muy bien cómo darle forma porque lo había planteado por bloques lo cuales no eran equitativos, además muchos de mis asesores me decían ‘Jose no tiene el mismo peso que los demás a nivel de historia y de drama’ y yo les respondía ‘Sí, pero esa visión que tiene sobre la mujer y el matrimonio, para mí ya es demasiado fuerte, porque habla de una ideología que está presente en las mujeres mexicanas’; entonces yo sentía que la fuerza de Jose no estaba en si le pasaron un montón de cosas sino que nos mostraba una realidad de nuestro país y yo viniendo de una familia tradicional, sí representaba mucho.

Entonces al final lo que decidí hacer fue separar la película por temas. Ya posteriormente entró Raúl Zendejas quien es el editor de la película que iba sacando material que no aportaba gran cosa y que yo estaba necia en dejar. Lo que sí armamos en conjunto fue el generar una pequeña estructura en donde la narrativa tuviera relación con la rutina que seguimos estando en un baño, por lo que intentamos en la medida de lo posible omitir que desde un inicio aparecieran tomas de regaderas lo cual resultaba muy obvio”.

-Si bien, prácticamente no aparece a cuadro, el documental también habla de la ciudad y su ambiente popular, de ahí el anonimato de los personajes o la paulatina extinción de estos lugares que parecieran ya no tener cabida. ¿Habías contemplado que la urbe cobraría protagonismo?

“Siempre estuvo presente, en un primer tratamiento existía la idea de la megalópolis en la cual el baño era un resguardo, entonces habían secuencias de los espacios caóticos, ruidosos y sucios donde se desenvolvían los personajes, y habían otros personajes que yo me imaginaba me iba a encontrar que también tenían que ver con la ciudad, por ejemplo una prostituta de Tlalpan que se metía a los Baños Rocío que están sobre Portales, yo decía ‘Después de estar toda la noche con los clientes, los coches y las agresiones, ella busca meterse al baño’. Sin embargo, al final las secuencias de la ciudad no funcionaban, poco a poco los asesores me decían ‘Ya nos metiste al baño, ya hiciste la presentación, ya no te salgas de ahí’, entonces fue una decisión que se tuvo que ir puliendo, y aunque de esas secuencias quedó poco, sí se mantuvo el concepto que pensé”.