¿Cómo una película que dura hora y media con todo y créditos puede hacerse eterna y pesada? Para conocer la respuesta basta ver La Enviada del Mal (Oz Perkins, 2015), otro sub producto directo a video en los Estados Unidos que nos llega a cines en México y que engaña al incauto público del cine de terror que siempre esta buscando una joya oculta en alguna cinta desconocida.
En esta ocasión ni siquiera se puede englobar este filme dentro del género de terror, ya que ni los acostumbrados golpes de efecto, ni los clichés del género están presentes. El engaño empieza con un título manipulador que poco o nada tiene que ver con la trama, así como con su trailer y publicidad; La Enviada del Mal se vende como una película de terror cuando en realidad es un thriller psicológico. Uno muy aburrido, por cierto.
Joan (Emma Roberts), Kat (Kiernan Shipka) y Rose (Lucy Boynton) son tres jóvenes que aparentemente no tienen nada en común, salvo que dos de ellas estudian en la misma escuela y se quedan el invierno en las instalaciones, esperando que sus padres vayan por ellas. La otra joven; Joan, viaja de ‘ride’ por las carreteras y es levantada por una pareja que aún llora la muerte de su hija, acontecida en su escuela. Los tres personajes tendrán una conexión marcada por el asesinato, la tragedia y tal vez algo más poderoso.
El principal problema de esta cinta es querer ser tan diferente e inteligente (según su director) que pretende ser mejor de lo que es y falla estrepitosamente, no sólo por que el guión es básico y trillado, ni por que su director ofrece una puesta en escena desganada y sin garra, sino también porque el elenco se encuentra parsimonioso y en estado casi catatónico durante gran parte del metraje. La fotografía es como la de cualquier película para la televisión y en general todos los aspectos artísticos o técnicos son de bajísimo nivel.
La trama avanza de manera lenta (muy lenta) y su director parece confundir la idea de un ritmo pausado pero interesante (algo en lo que Clint Eastwood o Nicolas Winding Refn son maestros, por poner ejemplos) con aburrimiento sin sentido, creyendo que poner una cámara estática frente a sus actrices le da más gravedad y seriedad a su proyecto, aspecto que sólo logra exasperar al público.
La única virtud que tiene esta película es que durante algunos momentos, durante su primera media hora, parece que se está cocinando un buen thriller psicológico con un giro de guion que sorprenderá, aunque desgraciadamente esto nunca sucede y, para cuando el ‘misterio’ se resuelve el resultado es puro estupor.