El problema migratorio entre México y Estados Unidos, aunque siempre se ha tratado de un tópico divisorio y complejo, hoy en día ha adquirido una nueva dimensión. En vísperas de una elección presidencial en Estados Unidos que podría cambiar radicalmente las políticas de por sí lamentables en torno al tema, dicha discusión se siente tan vigente como ancestral pero, principalmente, como una herida abierta que lejos de sanar ha encontrado nuevas razones para irritarse.
Es a partir de este delicado tema que el director Iraní Rafi Pitts (The Hunter, The Winter) sostiene su nueva película, Soy Nero (2016), cuyo estreno en nuestro país se llevará acabo no sólo durante la quinta edición del Festival Internacional de Cine de Los Cabos, sino apenas unos días después de que el electorado estadounidense decida quién los gobernará el próximo período.
Tomando en cuenta que el candidato Republicano por la presidencia, Donald Trump, ha basado gran parte de su campaña en avivar el fuego que divide a gran parte de la población norteamericana en cuanto al tema de la migración se refiere, resulta puntual platicar con el director sobre las inquietudes y motivaciones detrás de Soy Nero, la historia de un joven mexicano que sirvió al ejército estadounidense por amor a ese país y deseos de obtener su Green Card, quien después debe lidiar con la ingratitud de un gobierno que decide deportarlo a México.
Cinema Móvil: Hola Rafi ¿Cómo estás?
Rafi Pitts: ‘Muy bien. Muy contento de mostrar mi película por allá.’
Seguro, además me atrevo a decir que dará mucho de qué hablar, tomando en cuenta la situación política actual y todo lo que Donald Trump ha puesto sobre la mesa en este proceso.
‘Estoy de acuerdo’
Creo que es un tema obvio, pero aun así debemos hablarlo. Cuando empezaste la película ¿era ese ya un tema que veías venir en el horizonte? ¿Cuánto influyó?
‘Bueno, yo escribí el guion en 2012. En ese entonces no había rastro de este Donald Trump. Nadie sabíamos que se convertiría en esta pesadilla. Pero algo que me resulta fascinante del mundo que vivimos hoy en día es cómo los políticos se agarran de los temas como la migración para ganar votos y cómo eso divide a la población. Las razones por las cuales me atraía filmar una película sobre esta situación, así como realizarla en la frontera de Estados Unidos con México, eran varias. La primera es porque me interesaba hablar de gente que quiere pertenecer a un país. También quería hablar de gente que viene de una historia de migración. Pensé que el único país al que nadie pertenece, en mi opinión, son los Estados Unidos. Se trata del único país constituido primordialmente por migrantes. Los únicos a los que les pertenece verdaderamente ese territorio son los nativos americanos y ellos no tienen ningún tipo de poder ahí. Eso lo convirtió en mi primera opción.
Eso me llevó a recordar el muro que ya divide a California de México, en Tijuana, porque creo que refleja muy bien lo absurdo de estos conflictos. Ese muro aleja a los mexicanos de California, que realmente es un territorio que le pertenecía a México. Por eso esta es la historia de un joven que cree pertenecer a Estados Unidos, se cree de allá, aunque nació en México, pero está obsesionado con volver al lugar que él identifica como su hogar después de haber sido deportado. Con esto yo busco poner este tema bajo una lupa porque, para mí, el mundo que habitamos y la forma en la que los políticos lo tratan se está convirtiendo en algo muy peligroso. Todo lo simplifican con tal de dividir y ganar votos. Ellos saben que estos muros no cambian nada, pero finalmente es una forma muy agresiva de simbolizar su postura. La película me llevó a conocer a algunos soldados mexicanos que se unieron al ejército de Estados Unidos para obtener así su Green Card. Pero yo no soy mexicano ni de los Estados Unidos, por eso fue primordial para mí tener un elenco y un equipo de ambos lados de la frontera, porque así tengo ambos lados de la moneda a la mano. Pero principalmente el equipo del lado mexicano trabajó aquí con un gran sentido del orgullo.’
Como ya lo mencionaste, no eres mexicano ni estadounidense, pero sí eres alguien que ha vivido en diferentes partes del mundo…
‘Exacto. Nací en Irán y estuve ahí hasta que se desató la guerra. Luego viví también en Francia e Inglaterra.’
Entonces sí se podría decir que vienes de una formación donde la identidad nacional está fracturada también.
‘Totalmente’
¿Cómo influyó eso en tu interés por el tema y en tus ganas de venir aquí? En lo personal, considero que el muro fronterizo de México con Estados Unidos sólo es comparable con el de Israel y Palestina…
‘Yo creo que el de aquí es incluso más representativo y violento. Es decir, todos los muros son violentos, no me malinterpretes. Pero, como bien dijiste, tengo un padre inglés, una madre iraní y un padrastro que es francés. Por ejemplo, en mi caso, ninguna de estas personas está de acuerdo respecto a cuál es mi lugar de origen (risas). Eso siempre me causa gracia y termino pensando “bueno, pues vengo de todos esos países. ¿Qué hay de malo con venir de diferentes países?”. Por eso el tema me encanta. ¡Imagínate que hasta mis propios padres me exigían definirme como proveniente de un solo lugar! Es una locura. Pero eso me ayudo a enfocarme en la humanidad, a interesarme en el lenguaje y la cultura, que considero forma de expresión y nada más. En realidad, estos factores no definen a una persona. Definen su origen y ya. No es como que haya estado en México y conocido a un mexicano que represente a todo su país. Son gente que en su país tiene un bagaje cultural, pero en ello no yace su personalidad o identidad. Al final todos somos seres humanos y no se nos puede simplificar tan fácilmente. La belleza humana está en su complejidad.’
Es interesante que quieras estudiar esta complejidad desde el cine, que muchas veces es la principal razón por la que todo se ha simplificado, ¿no crees? ¿Cómo recurres al cine como herramienta para hablar de todas estas complejidades?
‘Es que esa es la razón por la que decidí hacer cine. Para mí la belleza de la humanidad proviene de su complejidad y no su simplicidad. Para mí no existe esa simplicidad. Como dicen, no existe el blanco y el negro, sino que es el gris el que predomina. Sólo viendo esos tonos de gris es que podemos descifrar qué constituye al ser humano. ¿Por qué pensamos tan diferente unos de otros? ¿Por qué tenemos tantos miedos? Al final esos son los temas que nos ayudan a entender por qué queremos pertenecer a un país o una cultura específicos. Nuestros gustos o intereses nos definen, pero no vemos qué cataliza esos gustos. Le tememos a la magnitud del exterior y pertenecer a algo nos mantiene encerrados y a salvo. Eso es lo que me atrae del tema de la migración. Yo nunca he pertenecido a algo específico y por lo mismo es un tema que siempre me ha hecho ruido. Es a partir de esos temas que construimos muros, y no sólo los físicos o geográficos, sino también los culturales y los sociales. Esto es lo que provoca las fricciones y son esas fricciones contra las que siempre he luchado. Pero tampoco buscaba hacer una película sobre mí, aunque me interesa, porque estoy vetado en Irán y no puedo filmar allá. Sin embargo, con esta película, pude hablar de mis inquietudes desde una perspectiva más amplia. De eso se trata el cine, de ir más allá de uno mismo y hablar de la humanidad como una comunidad inmensa a la que pertenecemos.
Habiendo dicho eso, debo confesar que fue una coincidencia que la película salga en tiempos de Trump. Al final así ocurrió pero, viendo mi propia película, pienso que mi miedo respecto a Trump es que no importa si gana o pierde la elección, el daño que ya ha hecho es tremendo. Ha dibujado un panorama cuya resolución tomará muchísimo tiempo. Las divisiones que evidenció son graves y sólo vino a agrandarlas. Ha convertido a su país en una nación aún más fragmentada a través de la simplificación del mundo. Me entristece mucho pensar que vivimos en un mundo así.’
Como ya mencionaste, la película está nutrida de testimonios de personas que conoces o encontraste en el desarrollo. Sin embargo, tengo entendido que mucho del argumento está inspirado en la vida de un soldado mexicano llamado Daniel Torres. ¿Cómo llegó él a tu vida y, después, cómo elegiste al actor que interpreta a Nero, el protagonista?
‘Cuando escribí la película solamente se trataba de un soldado mexicano que quería obtener la Green Card uniéndose a la milicia estadounidense. Eso era todo. Después viajé a México, llegué a Guadalajara y de ahí viajé por el país buscando a algún soldado que tuviera una historia similar. Fue en México que todos me dijeron que, si quería encontrar un soldado con esas características, debía irme a Estados Unidos. Fui y conocí a un chico que también era rapero, él me presentó a un tal Héctor Barajas, en Tijuana, quien está a cargo de un lugar que llaman “el bunker”. Ese lugar es una especie de refugio para los soldados que son deportados. Eso me sorprendió. Me parecía increíble que nadie, en México o Estados Unidos, hubiera hecho una película respecto a ese lugar. En Estados Unidos hay una infinidad de películas sobre la guerra y el patriotismo, pero nadie toma en cuenta que estos chicos son patriotas también. Y no sólo eso, son patriotas que han sido deportados por servir al país al que creen pertenecer. Es en “el bunker” que Héctor me presentó a Daniel Torres, un jovencito que sirvió a Estados Unidos en Irak, por amor a la bandera americana, y que ahora estaba varado en Tijuana. Desde ese momento cambié mi historia y la convertí más en un eco de la situación que vivía Daniel en Tijuana.’
¿Y tu actor? ¿Cómo encontraste a Johnny Ortiz?
‘El casting fue difícil. Busqué en Los Ángeles y, como sabes, los directores de casting te presentan a muchos actores. Yo quería a un actor mexicano. Era necesario que entendiera esa realidad y esa dualidad. Lamentablemente, todos los actores que me presentaron en México eran de la clase media o de clases acomodadas. Yo les preguntaba si conocían a algún soldado que hubiera peleado por conseguir su Green Card y nadie sabía de qué les hablaba. Tuve que ser muy sincero con ellos y decirles que no podíamos trabajar juntos si no sabían a qué me refería, porque era esencial que estuvieran familiarizados con eso. Pasamos por muchos actores hasta que me recomendaron a Johnny. Lo conocí, es un chico rudo, salvaje y le gusta boxear. Apenas cruzó la puerta me di cuenta que él era Nero, porque traía ese bagaje. Lo mejor fue cuando le pregunté sobre este tipo soldados y él me respondió: “¡Claro que sé de qué me hablas! Mis primos son ese tipo de soldados”. Fue una bendición encontrarlo después de cuatro meses de casting.’