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img_-5qtwoq-copyPor Alberto Acuña Navarijo / @LoungeYMartinis

Ya con anterioridad hemos escrito acerca de la imposibilidad de hacer un trabajo de arqueología alrededor del cine pornográfico mexicano. Cierto, cada vez resulta más común encontrarse con porn stars locales en cualquier pasillo de las ferias eróticas –algo que se antojaba impensable hace trece años, cuando surgieron las primeras de su tipo en la ciudad– y hay una reciente  fascinación por artículos en torno al tema, sobre todo aquellos relacionados con el periodismo gonzo, los cuales se sumergen en filmaciones de aire pseudo clandestino y alimentan semanalmente a esas publicaciones que buscan emular a Vice; sin embargo los nombres continúan sintiéndose inasibles, la información se encuentra desperdigada y a la fecha no existe registro alguno de lo que se ha venido produciendo.

Así pues, la presente entrevista comienza fortuitamente, con un correo electrónico poco habitual recibido por el editor de esta página, mismo en el que entre sus líneas, la autora confesaba su gusto por el cine, un fanatismo por nuestro crítico Oscar Uriel, así como su muy personal historia, que la llevó al mundo de la actuación “de forma no ortodoxa”. Así conocí a Esmeralda Sexxx.

Unos cuantos días después de dicho mail, quien escribe estas líneas se citó con la también directora y columnista en una terraza de la Zona Rosa para obtener un punto de vista sobre este incipiente mercado, sus carencias y sus retos, desde el interior del mismo:

-Cinema Móvil: En tu correo mencionas cómo el cine pornográfico puede seguir siendo visto por más de uno como tabú o de poca importancia artística, de ahí que en lo particular me llamara la atención saber el origen de tu incursión a este ambiente.

Esmeralda Sexxx: “Yo trabajaba en OCESA con Morris Gilbert, el productor de El Rey León, Mentiras: El Musical y muchas otras obras de teatro, pero al no ajustarme a las nuevas políticas de la empresa opté mejor por renunciar, entonces me puse a buscar trabajo pero no logré encontrar algo. Y como recordé que había gente que me decía que podía tener suerte dentro del mundo porno y erótico, se me ocurrió probar y decidí mandarle un correo para casting a Fernando Deira, director de la compañía SexMex, con unas fotografías de rostro y cuerpo entero aunque no desnuda, y a partir de ahí todo fue muy fácil y rápido: tres días después me respondió que estaba interesado en conocerme y grabar conmigo pero me pidió que le mandara fotos desnuda y con lencería; preparé un portafolio y también video casero, de ahí se tardó un mes en contestar, me citó y el día que lo conocí ya estaba haciendo mis primeras tres escenas dirigidas por él mismo. Así quedamos de acuerdo para seguir trabajando”.

-Comúnmente, ¿cómo se va construyendo una escena dentro del cine porno? ¿El director propone determinada situación que sirva de excipiente y los actores van trazando una serie de posiciones sexuales a seguir? ¿Se improvisa? ¿Existe como tal una puesta en escena?

“En este caso, yo soy una chica trans, entonces mi situación es un poco compleja. Yo no tengo contacto con la comunidad trans, yo llevo muchos años que hice mi cambio de manera autónoma, no me acerqué a ninguna asociación o a activistas, yo directamente investigué  sobre el tema, fui con los especialistas, con los médicos, los psicólogos, también recurrí a métodos legales para cambiar mi identidad, mi nombre, mi sexo y mi género. Entonces yo le expliqué a Fernando que por las hormonas y los tratamientos a los que me había sometido, yo no tengo una vida sexual activa como el resto de las chicas trans dentro de esta industria sí la tienen. De hecho en mi perfil de Twitter me presento como “chica pasiva 100%”, y esa era un poco mi duda al momento de escribirle, si me iba a aceptar, porque sabía que para los castings de chicas trans se piden fotografías de la erección. Él no tuvo ningún problema.

Así, en las primeras tres escenas que grabé él me dirigió. En la primera aparezco usando un vestido rojo, en la segunda me disfrazo de una colegiala y la tercera es su continuación, pero esta vez usando una lencería negra. En las tres salgo en situaciones de auto erotismo. Posteriormente, a los dos meses lo volví a ver y nuevamente me dirigió, pero esta vez ya con un actor. Poco a poco me dejó tomar las riendas dentro de la escena y empecé a tomar ese rol, diciendo qué es lo que yo quería hacer.

Ahora, por la circunstancia que él se encuentra en Guadalajara, me dio toda la libertad de poder dirigir mis propias escenas, entonces además de que me las paga, me manda una determinada cantidad para producirlas y yo pongo la otra parte, por eso ya me considero una co-productora. Ahora todo sale de mi mente y el día de grabación llego con ideas claras de qué y cómo quiero rodar, en dónde lo vamos a hacer, con cuántas tomas y se lo explico al actor. Yo me voy adaptando en la escena con él prácticamente de manera empírica; en mi juventud vi mucho porno, fui fan de Sylvia Saint, quien en los años noventa era la reina. Yo la seguía muchísimo, entonces ahora trabajo basándome en las películas que vi de ella, y de otras actrices de la época como Tera Patrick o Aria Giovanni, quien normalmente hacía cosas sola o en plan lésbico. También Alicia Monet, quien en ese momento estaba en su apogeo hasta que fue vetada de la industria, se supone, por morder a Rocco Siffredi en una escena de sexo oral”.

-A diferencia de otros géneros cinematográficos, como el terror o la comedia, los cuales permiten jugar con sus convenciones, incluso deconstruirlas, el cine pornográfico en realidad es limitado y predecible, uno sabe que el coito es impostergable. Ya que tú diriges tus propias escenas, ¿de qué manera logras darle la vuelta a la fórmula?

 “Yo lo que estudié antes de buscar ser actriz porno fue precisamente las escenas de mis futuras compañeras, para saber qué hacían y cómo actuaban. Me di cuenta que se dedican mucho a los espacios cerrados, nada más es el chico, la chica, una habitación, una cama y se acabó. Yo lo que he tratado de innovar dentro del cine porno en México, buscando ponerlo de moda, es privilegiar el aspecto visual y auditivo. Yo invierto mucho en ropa, lencería, accesorios para aparecer de la mejor manera, no solamente presentar al público una chica que de la nada ya aparece desnuda y tiene sexo, sino que se trata de cubrir con una cierta aura de fantasía, donde salgas vestida de una determinada manera, donde actúes de diferentes roles. Por ejemplo, ahorita estoy manejando el personaje de ángel caído, me compré mis alas y mis cuernitos de diablita. Entonces trato de incluir este aspecto de evocación y que tenga un poco de trama, no más grande porque desgraciadamente aquí en nuestro país todavía no se tiene el capital para invertir en una producción mayor. Por ejemplo, no se puede ir a exteriores, es complicado pedir permisos para grabar. Si te animas tienes que hacerlo casi a la mitad de una carretera para que no tengas mucho problema y obvio de manera clandestina, y te expones a muchas circunstancias, y más que nuestro país está viviendo cosas muy lamentables de violencia e inseguridad.

Entonces tal vez no invierto en eso y no me arriesgo ni tampoco a mis compañeros, y mejor lo hago en una habitación de hotel pero que tenga todas las comodidades, que tenga una buena iluminación, quizá una terraza, o un jacuzzi, o un solario, que las escaleras del hotel sean vistosas, para que todo eso me sirva como juego escenográfico y me haga lucir todavía más frente a la cámara. Esto mismo lo trato de hacer desde mi cuenta de Twitter. Todos mis clips para mis followers van acompañados de música sexy, para que haya un jueguito previo”.

-Contrariamente a lo que ocurre en el star system estadounidense o en el europeo, en los cuales sus actrices y actores tienen una imagen pública; aquí todavía existe un dejo de anonimato. En ese sentido, ¿cómo es tu relación con las redes sociales?

“Al principio sí tenía un cierto resquemor, yo nada más quería dedicarme a la actuación, hacer mi trabajo y adiós, sin embargo, al poco tiempo de abrir la cuenta, comenzó la interacción. Me empezaron a preguntar cosas, a contar otras, a sugerirme escenas, entonces decidí contestar y ahora ya tengo una base de fans, en sólo ocho meses que llevo han llegado a la cuenta casi diez mil seguidores y me puedo vanagloriar que no he tenido ningún tipo de discriminación, ni de censura, que por desgracia se llega a dar porque es muy fácil que la gente se ponga detrás de una computadora sin dar la cara y te pueda decir cualquier cosa. Realmente caí con el pie derecho en las redes sociales, no me considero ni diva ni estoy en mi nube por lo que me gusta mucho platicar con ellos.

También interactúo mucho con los followers debido a que actualmente estoy escribiendo una columna de corte sexual y de experiencias de vida en una revista de Querétaro que se llama VaVa [http://vava.mx], entonces me proponen temas, de lo que escribo me van haciendo alguna crítica o me dicen qué es lo que esperan: quizá algo más subido de tono, quizás un lenguaje un poco más sucio o a lo mejor, como lo voy manteniendo, tratando de llamar a las cosas por su nombre pero sin caer en la vulgaridad. Esto me ha motivado para seguir mi labor y tratar de expandir mi imagen, tanto en México con el extranjero”.

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Foto: Cortesía Esmeralda Sexxx / Zadril DM

-¿Y cómo nace tu faceta de columnista?

“Yo estudié economía, una carrera complicada y siempre fui vista por mi grupo de amigos como la intelectual, la que le gustaba leer, las matemáticas, escribir ensayos, la que sacaba puras calificaciones de nueve y diez. Eso me llevó a querer empezar a escribir en forma; antes tenía un blog, cuando todavía no era Esmeralda Sexxx, esa bitácora vieja se quedó con sólo cincuenta seguidores desde hace cuatro años, y ahí está olvidada. Yo creo que sólo que escarbes mucho la encuentras, pero el perfil ahí está, el nombre obvio no es el mismo, pero la foto soy yo, no he cambiado, lo que tú ves en este momento es como yo soy, así me peino, así me maquillo, prácticamente, así me visto, no hay mucha diferencia.

Quizá el interés por la escritura se derivó precisamente del gusto por la lectura. De niña me compraban mis comics, más adelante, leía principalmente acerca de temas históricos, pero también de política, de economía, de filosofía, así que creo que fue un paso casi natural el querer exteriorizar algún punto de vista, y me di cuenta que tengo una facilidad para poder hacerlo. Lo único que me ha costado un poco de trabajo es que yo llegué con un rigor académico muy particular, evidentemente un ensayo es muy diferente que una columna para un público general, tengo que cambiar el lenguaje. De hecho, los editores de la revista y también algunos lectores me han dicho que escriba coloquialmente, que lo haga más ameno, más accesible, y es lo que he hecho, buscando además que les interese llegar al final del texto. Y bueno, yo tengo el sueño de hacer algún día un libro contando toda mi vida, que es bastante grande en experiencias, aventuras y anécdotas; digamos inclusive que el paso de la actuación fue natural porque durante doce años tuve que actuar en el papel de un niño, aunque no me sentía a gusto haciéndolo, fue muy difícil”.

-De estudiar economía a involucrarte en el mundo porno hay un cambio radical. Y en medio, mencionabas, estuviste trabajando en la producción de teatro. ¿Cómo llegaste a ese ambiente?

“Yo entré al taller de teatro en la universidad donde estudié. Cuando comencé a ver pornografía, evidentemente admiré mucho a las actrices, a diferencia de lo que ocurre muchas veces con los hombres que se sitúan en el papel del chico de la película. Yo siempre me sitúe en el papel de la chica, yo me centraba en toda su imagen, cómo se veía, cómo se movía, cómo actuaba, cómo se vestía, cómo se volvía cotizada. Ya con el Internet traté de seguirles la pista, rastreaba muchas entrevistas donde contaban cómo era su vida privada, y de la admiración brinqué a tratar de ser yo ahora la actriz porno, por lo tanto el teatro siempre me sirvió como una base; soy admiradora de Stanislavski, tengo y he leído todos sus libros.

Ahora que te referías al primer correo que les envié, es verdad lo que mencionaba en este, ser actriz porno es una actividad que tiene poco crédito por la mayoría de las personas porque piensan que nada más es llegar, desnudarte, tener sexo, cobrar y adiós, pero tiene su chiste, porque es llegar y conocer a las personas. A algún actor tal vez lo viste en una escena por Internet pero no sabes nada de él; ya después te puedes dar el gusto de elegir con quién trabajar, pero muy al principio pues no, es con el primero que te pongan, y si no te gusta algo de él o no haces química, tienes que tratar que ese choque de caracteres no se note en la escena, que se vea como si lo estamos disfrutando y nos la estamos pasando maravillosamente, y a lo mejor termina la grabación y ni nos hablamos. Entonces finalmente sí terminas haciendo una actuación dentro de esas escenas, no nada más es puro sexo.

Buscando darle un valor agregado a mi trabajo traté de agarrar las herramientas de Stanislavski, recordando en mis rodajes todas las técnicas que él propone, repito, de manera empírica porque si bien estuve en el taller de teatro, a mi me dejaban cosas muy teóricas: buscar entrevistas con Silvia Pinal, Manolo Fábregas o los grandes directores de teatro, pero nunca pude poner en práctica cómo crear un personaje, qué técnica utilizar o qué pensar. Entonces, hablando de que he tenido una vida muy extensa en aventuras de todo tipo, no solamente sexuales, al leer a Stanislavski me di cuenta que me podía servir mucho para decidir a actuar de determinada manera, sacando mi bagaje de experiencias emocionales, y esto me ha resultado más fácil”.

-Regresemos un poco al aspecto de la filmación. Mencionaste al principio que apenas conociste al director, ya estabas haciendo tres escenas al hilo. ¿Esta dinámica de trabajo con cierta premura es recurrente?

“Sí, normalmente por los tiempos y los gastos prácticamente como llegas, te presentas, el director te empieza a decir a grandes rasgos que es lo que quiere de la escena y ya estás actuando, aquello termina y adiós, tal vez esa fue la única escena que se grabó ese día, tomamos un baño, nos cambiamos y el último que se va ahí que cierre la puerta.

Ahora que ya rodo mis escenas y tengo un poco más de experiencia, se ha ido creando un ambiente más íntimo, con más confianza, con más comunicación, también para que yo sepa qué le gusta a mi pareja de actuación y viceversa; de hecho en ese sentido soy muy delicada, soy una persona que cuido mucho la higiene, llego súper limpia y preparada a la locación, trato de no comer mucho ese día para dar lo mejor y evitar andar haciendo un show que sea desagradable para mis compañeros, y eso mismo pido cuando nos estamos poniendo de acuerdo con anticipación».

-Considerando que por los presupuestos con los que se cuentan, no se puede hacer un despliegue de locaciones ni de producción, ¿cuántas personas intervienen en la filmación de una película?

“Por lo regular esto es también una de las partes difíciles de grabar estas escenas. Uno diría, sólo es un chico que no conozco pero igual y me gusta, el director, el camarógrafo y ya, pero muchas veces no es así, también puede estar un iluminador, un sonidista, tal vez haya personas que acompañen al director. Si la escena se hace en donde se hizo el portafolio fotográfico de otra chica, muchas veces las personas que participaron en este terminan por quedarse para ver cómo se graba. Inclusive, muchas veces el director por Internet ofrece a los fans el ir a ver el detrás de cámaras por una cierta cantidad, entonces de repente puedes  tener un show con cincuenta o hasta cien personas observándote, y eso es algo que también tienes que manejar. No considero que sea un trabajo fácil, debes de tener mucha seguridad en ti misma, un cierto grado de exhibicionismo también para disfrutarlo, porque si te da timidez, a la primera mirada o a la primera sonrisa, empiezas a pensar ‘Se está burlando de mí, algo hice mal, a lo mejor estoy gorda’, echas a volar la maquinaria y te creas fantasmas que no son”.

-Este tipo de experiencias en donde una filmación se convierte prácticamente en un espectáculo, ¿te ha ocurrido a ti?

“Me he enterado de historias por otras chicas. Pero en lo particular sí me tocó grabar una vez enfrente de cinco personas adicionales, fue en un hotel donde estaba el administrador, la persona que iba a estar en el siguiente turno, tres personas que se quedaron después de un evento que hubo ahí mismo con una compañera, y obvio, en esos casos tú no le puedes decir al director ‘Oye, ¿qué crees? No quiero que estén, que se vayan’;  te tienes que ajustar precisamente como dice Stanislavski. Si en un momento dado te entran los nervios, centrar tu atención en un punto, el que sea, y que lo demás no exista, olvidarte de la cámara y de la gente, no estar buscando reacciones porque eso lo único que va a terminar por hacer es que no vas a dar el cien”.

-Y en un ritmo de trabajo como el que estás describiendo, ¿qué ocurre con los imprevistos, desde una eyaculación precoz hasta un incidente en la locación? ¿Qué tanto margen existe para poder hacer más tomas? ¿O se edita con lo que se consiga grabar?

“Depende. Muchas veces hay factores externos que detienen la escena. Por ejemplo, si estás en una habitación de hotel, tú no sabes si puede interrumpirte la gente de la administración. A mí sí me tocó que ya estando en plena penetración sonó el teléfono, entonces fueron a contestar, el actor perdió la erección, yo perdí la concentración, me acosté ¡y ya hasta me estaba dando sueño! El director obviamente editó esos pedazos de la escena, pero hubo que retomarla prácticamente de donde quedó porque el tiempo iba corriendo, pero ocurre que al fin de cuentas no somos máquinas sexuales.

Y ahí existe un punto dentro de la actuación, somos seres humanos comunes y corrientes, con una vida familiar, con amistades, con conflictos como cualquiera y sin embargo, no puedo decir un día ‘Me citaron para el miércoles a las dos de la tarde pero hoy amanecí deprimida porque terminé con mi novio’, yo no puedo hablarle al director para decirle ‘¿Qué crees? Aguántame ¿no? Estoy deprimida, no voy a ir’, uno ya hizo el compromiso y si es profesional debe de pararse ahí con la mejor actitud, tratando de darle al público lo que está buscando, que es precisamente escenas eróticas que le exciten, dejando la tristeza o la preocupación en la puerta por un rato. De algún modo nos ocurre como a los actores cómicos, que tienen que hacer reír a la gente aunque no estén de humor”.

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Foto: Cortesía Esmeralda Sexxx / Zadril DM

-Cualquier periodista o investigador que se aventurara y quisiera hacer una cronología del cine pornográfico mexicano, seguramente se topará con pared. La información es escasa en Internet, ya no digamos en medios impresos o en libros. ¿Por qué crees que no se puede escribir de una historia como tal de este género en el país?

“Se debe a que todavía no hay muchas productoras y no ha habido mucho interés en México por invertir ni dar oportunidades, de hecho yo me siento muy afortunada por el espaldarazo que me dio SexMex, porque he conocido personas que me han comentado: ‘Yo he mandado mis fotos de casting y nunca me contestan, no me hacen caso’; el motivo por el que yo haya podido hacer mis primeras tres escenas solo un mes y medio después de haber mandado un correo no lo sé, quizá fue el físico, o a lo mejor fue suerte. Hacer porno en México es complicado, hay mucha competencia extranjera, con producciones impresionantes. Por ejemplo, todas las parodias porno. Mi  referente actual, que es Oletta Ocean, ha hecho varias como Storm of Kings, pero evidentemente para que esto ocurra se necesita un retorno de la inversión, algo que aquí desafortunadamente todavía no sucede”.

-Que de algún modo esa es la realidad de prácticamente todo el cine nacional.

“Exacto. Sinceramente aún no se puede vivir de grabar escenas nada más, tenemos que enfocarnos también en otras áreas dentro del erotismo y el sexo, diversificarnos bastante, ya sea que hagamos shows en antros o para webcams, o sesiones fotográficas que podamos vender por Internet. Precisamente escribir una columna basada en la imagen de estrella porno, como se puede ver en periódicos tipo El Gráfico, Metro, o inclusive en la misma revista donde estoy colaborando, donde hay otras actrices independientes que también están comenzando a escribir, agarrar obritas de teatro de temporada y actuar ahí, participar en convenciones como Expo Sexo y Erotismo, en la cual los fans van para conocernos ya que quieren convivir con nosotras, vernos en persona no sólo detrás de la pantalla. Ahí muchos van a tomarse la foto, a pedir un autógrafo, y eso representa ingresos, tanto para los organizadores como para nosotras.

También, muchas de nosotras tenemos patrocinios. Yo tengo uno con Sexy Boutique, una sex shop virtual con la que mantengo un trabajo de intercambio. Me proporcionan la lencería y los juguetes sexuales que requiero, y yo les hago menciones en redes sociales; prácticamente así se maneja en México, las chicas que comienzan invierten de su propio bolsillo para comprar ropa, y ya cuando tienen un cierto nombre, las mismas marcas se te acercan.

Entonces, ahí está una de las razones, no se graba tanto, al mes a lo mucho se hacen tres escenas, varias veces sólo es una y no te vuelven a llamar hasta dentro de dos meses”.

-Además, en el caso concreto de SexMex que tiene un roster ya más establecido, quiero suponer que tus compañeras y tú deben de aguardar a que se de toda una rotación de actrices.

“Así es. En mi caso soy la única dentro de la empresa que tiene el perfil de ser tranny girl 100% pasiva, y eso le llama mucho la atención al consumidor. Cubro otro tipo de mercado; así cada quien tiene su nicho, y por eso casi no tenemos relación entre compañeras.

Ahora, otro impedimento que se tiene aquí en México para que crezca la industria es que se necesita mayor interés por parte del usuario por comprar las cosas, o sea, me refiero no piratería, no querértela volar de Internet; en el caso de SexMex se tienen las dos facetas, vende los DVD, pero su gran mercado es en su sitio web. También varias de nosotras tenemos nuestra página, donde pueden ver nuestras escenas por medio de una membresía, ya sea que paguen por sólo una escena, por un día completo o por todo el mes. Bajas el material y puedes hacer lo que tú quieras con él, pero precisamente hay muchas personas que violan todo eso y lo descargan para subirlo en páginas como Pornhub, XVideos y otros sitios más. Entonces ¿ya para qué lo va a comprar la gente? Hay mucha piratería, tanto en Internet como en la calle, y ya que SexMex y otras compañías más pequeñas, las cuales tienen sus propios grupos de actrices, llevan pocos años, ¿cómo se le hace para que esto no afecte?

Por eso, en el caso de SexMex, además de organizar la Expo Sexo y Erotismo anualmente, nos apoyan a llevar nuestra imagen en redes sociales, aunado a lo que cada una haga de manera individual; la empresa va haciendo un trabajo de mercadeo y va viendo quién necesita más menciones, quién está siendo más popular y así la gente que no conoce SexMex se va acercando,  y a partir de ahí se van formando nuevos seguidores que eventualmente podrán tener el interés de comprar tu material o de que grabes más”.

Para conocer más de Esmeralda Sexxx, visita su sitio oficial http://esmeraldasex.com o sigue su cuenta oficial en Twitter @EsmeraldaSexxx.

Con fotos cortesía de Esmeralda Sexxx y Zadril DM