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Por Gonzalo Lira Galván / @Gonyz

La edad es un tema que, vanidosos o no, a todos nos representa un dilema cuando vemos hacia el futuro. Con la edad, temas como la trascendencia, el legado o la permanencia se hacen cada vez más inquietantes porque, a final de cuentas, la inevitable muerte se va manteniendo como la única certeza. Estos temas han sido por siglos detonantes de diferentes expresiones artísticas. El cine no es la excepción y, por ello, no sorprende que sea implícitamente la razón de existir de Aquarius (2016), apenas el segundo largometraje de ficción del brasileño Kleber Mendonca Filho, protagonizado por la imponente y veterana Sonia Braga.

Aquarius cuenta la historia de Clara (Braga), una crítica de música retirada y viuda, perteneciente a una familia de clase media acomodada, que después de vencer el cáncer se embarca en una batalla contra la constructora que ha comprado todos los departamentos del edificio donde ella es la única que se niega a permitir la construcción de un moderno complejo habitacional en su lugar. Ahora rondado por delincuentes de poca monta y viendo su status devaluado, el vecindario de Clara sigue representando para ella ese “pasado mejor” al que se aferra, anterior a la pérdida y la irrelevancia a la que el mundo amenaza diariamente con condenarla.

Bajo esta situación, el director explota las impresionantes cualidades histriónicas de Braga, quien en Clara encuentra un vehículo natural para canalizar esas inquietudes y temores, mismos que por su condición humana seguramente ha experimentado de igual manera. Reuniones familiares, ligues espontáneos, salidas con amigas, así como la desagradable y desgastante negociación con los miembros de la constructora son sólo algunas de las situaciones a través de las cuales el director nos hará ver reflejado el evidente deterioro al que la integridad de la protagonista se ve expuesto, mostrando que sin importar el estrato social o los privilegios de los que alguna vez podamos gozar, todos somos seres frágiles e intercambiables. Pero no se confundan porque, contrario a lo desesperanzador que resulta el tema con el que Mendonca Filho nos lleva a la reflexión, la película logra inspirar gracias a la humanidad de su personaje central, interpretado con la dignidad y fortaleza que sólo una actriz con la experiencia de Braga logra con tan admirables resultados.