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Por Gonzalo Lira Galván / @Gonyz

Después del inesperado éxito que vivió con Trollhunter (2010), su entretenida segunda película que en el género found footage cuenta la historia de un cazador de Trolls, el director noruego André Øvredal se tomó tiempo para volver a dirigir. El estreno de La Morgue (2016) en México lo trae de vuelta a la pantalla grande (su película anterior puede ser vista en Netflix) aunque en un género distinto.

La historia comandada por Øvredal en esta ocasión se centra en una morgue donde, después del descubrimiento de un cadáver en una escena del crimen a la que no parece pertenecer, los encargados de realizarle la autopsia que esclarezca la investigación se verán involucrados en situaciones que poco podrán ser explicadas a través de sus conocimientos sobre lo tangible y lo terrenal.

Como es costumbre en muchas autopsias, un padre (Brian Cox) y su hijo (Emile Hirsch) ponen una campana en el dedo gordo del pie de la víctima, siguiendo la creencia de que, en caso de no estar efectivamente muerta, la campana sonará ante la primera señal de vida. Y aunque en realidad esta tradición va más de la mano con la superstición (debido a que los avances médicos fácilmente pueden ya clarificar una situación similar), todo cambia para esta pareja en el momento en el que la campana, efectivamente, emite el primer sonido.

Platicamos con el director noruego sobre su película, que estrena este fin de semana en nuestro país.

-Cinema Móvil: He visto un par de veces tu película anterior (Trollhunter) y creo que tiene algo en común con La Morgue…

André Øvredal: “¿Eso crees?”

-Sí, creo que en ambas te tomas tu tiempo para crear una incógnita y enganchar al público. ¿Es intencional esta forma de construir el suspenso a través de ir revelando detalles lentamente?

“Creo que el público valora mucho que les des tiempo con los personajes y el planteamiento de la historia. No creo que sea cierto que al espectador le urge ir directamente a la acción, como muchas películas de género lo hacen. Para eso es muy importante que los personajes sean verdaderamente interesantes. Aquí tuve la ventaja de que no sólo los personajes principales son interesantes, sino también la historia del crimen que deben resolver. Pero sin duda era primordial que funcionaran las dinámicas entre el padre (Brian Cox) y su hijo (Emile Hirsch), así como con su novia (Ophelia Lovibond), para que el público se involucre cuando se ponen en riesgo.

Eso es algo que quiero hacer en mi siguiente película. Me gustaría pasar mucho tiempo a solas con el personaje principal. Eso funciona cuando la gente ve las películas en una sala de cine porque están aislados, sin distracciones y relajados. Pueden poner atención.”

-¿Para lograr este afecto es necesario contar con actores de alto nivel? Aquí, por ejemplo, tienes a Brian Cox y Emile Hirsch, que son dos actores bastante capaces. ¿Cómo los eliges para interpretar a un padre e hijo?

“Tuve mucha suerte. La verdad yo podría haber hecho la película sin necesidad de tener nombres tan conocidos, aunque fue muy afortunado que ellos se interesaran. Son dos actores maravillosos y con los que se trabaja muy fácil. Ambos entendían perfecto qué necesitaba de ellos. Para mí fue muy interesante dirigirlos. Hay muchos actores con los que es complicado entrar en sintonía pero a ellos sólo tenía que darles un par de notas, ponerlos frente a cámara y las cosas pasaban.”

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-El detalle de la campana en el dedo del pie de Jane Doe me pareció muy particular, aunque sé que es una tradición entre la gente que hace autopsias, debido a que antes era imposible identificar a una persona en coma de una muerta. ¿Cómo fue el proceso de investigación para ser precisos en el retrato de esta profesión, a pesar de los tintes sobrenaturales de la película?

“Sinceramente no investigamos mucho porque todo eso estaba puntualmente señalado en el guion desde el inicio. Y aunque es cierto que la campana servía para diferenciar a los muertos de los comatosos, también existen testimonios de gente que ha sido declarada muerta y regresa de la muerte anunciándolo con la campana. En lo que sí nos involucramos fue en platicar con gente que hace autopsias. Todos los conocieron. Había días que platicaban con los guionistas, otros con los actores y también conmigo. Estoy muy orgulloso de las escenas donde Brian y Emile se ven trabajando en la autopsia. La película la vieron los profesionales que nos asesoraron y quedaron muy contentos.”

-¿Representó algún reto trabajar fuera de tu país? ¿Tuviste que ajustar algo en el proceso de hacer esta película?

“Es mi experiencia fue casi lo mismo trabajar en Hollywood que en Noruega. Si acaso algo cambia es cómo se gasta el dinero, la formación de los actores y la cantidad de días para rodar. Aquí tuvimos gente de Londres involucrada. Eso es algo que no pasó en una película como Trollhunter. Ahí el dinero lo gastamos de formas muy distintas. Además, esta película es un género y situación muy distintas, eso también lo hace diferente pero nada tiene que ver con el trabajo de dirección como tal. Y la verdad es que disfruto mucho trabajar en Estados Unidos. Yo viví allá un tiempo, así que conozco su forma de hacer las cosas.”

-Y tomando en cuenta que no sueles hacer cine en Hollywood, ¿cómo fue que este guion llegó a tus manos? ¿Sabes cuál es el origen particular de esta historia?

 “Me habían contado del guion al menos dos años antes de que lo hiciéramos. Mucha gente en Hollywood lo quería hacer porque es un género que funciona y esta historia está muy bien escrita. A mí me llegó a través de una agencia que está en Hollywood. A veces ellos me van a ver o yo paso a visitarlos y me lo dieron en uno de esos encuentros. Desde que lancé Trollhunter en Estados Unidos he trabajado con ellos porque les gustó mucho esa película y al parecer también a los guionistas. Fue una situación afortunada.”