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Por Alberto Acuña Navarijo / @LoungeYMartinis

“La buena comedia es una herramienta para tocar algo que te duele, lo que te molesta, lo que te gustaría que fuera distinto. No por causar risa es una falta de respeto o es menos profundo como lo puede ser un drama”. Son palabras del director Jack Zagha Kababie quien, con una filmografía aún breve, ha volteado a ver con un sentido del humor pensante a aquellos personajes perdedores, inadaptados y anónimos que pululan por la ciudad, ya que sus historias, ¿por qué no? también son dignas de ser contadas.

Así pues, junto con su hermano Yossy, quien se ha convertido en su productor de cabecera, ya se acercó a las desventuras de la clase media que se enfrenta al desempleo y al absurdo cotidiano (Adiós Mundo Cruel, 2010), a las invisibilizadas personas de la tercera edad (En el Último Trago, 2014) y ahora, en clave de realismo mágico, lo hace con esa clase trabajadora sin perspectivas reales y anclada en la mediocridad. Eso es lo que vemos en Almacenados, protagonizada por José Carlos Ruiz y Hoze Meléndez.

A propósito del estreno de la película esta semana, el cual coincide con las tres nominaciones al Ariel que obtuvo para la edición °59 de la premiación (Mejor Actor, Mejor Coactuación Masculina y Mejor Guión Adaptado), nos reunimos en la oficina de los hermanos Zagha Kababie para hablar con su talento acerca de este relato, en el cual el encuentro entre el envejecido encargado de un almacén de mástiles en donde aparentemente nunca ocurre algo y su sustituto, revela no sólo una mentira que se antoja insólita, sino un malestar que no conoce de edades.

-Cinema Móvil: Por segunda ocasión consecutiva colaboras con David Desola en la escritura del guión, sin embargo en esta ocasión existe el antecedente de la obra de teatro en sus diversas temporadas. ¿Cómo fue el proceso para trasladar el texto al cine?

Jack Zagha Kababie: “Yo siempre creí que la mejor manera de contar esta historia era en cine, que necesitaba un sentido de hiperrealidad para que te pudieras meter por completo en ella; entonces lo que hicimos fue mantenernos fieles al texto original, pero dándole más oportunidad al silencio, dejándola respirar y viéndola a través de un lenguaje donde pudiéramos contar cosas que en la obra de teatro estaban expresadas con palabras, aquí permitiéndole al público que lo descubriera”.

-Se sabe lo complejo que puede resultar a nivel narrativo buscar construir una película en un espacio único y, con ello, mantener la atención. ¿Cómo asumieron ustedes este reto?

Jack Zagha Kababie: “Puedo decirte que nosotros teníamos esta historia y creíamos que era fácil filmarla, decíamos: ‘¡Bah! Agarramos cualquier lugar vacío y en una o dos semanas ya está lista’. Y la realidad es que resultó muy complicado, nos fuimos dando cuenta que no cualquier almacén servía, porque en este tenía que entrar luz natural, ya que queríamos contar también el paso del tiempo. Además debía de tener columnas para lograr profundidad, se necesitaba que el baño tuviera contacto visual con el escritorio, etcétera. De pronto aceptamos que estábamos buscando algo muy específico y que no estaba tan fácil encontrarlo, así que después de ver decenas y decenas de almacenes, dimos con uno que de cualquier modo no estuvo exento de problemas, porque se encontraba en una zona conflictiva y ruidosa en la calle de Comonfort, en la cual se instala el Tianguis de La Lagunilla.El exterior no nos funcionaba y tuvimos que filmarlo en otra parte, en Vallejo y Ecatepec.

Y eso nada más era la locación, después vino la dirección de arte. Decíamos: ‘Es un almacén vacío, así está en el texto’, pero nos dimos cuenta que así no serviría. El sentimiento de vacío se tenía que transmitir a través de objetos. Por ejemplo, un pizarrón de corcho que tiene una nota ridícula que a lo mejor se escribió hace veinte años y ahí sigue, o esos muebles para detener mástiles, los cuales están ahí arrumbados pero que son parte del ambiente, de la atmósfera”.

Yossy Zagha Kababie: “En ese aspecto hasta terminamos preguntándonos ¿qué es el silencio? La verdad es que a todos nos costó mucho más trabajo del que pensábamos hacer una película tan sencilla, de dos personajes  y una locación”.

Jack Zagha Kababie: “Y ahora que Yossy menciona el silencio, en la producción de lo que nos percatamos es que cualquier cosita de más brincaba muchísimo en la pantalla y llevaba la historia a otro camino. Por ejemplo, cuando recibí precisamente la pista original de audio, noté que habían metido un perro que ladraba afuera del almacén, pero eso ya distraía y cualquiera terminaba pensando ‘Algo va a pasar con este perro’, y yo decía ‘¡No, mátenlo!’, y así nos pasó con otros elementos en la filmación; teníamos que encontrar un punto justo, que todo fuera contenido. En lo personal tuve que sacar lo mejor de mí como director y utilizar todo mi conocimiento, y aún así hubo momentos muy difíciles porque no había dónde esconderse, no había modo de engañar al público para que la historia continuara, o sea, estaba bien o estaba bien, no había de otra”.

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-Ya que se menciona la contención y la precisión con la que se tenía que manejar todo, ¿cómo fue el trabajo actoral?

José Carlos Ruiz: “Aunando un poco a lo que dice Jack, yo llevo casi sesenta años como actor y al toparme con este personaje me di cuenta que todo aquello que había aprendido y experimentado no servía para un carajo. Era un personaje que me retó, me humilló, y había que enfrentarlo, no con lo que yo sabía sino con lo que me proponía, por lo que estuve a punto de dejar la película e irme a mi casa, porque veía a Jack que daba instrucciones pero yo sólo oía murmullos, nada concreto y lo que descubrí al leer y ensayar el guión es que no me creía nada. Si bien lo entendía, no encontraba el alma, el hueso del personaje; me decía ‘¿Qué hago aquí con este pinche personaje que está aquí todo el tiempo, que no ata ni desata y no va a ningún lado?’. Además, a mí el pinche espacio del almacén me acojonaba y encabronaba.

Pero así como ocurrió con el almacén, que por sí solo tampoco decía algo y al cual había que vestirlo, para con esos trapos que le pusieron, esa ventana, esa telaraña, el foquito tuviera un lenguaje. Pasó igual con el personaje, solamente le faltaba tocarlo para echarlo a andar, hasta que de pronto un día, ¡pum! sucedió y me hallé que ya estaba en la línea correcta, pero tampoco es que haya habido la alegría desorbitada y uno dijera ‘¡Bravo, lo encontré!’, no, fue un proceso muy íntimo”.

Jack Zagha Kababie: “Lo que pasó en nuestra relación en verdad fue muy interesante, porque ya habíamos hecho una película juntos [En el Último Trago], pero aquí era como si no nos conociéramos. Yo no podía creer que estábamos en esa situación, no podía entender lo que sucedía. Sin embargo, lo importante es que todo esto que estamos mencionando no se nota en la película, no resalta algo. Cuando terminamos de filmar, el fotógrafo [Claudio Rocha] me dijo ‘Estoy muy orgulloso de mi trabajo, es el más bonito que he hecho pero debo de reconocer que es una fotografía que no se nota’ y yo le respondí ‘¡De eso es de lo que se trata!’”.

Hoze Meléndez: “En mi caso fue un proceso de mucho aprendizaje porque en lo personal estaba pasando por una etapa similar a la del personaje al llegar a la Ciudad de México [Hoze Meléndez es originario de Mexicali], tratar de encontrar oportunidades como actor y esperar el no llegar a un punto donde me quede estancado.

Trabajar y convivir con alguien como José Carlos Ruiz, absorber un poco de su experiencia, fue de crecimiento actoral, además de estar siempre acompañado por Jack, con quien analizamos el texto, entendiéndolo y aprendiendo todo el tiempo de los personajes”.

Jack Zagha Kababie: “No es que haya dirigido muchísimas películas pero con las tres que llevo empiezo a sentir que lo que estoy haciendo empieza a tener una conexión en otros niveles. Hay tantos elementos que se dieron para hacer esta película, los cuales podrían decirse casualidades, como lo que está mencionando Hoze, aunque conforme va avanzando el tiempo pienso que no lo son, que son elementos que te llegan en un momento particular y se unen de una forma que todavía estoy descubriendo”.

-Hablando de las conexiones que van encontrándose incipientemente en tu cine, está el hecho de que a partir de tu cortometraje Yo También Te Quiero, te has decidido abordar el género de la comedia. Sin embargo, en cada película lo has hecho con un tono completamente diferente, del sentido del humor relajiento y de espíritu netamente populachero en Adiós Mundo Cruel al absurdo de la película que ahora nos confiere. ¿Cómo has ido desarrollando y perfeccionando tu vis cómica?

Jack Zagha Kababie: “Lo que siento que he aprendido en cada película y he trabajado y he evolucionado como director es llegar a una honestidad, ya que cuando esta se consigue, la comedia se da sola. Estoy haciendo una comedia que no se encuentra en la actuación o la acción, sino en la situación”.

Yossy Zagha Kababie: “No nos cerramos a ningún género en realidad pero nos gusta la comedia, nos sale y es con la que más empatizamos, pero más allá de eso, creemos en historias que pueden ser honestas e inteligentes, y siento que eso es lo que nos está guiando en los proyectos que siguen”.

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-Si bien, nuevamente tienes a perdedores innatos como protagonistas y tratas temas como el choque generacional, el peso del tiempo en nuestras vidas, el desencanto social; esta vez existe mayor énfasis en este último punto.

Jack Zagha Kababie: “Para mí el punto más importante y lo que más me gusta transmitir es que la película representa una tragedia, porque más allá de la falta de oportunidades en el país o de su situación económica, no estamos valorando el potencial, las habilidades y los talentos que tenemos, y podemos tener a generaciones enteras que nunca se descubran, que nunca sepan para qué son buenas. Pasa muchísimo que terminas la preparatoria y a lo mejor no sabes qué hacer, entonces terminas en un trabajo para pagar un poco los gastos y ahí te quedaste toda tu vida. Para mí esa es la tragedia y eso es lo que en el fondo quiere la película mostrar, querer hacerle justicia a todo ese tiempo desperdiciado, pero por otra parte tratar de agarrar a la juventud, zarandearla y decirle ‘¡Despierta, tienes toda una vida por delante, tienes un potencial impresionante, un sinfín de posibilidades. Busca, trabaja, desarrolla, lucha, sal de tu zona de confort, no aceptes cualquier cosa menos de lo que tú mereces!’. Eso es lo que me gustaría que cambiara de México y de una generación reciente de jóvenes que vean esta película”.

Hoze Meléndez: “Yo creo que los jóvenes sí estamos un poco desesperanzados de lo que nos ofrecen las generaciones pasadas. Y bueno, siempre decíamos entre nosotros que la película también tiene algo de cíclico, ahí queda la interrogante, ¿vamos a ver en algún momento a mi personaje después de treinta y cuatro años trabajando en el almacén? Esperemos que no”.

José Carlos Ruiz: “Pienso que en efecto, varias generaciones han perdido la esperanza, esto hace de esta película no una película mexicana nada más, puede ser una película filmada en cualquier lugar del mundo, porque todos estamos imbuidos en esta falta de entusiasmo. Sin embargo, algo muy padre es que nunca se trata de una película aleccionadora, con mensaje y todas estas cosas. Es como una fotografía de una realidad a la que nos enfrentamos todos y cada quien sentirá de alguna manera lo que le toca”.