Por Stivi de Tivi / @StiviDeTivi
Después de que Netflix cambió la manera de hacer y consumir televisión con su contenido original, la empresa decidió expandirse, produciendo series para y desde diferentes regiones. Su primer intento fue la mexicana Club de Cuervos (2015), que se volvió en un pequeño fenómeno nacional (ni en Argentina ni en España les interesó), luego llegó la francesa Marseille y la portuguesa 3%, que fueron demostrando cómo la marca ya estaba entiendo el funcionamiento del mercado internacional.
Olvidemos que este año estrenaron Ingobernable y enfoquémonos en que Netflix, en 2017, estrena su primera producción original española. Antes de que ésta llegara, nos imaginamos que tendríamos una respuesta a House Of Cards, o quizá algo relacionado con ETA. No sé, algo atrevido y adictivo. Pero, ¿qué es lo que nos entregan? Las Chicas del Cable, un drama romántico de época sobre cuatro mujeres que trabajan en una empresa de telecomunicaciones. La plataforma de streaming vio que el producto español que más se consume en Latinoamérica es Velvet, y por ello se acercaron a Bambú Producciones, para pedirles que hicieran algo similar.
Sus protagonistas son Lidia (Blanca Suarez), Carlota (Ana Fernández), Ángeles (Maggie Civantos) y Maria (Nadia de Santiago), quienes además de trabajar en el mismo lugar, tienen algo más en común: luchan por sus sueños sin que ningún hombre las detenga, mientras esperan a que el amor toque sus puertas. La serie está ambientada en Madrid de 1928, y ahí tengo que aplaudir el nivel de su producción, su vestuario y diseño de arte, que recrea perfectamente a una de las principales calles de Madrid, la Gran Vía, misma a la que te logran transportar.
Punto aparte es la música, ¿Alguien me puede explicar ese soundtrack? Si bien Las Chicas del Cable quiere llegar a mercados internacionales, y por eso es perdonable que todas las canciones estén en inglés, así como el uso de música lounge que parece salida de un bar en la Colonia Condesa para sus escenas románticas, ¿por qué? O, por ejemplo, la música de las fiestas, donde todos parecen estar bailando Charleston, aunque de fondo se escuche una balada tipo Lana Del Rey. No tiene sentido y se convirtió en un factor de constante distracción, que nunca permite entrar de lleno al mundo que están planteando.
Otro problema es su discurso sobre el feminismo, ya que se siente forzado y artificial. Lejos de tratar el tema con sutileza, Las Chicas del Cable se esfuerza demasiado en explicarlo al público con condescendiente insistencia, como si todo su público fuera en preescolar, lo cual contrasta con la lamentable realidad, en la que la mujer española se incorporó al mercado laboral de forma masiva años más tarde. Y aunque obviamente en los 20s había una incipiente liberación y autonomía femeninas, por más que la serie trate de justificarlo con fines dramáticos o discursivos, nunca se trató de un movimiento tan explícito en aquellos tiempos.
Las Chicas del Cable resulta entonces en un cóctel meloso, con buenas intenciones pero con algunas incoherencias en el contexto social que presenta. Al final, lo que nos entrega Netflix es una telenovela para disfrutar después de comer, contrario al tipo de contenidos que nos han acostumbrado a mantenernos despiertos toda la noche.
https://www.youtube.com/watch?v=lfIQAnrVPlI