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Por Fernando Santoyo Tello / @FdoSantoyoTello

Gracias a la crisis de ideas frescas en Hollywood, no sólo las secuelas son cosa de todos los días. A esa lista también hay que agregar innumerables remakes y reboots, que intentan actualizar proyectos ya vistos. Es tal la crisis, que incluso ya ni siquiera son proyectos con décadas de distancia entre los originales y, como ejemplo, ahí están los dos recientes reboots de Spiderman como muestra cercana.

El cine no es el único mercado remakeable, también la televisión y las caricaturas han servido como material de base. Lo que parece ser la constante en todos estos proyectos es la nostalgia, pues es a ella a lo que los productores han buscado ceñirse para llamar la atención del público, no sólo por volver a hacer historias que gozan del favor de los espectadores desde hace años, sino que sus campañas publicitarias (díganse trailers, carteles, spots y juguetes) buscan precisamente lo mismo; conquistar audiencias por medio de la añoranza.

Incluso las secuelas tardías que se han visto recientemente (Terminator Genisys, Star Wars: The Force Awakens) han recurrido a la nostalgia para venderse mejor. Y aunque en algunos casos funciona (Star Wars), la realidad es que en otros no (Terminator), haciendo evidente que los productores muchas veces creen que con hacer que su público vuelva al pasado, éste ignorará problemas de guion o de estructura. También los llamados “remakes encubiertos” cada vez son más comunes; El Episodio VII , La Bruja de Blair y Alien Covenant, son claros ejemplos de ello, siendo casos claros de que lo único que cambia en estas nuevas entregas son los actores y la calidad de los efectos especiales, ya que la base dramática es prácticamente la misma, exhibiendo que hoy más que nunca el cine se encuentra en un bache artístico evidente.

Pero en los últimos años, no todos los remakes y reboots de series, películas o caricaturas del pasado han sido exitosos, llevando a que varios de ellos se hayan estrellado en la taquilla. En los casos más decentes, como el remake de Robocop (Jose Padilha, 2014), la película logró recaudar $243 millones de dólares alrededor del mundo, de un presupuesto de $100 millones, aunque en Estados Unidos solo hizo 58. Aquí el fracaso es más notorio si se le compara con la original de 1987, que en su totalidad hizo $54 millones de dólares que, ajustados a la inflación natural de los últimos 30 años, representa casi el doble hoy en día.

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Es importante recalcar que, para las producciones de Hollywood, si una cinta no es un éxito en su país se considera casi de inmediato un fracaso, ya que la taquilla mundial no reditúa de igual manera. También se deben tomar en cuenta las campañas publicitarias, que en muchos casos cuestan casi lo mismo que la producción a los estudios, por lo que para poder empezar a ver ganancias, los títulos tendrían que triplicar el costo.

Otro caso parecido es el del reboot de Los Cazafantasmas (Paul Feig, 2016), cuyo costo aproximado fue de $144 millones de dólares, de los cuáles sólo recuperó 128 en Estados Unidos, ni siquiera multiplicados al doble por sus números en todo el mundo, donde apenas alcanzó a juntar 229. Aquí es mucho más alarmante, ya que el costo de mercadotecnia fue de casi $150 millones, por lo que sumados a su presupuesto hacen un total de casi $300 millones, lo que a todas luces arroja perdidas de casi $70 millones de dólares para el estudio. De ganancias mejor ni hablamos.

Claro que hay de fracasos a fracasos. Por ejemplo, también el año pasado, el remake de Ben Hur (Timur Bekmambetov, 2016) sólo recaudo $94 millones de dólares en todo el mundo, y unos irrisorios $28 millones en suelo norteamericano, todo esto ante un presupuesto de $110 millones de dólares, sin contar los gastos de publicidad. Es por ello que se trata de uno de los más grandes fracasos de los últimos años en esta materia, y estaría bien sirviera de escarmiento a los estudios para no tocar películas intocables.

Desgraciadamente no parece que esto vaya a desanimarlos a continuar con estos proyectos y, en el futuro inmediato, se siguen vislumbrando remakes totalmente innecesarios, como la nueva versión de Scarface (que recién se quedó sin director) con Diego Luna como protagonista.

La nostalgia ya no vende e incluso cintas que tuvieron éxito han engendrado secuelas que se estrellan estrepitosamente debido al cansancio del público ante ciertas franquicias y la evidente falta de calidad. Tortugas Ninja II (Dave Green, 2016) y Alicia a través del espejo (James Bobin, 2016) son los mejores ejemplos de este punto: La segunda aventura de los anfibios expertos en artes marciales recaudó la mitad que su antecesora ($493 contra $246 millones de dólares), mientras que el regreso de Alicia consiguió casi $700 millones de dólares menos (1025 contra 299) que la dirigida por Tim Burton apenas unos años atrás. Gracias a estos datos ambas franquicias han quedado sepultadas.

ALICE THROUGH THE LOOKING GLASS

Pero esto no representa un freno absoluto para otras franquicias. Sólo este año, proyectos que buscaban en la nostalgia su mejor arma se estrellaron y sepultaron posibles franquicias; Power Rangers (Dean Israelite, 2017) era la nueva apuesta de Lionsgate para crear una franquicia redituable (se habían anunciado siete películas en este universo, las cuales obviamente corren el riesgo de quedar descartadas), siendo que apenas la primera aventura de los nuevos Power Rangers recaudó apenas $140 millones de los 100 con los que contó como presupuesto.

Otro ejemplo es La Momia (Alex Kurtzman, 2017), que no ha ido nada bien en el mercado norteamericano. La película de Tom Cruise lleva apenas $68 millones de dólares recaudados en Estados Unidos, de un presupuesto total de 125, aunque aquí seguramente la taquilla mundial la salve, pues en otras partes del mundo lleva ya $273 millones de dólares.

El mayor problema de estas cintas no está únicamente en la parte económica sino en cuanto a la calidad de los proyectos; la mayoría son cintas hechas con prisa, para completar franquicias o universos compartidos, que son la nueva moda. La reciente Baywacth (Seth Gordon, 2017) es un indicador de esto, pues la crítica la vapuleó y el público ha respondido de manera discreta, aunque esta franquicia en particular tiene a su favor que su costo de producción no fue tan elevado; sólo $69 millones de dólares, los cuales ha rebasado ya con $137 millones recaudados.

En otros años, el público respondía a estas películas por el simple hecho de venir precedidas de algún programa o cinta exitosa en el pasado, pero hoy en día las audiencias han cambiado y no se conforma con cualquier cosa, principalmente gracias a la existencia de plataformas digitales y VOD, donde habitan aquellas series o películas de antaño que antes debían revivir en la gran pantalla, exigiendo entonces un mínimo de calidad u originalidad en los productos que van a ver a las salas. Los productores parece que pasan desapercibido este tema, aunque los números rojos tienen que empezar a hacerlos recapacitar y remendar el camino.

Todos los datos de taquilla de: Box Office Mojo.

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