Seleccionar página

bong

Por Fernando Santoyo Tello / @FdoSantoyoTello 

El cine asiático es uno de los más competentes en el mundo actual, grandes películas nos han llegado del oriente y algunas de ellas incluso han dado origen a remakes estadounidenses: Los Infiltrados (remake de la china Infernal Affairs, de Andrew Lau) es uno de los que pasaron la prueba y se ganaron su lugar propio. Oldboy (remake de la homónima coreana de Park Chan-wook) es uno de estos proyectos que no contó con la misma suerte y más bien resultó en un fracaso, pero el caso es que ambas son ejemplos claros de que en Asia se están haciendo proyectos muy interesantes que todo el mundo voltea a ver.

Hace ya más de una década la industria de Hollywood volteo sus ojos al oriente para remakear muchas de sus películas de terror. El furor del denominado J-Horror (que roba la letra J de Japón) fue la consecuencia de esto, pero no sólo cintas de horror se producían en los países asiáticos. Otros grandes directores se consolidaron la década pasada, los mejores y claros referentes de esto son Kim Ki-duk (Las Estaciones de la Vida, 2003), Wong Kar-Wai (Deseando Amar, 2000), Takashi Miike (Ichi the Killer, 2001) y el ya mencionado Park Chan-wook (Sympathy for Lady Vengeance, 2005). Todos ellos con grandes cintas reconocidas a nivel mundial.

Con el paso de los años se han ido consolidado otros grandes directores de aquel continente, siendo Corea del Sur uno de los países que mas han arrojado creadores por demás interesantes. Algunos de ellos son Kim Jee-won (I Saw the Devil, 2010), Na Hong-jin (The Wailing, 2016) y Bong Joon-ho (The Host, 2006), siendo este último uno de los más interesantes, impredecibles y capaces de toda esta camada.

barking_dogs_never_bite_bd

En fechas recientes Bong Joon-ho ha sido etiquetado como “el Spielberg asiático”, comparación un poco injusta si tomamos en cuenta que la carrera de ambos es diametralmente opuesta, sobre todo porque el coreano tiene cintas más bien pesimistas, contra la esperanza que siempre retrata Spielberg. Pero, sobre todo, porque el asiático es un experto en combinar géneros y tonos en sus proyectos de manera magistral, mientras Steven siempre ha sido más disciplinado con la estructura de sus historias.

Fue en el año 2000 cuando, gracias al Festival de Cine en San Sebastián, se dio a conocer con la curiosa cinta Barking Dogs Never Bite, una comedia surrealista y en nada parecida a algo que hayamos visto antes, en la que por primera vez el director daba muestra de su gran capacidad para combinar géneros y realizar historias en lugares llenos de gente y donde pasan muchas cosas. En aquella ocasión Bong Joon-ho dirigía a Doona Bae (reconocida recientemente por ser una de las protagonistas de la serie Sense 8) y con quien volvería a trabajar tiempo después en The Host.

Pero no fue sino hasta el 2003 que el sudcoreano comenzó a llamar la atención de crítica y público a nivel mundial con su cinta Memories of Murder, la cual lo consolido como un director a seguir, además de que fue en aquel título que se dio la primera ocasión en la que dirigiría a uno de sus actores fetiche; el gran Song Kang-ho (quien también ha realizado grandes trabajos juntos a Park Chan-wook). Una vez más la mezcla de géneros perfecta haría su acto de presencia, en esta ocasión unificando el cine negro y de investigaciones con la comedia más absurda posible. El filme es una especie de Zodiaco (David Fincher, 2006) que se desvía para mostrar la ineficiencia y torpeza de toda la fuerza policiaca, resultando en una película inclasificable pero imprescindible. No en vano está considerado como uno de los mejores filmes coreanos de los últimos veinte años.

maxresdefault

La consolidación total se dio con The Host en el 2006, una de las cintas de monstruos más humanas que existen, y probablemente uno de sus mejores trabajos a la fecha, al grado de que al día de hoy se considera un clásico de culto. Una vez más debajo de la fachada de un filme de catástrofes (con monstruo gigante incluido), el director esconde un coctél de géneros estupendamente mezclados y homogenizados para el deleite de los espectadores, que una vez más pasa de la comedia a la emoción y la aventura. La marca del director para este trabajo ya era identificable a todas luces; simpatía por personajes marginados, autoridades incompetentes y el ascenso de lo más oscuro de cada ser humano en ciertas situaciones límites. Por si fuera poco, aquí demostró una puesta en escena brillante y que además puede ser visualmente deslumbrante si el proyecto lo requiere.

Para el 2009 el director realizaría la que, en lo personal, considero la mejor de sus películas; Mother. Se trata de un drama con tintes de thriller y algunos atisbos de humor negro, donde una vez más su particular estilo se pondría al servicio de una obra que merece todos los elogios posibles. Sin duda es su trabajo más serio y oscuro, pero también es en el que sin duda pulió todo lo que ya venía demostrando en sus anteriores proyectos. Otra de sus grandes virtudes aquí quedaría demostrada; su gran capacidad para dirigir actores y sacarles lo mejor, ya que el filme no sería el mismo sin la desgarradora interpretación de Kim Hye-ja.

Con sólo cuatro películas en su haber realizadas en su país natal, era cuestión de tiempo para que Hollywood lo atrajera. Fue en el 2013 cuando el coreano decidió emigrar al cine norteamericano y, al igual que sus compatriotas Park Chan-wook y Kim Jee-won, decidió aportar su sello a una industria que suele corromper grandes talentos extranjeros (algunos de los casos más recientes y alarmantes, para ejemplificar esto, son los de Olivier Hirschbiegel y Florian Henckel von Donnersmarck).

the_host_widescreen_219200760717pm755

De sus compatriotas, solamente Park Chan-wook logró mantenerse fiel a su estilo con su debut anglosajón en Stoker (2013). Por otro lado, Kim Jee-won realizó un filme mucho más alejado de sus thrillers coreanos y debutó en las pantallas americanas con un vehículo para el lucimiento de Arnold Schwarzenegger en su era post-Governator; The Last Stand (2013) que, aunque es un competente filme de acción, nada tiene que ver con su obra inicial.

Al igual que Park, Bong Joon-ho también debutó siendo fiel a su estilo; Snowpiercer significó una de las mejores películas el año de estreno y una vez más deslumbro con una historia de personajes marginados en una lucha de clases que se da en el claustrofóbico espacio de un tren bala. Géneros entre-mezclados y por primera vez un cast internacional al que el coreano le saca todo el jugo posible aderezaron la película, haciendo incluso que el ahora Capitán América (Chris Evans) demostrara que sabe actuar.

El sudcoreano demostró que su talento puede ser utilizado en cualquier parte del mundo y, con su primera incursión en inglés, también comprobó que la calidad no está peleada con el espectáculo, dando muestra de que es hoy por hoy uno de los directores más interesantes del panorama actual, con un estilo propio e identificable que, por si fuera poco, resulta entretenido y deslumbrante cuando debe serlo.

snowpiercer-4

Actualmente, gracias a la plataforma de Netflix, podemos ver su nueva película Okja, en la que una vez más se apoya de un brillante cast internacional en el que destacan interpretes consolidados como Jake Gyllenhaal, Paul Dano y Tilda Swinton, además de que debuta a una sorprendente Ahn Seo Hyun.

El director ha dividido a la crítica por primera vez, aunque son más los buenos comentarios a su alrededor. Con Okja, logra una vez más entregarle al público una epopeya que deambula entre varios géneros, aunque en esta ocasión lo hace con una cinta un poco más amable, aunque no por eso menos desgarradora. Jugando con las emociones del público y como si de una montaña rusa se tratara, Okja es un viaje que no dejará indiferente a nadie.