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Por Fernando Santoyo Tello / @FdoSantoyoTello

La clasificación de las películas no solo es un prohibitivo para el gran público al entrar o no entrar a ver ciertas películas, también ha sido un indicativo de taquilla en las últimas décadas. Después de que en los años ochenta y noventa el cine de acción, terror e incluso las comedias se caracterizaran por ser cintas con clasificación R (C en México) en su mayoría; ya que la violencia, el sexo y las malas palabras eran constantes, llegó una época cercana al nuevo milenio, en las que todos los géneros cinematográficos se volcaron a hacer sus historias PG-13 (B en México), esto para que más público estuviera abierto a verlas.

Sin duda esta jugada le resultó en enormes ganancias a la industria Hollywoodense, sobre todo porque es precisamente el público más joven el que acude en masa a las salas de cine. Pero esto también trajo graves consecuencias; como que el público adulto se alejara de los cines ante una falta evidente de material para ellos. Es así que este fenómeno de endulzamiento de historias dio pie a la saturación de secuelas, films de súper héroes, sagas y ahora universos compartidos. Por no mencionar que esto volvió insípidas muchas películas de acción y, sobre todo, de terror, donde la sangre y la violencia solían ser elementos básicos en este tipo de cine.

Esto llegó a niveles alarmantes, como el que ciertas películas que comenzaron su andanza como R, siguieron su camino endulzándose. Tal es el caso de la saga Duro de Matar, que en su cuarta parte se ablandó por completo, convirtiéndose en PG-13. Así como este ejemplo abundaron varios durante los últimos años, sepultando por completo el cine R mainstream, ya que para aquellos que se aventuraban a hacer algo más subido de tono en cuanto a violencia, sexo o lenguaje, una baja taquilla era la recompensa.

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Fue hasta 2009 que un cambio comenzó. Las comedias de ese año demostraron que las cosas necesitaban ser como antes, que el público de la comedia para adultos solicitaba más productos y volver al humor subido de tono. El ejemplo lo puso ¿Qué pasó Ayer? (Todd Phillips) que se convirtió en una de las comedias clasificadas R más exitosas de la historia, e incluso en una de las más taquilleras de ese año. Ganó $277 millones de dólares en Estados Unidos, y $467 en todo el mundo. Considerando su presupuesto de $35 millones, obviamente arrojó unas ganancias brutales, que dieron origen a una trilogía, que bajaría en calidad pero que mantendría el éxito; $587 millones de la segunda parte y $362 de la tercera.

Gracias a esos números, Hollywood implementó un plan de replicar ese éxito con trabajos similares, usando una formula que aun hoy en día sigue dando ciertos dividendos. Algunos de estos ejemplos podrían ser; Quiero matar a mi jefe (Seth Gordon, 2011) que hizo $210 millones de dólares en todo el mundo y, sobre todo, Ted (Seth McFarlane, 2012) que hizo la increíble cantidad de $549 millones de dólares en todo el mundo.

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Con el antecedente puesto por las comedias, solo faltaba que el género de acción y horror hicieran lo mismo. Desgraciadamente el camino para estos dos géneros ha sido más tumultuoso. Grandes proyectos clasificados R de esta década se estrellaron estrepitosamente en taquilla, precisamente por su clasificación. El mejor ejemplo; Dredd (Pete Travis, 2012), una excelente cinta de acción y ciencia ficción que pasó desapercibida por el gran público, pero que sin duda se merecía mucha mayor atención. Sus números sepultaron la franquicia y arrojaron enormes perdidas para sus productores. Con un presupuesto de $50 millones de dólares, la cinta hizo unos ridículos $35 millones en todo el mundo, lo que sin duda afianzó la mentalidad de los estudios de que los filmes con clasificación para adultos seguían siendo veneno para sus arcas.

Por esa razón, cuando en el 2015 se estrenó Mad Max: Furia en el camino (George Miller) su éxito sorprendió a propios y extraños, reviviendo de una vez por todas este resurgimiento del cine clasificación R. Gracias a esta película los estudios comenzaron a creer un  poco más en estos materiales, a pesar de que sus números tampoco fueron para echar cohetes; $379 millones de dólares en todo el mundo, para un presupuesto de $150 millones que, aunque no fueron cifras estratosféricas, se conjugaron con una excelente respuesta de público y críticos.

Simplemente en IMDb la película tiene un extraordinario 8.1/10 otorgado por el público y en Metacritic tiene un merecido 90/100 que le ha dado la crítica mundial. La película fue una de las estrellas la noche de los Oscars del 2016, ganando 6 premios.

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El mismo año Kingsman: El servicio secreto (Matthew Vaughn, 2015) también tomó por sorpresa a los estudios, convirtiéndose en un inesperado éxito de taquilla y crítica a pesar de su bien merecida clasificación R; $414 millones de dólares en todo el mundo, con un presupuesto de solamente $81 millones.

Con todo esto, los estudios vieron que tal vez ya era hora de volver a las películas adultas; violentas y sin ningún tipo de filtros, lo que terminó por confirmarse con el estreno y éxito inusitado de Deadpool en el 2016 (Tim Miller).

Gracias al súper héroe bocón de Marvel, el resurgimiento se volvió una alegre realidad, pues sus números de taquilla fueron aplastantes; $783 millones de dólares en todo el mundo, contra un presupuesto de $58 millones, además del total apoyo de público y crítica que la volvieron uno de los acontecimientos cinematográficos del año pasado.

En IMDb el público le ha dado un 8.0/10 y en Metacritic tiene un muy decente 65/100, confirmando que en gran parte el éxito de estas cintas clasificadas R es su honestidad y la simplicidad que desprenden a pesar de sus abultados presupuestos. Definitivamente no hay nada mejor que un film que no pretende nada más que divertir con un poco de incorrección política y escenas impactantes en todos los niveles.

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Precisamente este año, la consolidación total se dio con Logan (James Mangold, 2017) que hizo $617 millones y tuvo un presupuesto de $97, además de calificaciones en IMDb de 8.2/10 y en Metacritic un 77/100. Este éxito no sólo representa que sin duda los materiales R ya son redituables hoy en día, sino que también vino a demostrar que el cine de súper héroes y los blockbusters también pueden tener temas y una presentación para adultos. El hecho de que Deadpool y Logan hayan sido apabullantes éxitos de taquilla y crítica no es algo fortuito, sino testimonio de un buen material no importando la clasificación.

Es muy alentador ver que también este año el género del terror ha entrado a este resurgimiento, gracias a la reciente Eso (Andy Muschietti, 2017), que lleva más de $600 millones de dólares en todo el mundo, para un presupuesto de $35 millones (y esto seguro va en ascenso, considerando que aún le queda tiempo de corrida en taquilla). Los estudios ya vieron que la sangre y cierta rebeldía en sus historias es algo que los espectadores extrañaban, y que están dispuestos a recibirlo con entusiasmo. Seguramente con la secuela esto se ratificará, y entonces estará completa la resurrección de estas historias más adultas en estos géneros que, por si fuera poco, son los que más dinero meten en las salas.

En los Estados Unidos van aproximadamente 9 semanas seguidas que los primeros lugares de taquilla son películas con esa clasificación; Annabelle 2, The Hitman´s Bodyguard, It, o Kingsman 2, lo cual augura que esto seguirá pasando, siempre y cuando los productores no vuelvan a ablandarse. Habrá que  ver si el fracaso en taquilla de la reciente Blade Runner 2049 no es el primer paso a ese retroceso.

Todos los datos de taquilla de: Box Office Mojo.

Datos de críticas de: Metacritic, Rotten Tomatoes e IMDb br2049