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Por Gonzalo Lira Galván / @Gonyz

Un hombre atraviesa silenciosamente un escenario desértico en Estados Unidos. Se trata del actor Harry Dean Stanton quien, a sus 90 años y en su último trabajo actoral, inevitablemente nos recuerda a su emblemático Travis Henderson, que interpretó para Wim Wenders en Paris, Texas por ahí de 1984. La referencia no es accidental y el director John Carroll Lynch lo sabe.

Mejor conocido por su trabajo actoral con directores como Stephen Frears, Pablo Larraín, Martin Scorsese, Clint Eastwood, David Fincher o los hermanos Coen, por mencionar algunos, el ahora director llega a las pantallas mexicanas detrás de las cámaras de Lucky (2017) que, con el recién fallecido Harry Dean Stanton al frente, no sólo encabeza un elenco de lujo (con todo y David Lynch incluido en el papel de un hombre solitario en busca de su tortuga perdida), sino también logran hablar con naturalidad y calidez de temas como la mortalidad, el paso del tiempo y la rutinaria mundanidad que a veces nos abruma.

Por el estreno de Lucky en México y a casi un año de la muerte de su emblemático actor protagónico, platicamos con el director y actor John Carroll Lynch sobre las diferentes etapas de producción de su película, los temas que explora y el trabajo actoral de su entonces nonagenario protagonista.

-Cinema Móvil: Me interesa mucho empezar hablando del guion y cómo llegó a tus manos porque sé que tienes una relación muy estrecha con uno de los escritores…

John Carroll Lynch: “Así es…”

-Pero más allá de eso, mi principal duda es ¿por qué elegir esta película como tu primer esfuerzo detrás de la cámara?

“Como veo que ya sabes, Drago Sumonja es amigo mío desde hace tiempo y gracias a él conocí a Logan (Sparks). Drago me llamó un día y me ofreció leer este guion que ambos habían escrito. Harry Dean Stanton ya estaba confirmado como protagonista y ellos querían que yo participara cuatro días pero solo como actor en el personaje de Joe, el dueño de la cafetería que Lucky visita con frecuencia. Era ése personaje, aunque también podría haber sido el de Bobby Lawrence, que al final hizo Ron Livingston. Entonces leí el guion y me gustó muchísimo, porque además trabajar con Harry Dean Stanton, sonaba como algo muy divertido, sobre todo porque yo ya conocía a Harry de trabajos anteriores.

Pero Drago también sabía que hacía mucho tiempo que yo estaba intentando dirigir. Había escrito algunas cosas que no lograba conseguir que se produjeran, así que pocos meses después él me volvió a buscar, ya que el director que tenían en mente estaba muy ocupado y no lograban trabajar con él. Recuerdo que le pedí que se aseguraran que el otro no podría y entonces ya me buscaran nuevamente.

Me llamó y entonces nos sentamos a platicar sobre hacia dónde creía yo que este guion se debía dirigir. Para mí había algo muy importante y ahora que hice Lucky me queda más claro; por años dije que sí a muchas cosas como actor que jamás podría haber hecho como director, principalmente porque el compromiso como director es más largo. Es un trabajo que no puedes hacer a medias y con el que te debes comprometer al cien por ciento porque, de lo contrario, nunca va a suceder nada. Así que les pedí que trabajáramos nuevamente el guion juntos para que pudieran escuchar mis dudas y sugerencias, lo cual fue un acierto porque después de tres meses de trabajo el guion solo se fue poniendo cada vez mejor. Me permitió hacer que la película llegara hacia donde yo como director le veía potencial de llegar, ¿sabes? Para mí era muy importante que la película te permitiera seguir el viaje de Lucky sin que él necesariamente te explicara qué está sucediendo. Era primordial que el público pudiera seguir lo que ocurría en su mente y su corazón.

Ya habiendo llegado a ese punto fue aún más sencillo buscar a más gente que se nos uniera. De por sí, la pura presencia de Harry hacía que muchos actores quisieran trabajar con él, justo como yo al principio quise hacerlo como actor. Entonces su participación nos permitió subir a un elenco espectacular que eventualmente también ayudó a que consiguiéramos el dinero necesario para hacer la película.”

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-Me llama la atención lo que dices sobre ser director como un compromiso mayor al del actor porque este guion en esencia es algo muy simple, al tratarse del día a día de un personaje en apariencia común y corriente. Pero sin duda era un trabajo que requería de mucha sensibilidad y discreción a la hora de ponerlo en pantalla. En términos de post producción y para llegar a transmitir esa sensibilidad, ¿cuál era tu principal preocupación como director primerizo?

“Tienes razón. Es la primera vez que dirijo y me preocupaba principalmente haber filmado en locación todo lo necesario para hacer que la película funcionara en el cuarto de edición y, sobre todo, que se transmitiera de manera íntegra la gran actuación que dio Harry a diario. Era muy importante que toda la película estuviera a la par de su trabajo actoral y la verdad es que tuve la fortuna de que mi primera película detrás de la cámara no solo tuviera un gran elenco, sino también un maravilloso protagonista. Eso ayudó a que al menos en lo actoral no tuviera que preocuparme.

Lo esencial para mí era aprender a comunicarme con mis editores, tanto con el primer editor que tuve como con el segundo, que terminó por ayudarme notablemente a que cada escena transmitiera lo que para mí significaba desde el guion. Cuando estás en el proceso de post producción, y ahora que pasé por eso lo entiendo, lo más importante es tratar de saber qué sentirá y qué pensará el público mientras vea la película. Porque como director tú no eres más que la mitad de una conversación, mientras que la audiencia pone la otra parte, y es muy importante dejar espacio en cada escena para que esa conversación suceda. De otra forma es imposible que la película avance hacia donde tienes intenciones de hacerlo. Y aunque eso es algo que yo he hecho toda mi vida y mi carrera como actor, ahora como director también debo ver que eso se logre a través del sonido, la fotografía y el diseño de cada escena. Cada elemento debe funcionar para lograr que el público sienta le película como yo tengo la intención de que ocurra.

Lucky además es una película que necesita de mucho espacio y que se toma su tiempo en encontrarlo. Creo que el diseñador de sonido fue esencial para esto. Su trabajo es magnífico, porque logra encontrar la densidad y el espacio a través del sonido, lo que permite al público sentir el desierto y todos los ambientes de la película. Para mí fue muy intoxicante el proceso de hacer poderosa la sensación del paso del tiempo y los ambientes. Teníamos un método de corrección de color que ayudó muchísimo a lograr esta sensación pero Tim Suhrstedt (el director de fotografía) fue primordial, ya que sus imágenes me permitían darle mucha profundidad de campo a lo que ocurre en cada cuadro. Esto fue básico para que yo pudiera concentrarme en hacer que cada sombra y cada textura exudara la misma belleza que tenía la película desde las páginas del guion. Disfruté tanto el proceso que, de no haberme quedado sin presupuesto, seguiría sentado jugando con las sombras y los colores de las imágenes… (Risas)”.

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-Bien dicen que la creatividad surge de la necesidad…

“Absolutamente… Es sabido que las películas salen de esos momentos en los que no tienes lo que creíste que necesitabas. Porque entonces debes re plantearte qué es lo que quieres decir y cómo decirlo con lo que hay a la mano. Y en ese sentido, el trabajo de dirigir es muy similar al de actuar, ¿sabes? Porque mi actuación es la única herramienta con la que llego a un rodaje y no siempre sirve para hacer todo. Hay cosas que debo averiguar cómo hacer, aunque muchas veces no las he hecho antes. Eso ocurrió mucho durante la realización de Lucky, porque hicimos que funcionaran muchas cosas que parecían imposibles de lograr”.

-Por cierto, hablabas de trabajar con lo que tienes, y sí se percibe mucho ese espacio que dices te obsesionaba mostrar para que la película respire y el público entienda lo que ocurre sin explicarlo… En ese sentido, ¿fue sencillo o fue complicado trabajar esto con Harry? Porque él ya era un hombre mayor, y un rodaje es muy demandante, no solo por los horarios sino también en términos de memorizar diálogos a la edad que él tenía cuando la hicieron…

“Tienes razón. Harry cumplió 90 años apenas una semana después de que terminamos el rodaje. La película se filmó en 18 días durante un lapso de un mes y sus horarios se acoplaron para asegurarnos que él tuviera la energía necesaria al momento de trabajar. Si hubiéramos hecho un itinerario normal, digamos de unas cuatro semanas, hubiera sido muy difícil para él. Así que acomodábamos todo para que filmara y después tuviera dos o tres días de descanso. Porque él está en cada escena y cada imagen inicia o termina con él en pantalla. Era la única forma de hacerlo. La historia depende mucho de lo que ocurre internamente con Lucky, porque lo que ocurre afuera es simplemente una rutina… ¿Acaso no es así la vida? ¿Tú también sientes que la mayor parte es una rutina?”

-¡Totalmente! Aunque hablar contigo y tener esta charla es una forma de romper esa rutina. Como una anomalía…

“Exactamente. Fuera de esto, la mayor parte de mis días son iguales al anterior. Y eso es algo de lo que se trata en la película, de mostrar cómo la rutina de Lucky cambia de repente y la forma en la que esto le afecta. Eso hizo que los retos para Harry como actor fueran principalmente dos: El primero tiene que ver con la cercanía que él tenía con el material, porque la película se escribió con él en mente. Y aunque al principio eso me pareció que sería una ventaja , en realidad fue una espada de doble filo, porque Lucky no es Harry y él estaba buscando conectar con el personaje siendo él mismo, que es de donde venía siempre la veracidad de sus interpretaciones. Por casi veinte años él siempre dijo que llevaba toda su vida interpretándose a sí mismo y nada más. Pero siendo que este personaje estaba tan inspirado en él, sin necesariamente ser él, tuvimos muchas pláticas acerca de usar esa misma veracidad, pero al servicio de Lucky como un personaje ajeno a él. Esas discusiones eran muy complejas.

El otro reto importante tenía que ver con la velocidad con la que hicimos la película, ya que hay muchas escenas que al firmarlas podían sentirse repetitivas en los emplazamientos de cámara y la fotografía, se volvía complicado porque yo tenía que ser muy claro con Harry respecto a qué momento de la película estábamos haciendo. Pasábamos mucho tiempo en esas discusiones; él se iba a su camerino y, cuando lo llamaba a escena, él siempre preguntaba en qué parte de la película debía retomar al personaje. Entonces las discusiones siempre incluían una recapitulación de qué es lo que ocurría con Lucky antes o después de su caída, para que así él entrara en el personaje sin problemas y con contexto. Su pregunta siempre era: ‘¿Esto ocurre antes o después de la caída?’. Así solucionábamos ese problema.

Afortunadamente, como actor yo ya trabajé en una película donde las condiciones eran similares. Fue una película que hicimos en 18 días también y eso me hizo que entendiera por qué Harry estaba necio en hacer esa pregunta cada vez. En aquella película yo siempre necesitaba saber en qué momento de la historia mi personaje se levantaba de la cama, porque de eso depende que transmitas la emoción adecuada. A veces los rodajes se mueven tan rápido que solo puedes atender el instante preciso que está viviendo el personaje y para ello debes confiar totalmente en que el director lo tiene claro para que el contexto fuera el correcto”. luc

-Otra cosa que me encantó de la película es que teniendo a Harry como protagonista y viendo al resto de tu elenco, ésta funciona como un lindo homenaje a los esos actores secundarios que solemos ver en miles de películas y que pocas veces tienen papeles protagónicos, a pesar de que sus participaciones son sobresalientes en cada trabajo que hacen, los llamados “character-actors” en Hollywood. ¿Esto es algo que tenían en mente tú y los guionistas al escribir o armar el elenco de Lucky?

“Es que todos estos actores como Ron Livingston, Ed Begley Jr, Tom Skerrit, Beth Grant y demás son gente con muchísima experiencia. Ya han demostrado de lo que son capaces y para mí fue una bendición tener a gente tan profesional mezclada en el elenco. También es una realidad que, desde el guion, el papel con diálogos más joven tiene 40 años. Pero sobre todo fue importante que cada uno de estos actores llegó por el puro gusto de trabajar con Harry, ya fuera por primera, segunda o tercera ocasión. Todos y cada uno de ellos querían pasar esos dos o tres días a su lado.

Eso también fue un reto porque a Harry no puedes ponerle a cualquier actor enfrente. Es un actor cuya presencia es apabullante y estar a su altura no es fácil llegando con tan poco tiempo al set. Pero cada uno de esos actores, que son hermosas personas y excelentes profesionales, se presentaban más que listos para llenar la pantalla. Ahí el guion fue esencial, porque cada personaje es un ser tridimensional, así que cuando alguien como Bobby Lawrence (Ron Livingston) entra a la cafetería el público de inmediato puede sentir que él viene de algún lugar y que existe una historia previa en su vida. No son personajes que estén ahí al servicio de la travesía de Lucky. De eso sirve un elenco así, porque cada actor llegó al set con personajes llenos de vida. Y eso definitivamente es un homenaje a los “character-actors” que mencionas.”

-Es que la lista de gente con la que han trabajado todos ellos es impresionante. Hay muchísimo talento ahí involucrado…

“Así es. Todo el elenco tiene filmografías masivas e impresionantes. El hecho de que hayan aceptado tomarse un par de días, muchas de ellos por puro amor, hace que la película trascienda. Por ejemplo, alguien como Ed Begley, que tenía una amistas de casi cincuenta años con Harry. O el mismo David Lynch…”

-¡Vaya elección esa de meter a Lynch en el juego! 

“¿Verdad?”

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-Algo que se ha mencionado mucho es la cercanía, no solo estética sino incluso temática, de Lucky con otras películas o personajes en la carrera de Harry, principalmente con su trabajo en Paris, Texas de Wim Wenders. Pero algo más interesante es que, al ocurrir en la frontera con México y siendo Lucky un personaje muy a la vieja usanza, ciertamente retrógrada en muchas cosas como su dificultad para convivir con homosexuales en el café que frecuenta, por ejemplo, pareciera que se trata de alguien que representa el ocaso de un Estados Unidos que muchos quisiéramos también ver extinguirse como la propia vida del personaje. ¿Esto es algo consciente? ¿Buscabas comentar al respecto, tomando en cuenta la relación entre México y tu país?

 “Todo empieza con el aspecto de Harry… La verdad no sé qué tenía ese señor de Kentucky que lucía tan bien atravesando un desierto a pie. ¡Pero vaya que se le daba con naturalidad! (Risas)”

-Nadie como él para esa tarea, estoy de acuerdo…

“De verdad que se siente correcto tenerlo ahí y Paris, Texas es el ejemplo perfecto. No podía pretender pedirle caminar por el desierto con la ingenuidad de no saber que eso era una evidente referencia a su trabajo con Wim Wenders. Debes ser consciente que todo el mundo lo notará. Además de eso, la escena en la que Harry canta con mariachis es muy linda porque él se siente muy humilde ante los mariachis. Es una tradición musical que siempre transmite dolor y añoranza. Harry se identificaba mucho con eso, con la sensación de tristeza por un amor perdido que hay en el mariachi.

Aparte de eso, lo que más me atraía de crear este pueblo en donde la historia ocurre es que refleja el Estados Unidos en el que crecí. Ese Estados Unidos actualmente se encuentra luchando por encontrar un alma y una dirección, porque estamos en donde estamos a costa de la contribución de todos los que habitamos aquí. Entonces tampoco podía ignorar que Estados Unidos es un lugar donde abunda la cultura mexicana. Lo mexicano lo traemos en la columna vertebral y viene desde la tierra que pisamos, así que no podía ignorar eso. Para mí era muy importante que el pueblo fuera lo más parecido a donde vivo en las afueras de Nueva York, por ponerte un ejemplo. De vez en cuando voy a misa ahí y no puedes entrar a una iglesia católica sin que haya mexicanos en ella. La cultura mexicana se ha impregnado en todo norte y centro américa. Retratar Estados Unidos sin esa mexicanidad sería simplemente ridículo. Tener la cultura mexicana ahí era una obligación personal y política. Eso también me permitió hacer que un personaje como Lucky, que luce como un vaquero, te sorprenda por el entendimiento y el conocimiento que muestra del mundo que lo rodea. Con eso rompe completamente cualquier estereotipo que la gente pueda hacer del personaje, porque además su comunidad lo abraza y lo acepta tal y como es”.