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sasha grey open windowsSe siente lejano aquel año 2007, cuando Nacho Vigalondo sorprendió con su inconfundible opera prima, Los Cronocrímenes, la cual rebosaba en ideas, creatividad y energía narrativa.  La ambición de dicho trabajo sigue presente en Open Windows (Open Windows: Persecución Virtual), pero ahora termina operando en contra de la propia cinta.

Nick Chambers (Elijah Wood) ha ganado un concurso para conocer a su actriz favorita, Jill Goddard (Sasha Grey), pero las ilusiones se vienen abajo tan pronto nuestro improbable héroe es contactado por un misterioso personaje, quien le informa que la misma Jill, en un arrebato de arrogancia, ha cancelado el encuentro. El ente, quien se hace llamar Chord, empieza a hacer cómplice a Nick en un juego perverso, no sólo espiando a la actriz, sino haciendo de él copartícipe en una serie de eventos que irán escalando, tanto en complejidad como en peligrosidad.

Nuestro renuente protagonista entra, al principio por curiosidad, luego por no quedarle de otra, a una telaraña tecnológica de chantajes, siempre acompañado de su computadora. Las cámaras de su ordenador se convierten en los ojos de la audiencia. El relato transcurre en su totalidad siendo visto por medio ventanas de cámaras web y conversaciones en linea. Es una apuesta que hace Vigalondo y tiene tanto beneficios como inevitables inconvenientes. La inmediatez de ver algo grabado por cámaras web imprime un efecto de crudeza a las imágenes, pero también puede convertirse en una distracción que momentos enfría las acciones de los personajes, en lugar de incrementar las tensiones.

Open Windows es uno de esos thrillers que sienten la imperiosa necesidad de aventar un giro tras otro. Esto eventualmente pierde su encanto y termina volviendose harto tedioso, hace que el suspenso sea reemplazado con el enfado. Los personajes son meras piezas de domino en una larga y vistosa fila, ansiosa de tumbar todas las fichas, y verlas caer una por una.

«Es que así son los thrillers», dirán algunos, y es algo que puedo entender perfectamente. Como fan de los giallos italianos del pasado, sé muy bien lo que significa enredar una trama sólo para mantener a la audiencia expectante y desorientada. Sin embargo, los excesos terminan descomponiendo la maquinaria narrativa, en lugar de aceitarla, y por momentos se siente que estamos viendo una película de YouTube glorificada.

Imagino que esto es intencional, así como un miope y alarmista mensaje sobre los fans obsesivos y el culto a las celebridades. También existe una corriente paranoica respecto a las tecnologías que nos rodean hoy en día y lo fácil que éstas pueden volverse intrusas en nuestras vidas. Si es el caso, Vigalondo simplifica demasiado el tema para poder tomarlo como un comentario social serio.

En el apartado actoral, Wood y la señorita Grey hacen un trabajo bastante satisfactorio. Ambos tienen el nivel necesario de empatía para interesarse en sus dilemas. Así, es una pena que la trama esté tan enfocada en los artilugios tecnológicos, y maquinaciones narrativas, que termina olvidando el factor humano.

El ingenio de Vigalondo no se pone en duda, es el enfoque que tomó en esta ocasión lo que carece de dirección. Los Cronocrímenes fascinaba por protagonista imperfecto y muy humano, mas allá de los saltos en el espacio y tiempo. Estas ventanas abiertas no transmiten lo mismo, bien les podría ayudar una reiniciada al equipo para ordenar mejor sus ideas.

Por Rubén Martínez Pintos

En Cartelera: Viernes 16 Octubre 2015: Cinépolis, Cinemex.