Una revuelta telefónica entre un hombre quien en apariencia lo tiene todo y una voz anónima, amenazante y omnisciente. Una venganza cuya meticulosidad se antoja imposible. Un policía cansado de la rutina que se involucra en el entramado cómo su último trabajo. Una serie de pecados que se van confesando mientras que el tiempo sigue su marcha implacablemente.
A pesar de contar con una fórmula demasiado familiar, y que eventualmente se añade un sub-texto en torno al revanchismo social en plena época de la crisis laboral española, El Desconocido resulta un efectivo y vertiginoso thriller que se apoya principalmente en buenas elecciones estilísticas del debutante Dani de la Torre (ese genial travelling por la Plaza Pontevedra para introducir a un personaje clave y de paso marcar un interesante punto de inflexión en la trama, por ejemplo), así como en la actuación de Luis Tosar; quien nos ha acostumbrado a interpretaciones de hombres temperamentales que infunden miedo, ya sea un marido golpeador o un portero vouyerista.
Tosar ofrece aquí un crisol de reacciones al encarnar a ún sujeto obligado a tomar decisiones llevadas hasta las últimas consecuencias; ello en la historia de un banquero corrupto quien se entera que su lujoso automóvil – en el que también van a bordo sus hijos – tiene una bomba que estallará si no deposita una fuerte suma de dinero.
Resulta cada vez más normal dentro del género que los directores se aventuren en crear tensión desarrollando gran parte de la acción en un espacio claustrofóbico, pero también es muy común que estos se metan en camisa de once varas y a la postre se vean rebasados por la propia premisa. Este no es el caso de El Desconocido, donde el realizador sabe planificar al interior del vehículo secuencias incómodas, exasperantes como todas aquellas en las que el protagonista únicamente acumula avatares viéndose incapaz de resolverlos (una llamada que no puede cortar bajo ningún motivo, un par de niños que entran en pánico, conductores mal encarados que le cierran el paso, detectives ineptos que lo confunden como autor de un secuestro…), a la par que los sitios más característicos de La Coruña, ciudad marítima explotada por el cine ibérico desde la década pasada, se vuelven testigos de aquel fatídico recorrido provocado por la neurosis cotidiana. Por supuesto llama la atención desde ahora qué puede llegar a hacer Dani de la Torre con un argumento más complejo.