En un futuro post apocalíptico, la humanidad intenta sobrevivir en medio de un lugar salvaje y sin leyes, en el que sólo los más fuertes o inteligentes son capaces de mantenerse con vida. Por su parte, un chico solitario deberá encontrar valor para enfrentar sus propios demonios.
Básicamente esta es la trama de Turbo Kid y aunque podría sonar a más de lo mismo, en realidad es una propuesta fresca y sumamente entretenida.
Turbo Kid es una producción independiente que entra sin ningún problema en el cine de serie B. Sus efectos visuales son sencillos, otorgándole una estética propia que recuerda mucho a viejas cintas de ciencia ficción de los setenta y ochenta; es una especie de Mad Max más divertida y sangrienta.
La historia se desarrolla en un futuro desalentador en el que la lluvia tóxica acabó con la vida y envenenó el planeta Tierra. Los alimentos y el agua están escasos, hay saqueadores que se dedican a tomar todo lo que quieren, matar no tiene consecuencias y ya no existe la gasolina o algún otro tipo de combustible, así que todos utilizan bicicletas para moverse de un lado a otro.
El protagonista es un joven solitario y temeroso que se dedica a buscar cosas para cambiarlas por otras que le ayuden a sobrevivir mejor, mientras se refugia en sus cómics y sueña con convertirse en un gran héroe. La vida de este personaje cambia con la llegada de una mujer extraña y excesivamente amigable que quiere convertirse en su mejor amiga, al mismo tiempo que una serie de situaciones le obligan a enfrentar su tortuoso pasado.
Entre litros y litros de sangre falsa, muertes ingeniosas, exageradas secuencias de peleas, persecuciones en bicicletas y escenas divertidas; Turbo Kid atrapa por completo la atención de quienes la ven. No es perfecta, pero vale la pena.