Es inevitable ver a Demián Bichir junto a Héctor Bonilla y no sentir nostalgia. En los Estudios Churubusco, 26 años después del estreno de Rojo Amanecer (Jorge Fons, 1989), ambos actores comparten pantalla nuevamente en 7:19 para contar la historia de otra tragedia nacional: el terremoto de 1985.
“Para mí es un honor tener la oportunidad de trabajar con estos dos actores. Le hicimos llegar el guión a Demián, quien al leerlo entró en contacto con nosotros, y después de hablar un poco preguntó si podía recomendar un actor para el otro personaje. Así llegamos a Bonilla, a quien de hecho,ya teníamos en mente. Inyectarle combustible a un proceso de difícil desarrollo y financiamiento, y de pronto tener a dos actores que nos ayudan a arrancar por completo hace que esto vuele, que cambie de velocidad. Uno siempre ve a estos actores como maestros”, comentó al respecto Jorge Michel Grau, director de la cinta.
El concepto es de un carácter minimalista y profundo. Un edificio del gobierno se derrumba y Bichir, quien personifica a Fernando Pellicer, un subsecretario de Estado, queda atrapado entre los escombros junto a Martín Soriano (Héctor Bonilla), el velador del edificio a punto de jubilarse.
En este escenario el reto de los histriones es grande, advirtió Grau, porque el set de filmación es apenas un conjunto de escombros, donde Bichir, Bonilla y otros personajes permanecen acostados prácticamente toda la cinta. Un espacio pequeño, de poco movimiento para nivelar a las clases sociales en medio de la catástrofe, similar al recurso utilizado por Rojo Amanecer.
“Es un reto importante pero también ha sido desgastante meterse a ese espacio. Al actuar necesito estar completamente seguro antes, porque una vez adentro no escatimo en nada. Cuando hacíamos Rojo Amanecer, que Bonilla fue quien la hizo realidad, había muchas formas de contar el ‘68 y de cómo el gobierno asesinó a sus propios jóvenes, y ese es un muy buen ejemplo de cómo funciona bien la historia desarrollada en un sólo rincón. En ese rodaje, María Rojo alguna vez dijo que el actor tiene que ser un atleta, y conforme pasaron los años te das cuenta a qué se refiere. Héctor ha sido un atleta toda su vida. Es parte del reto”, detalló Bichir.
Al respecto, Héctor Bonilla comentó que siempre es un privilegio tocar temas trascendentes, “y en este caso lo importante es que haya un discurso por parte de Michel y una forma inteligente de contarlo. Tomar el sismo del ‘85 como un símbolo para hablar de la situación del país, como metáfora más allá de lo que pasó, me parece realmente acertado.»
Grau, quien tiene “un poco de claustrofobia”, utilizó esta condición para intentar convertirla en una herramienta que los actores pudieran aprovechar. “Me gusta esa sensación de ver cómo tendría que reaccionar a un escenario similar. De pronto me someto a un pequeño encierro para tomar nota de qué estoy sintiendo, la sensación de ansiedad y asfixia para incluirlo en la historia.»
«Fue complicadísimo grabar en esas condiciones», añadió Grau. “El discurso cinematográfico depende de la posición de cámara y los valores del plano; en esta situación en particular, las opciones de puesta en cámara son muy reducidas y puedes aburrir al público si en todo momento cuentas la historia desde el mismo ángulo. Hay que darle mucho lenguaje, hacer que fluya.»
La cinta 7:19, que aún continúa en grabaciones, tiene una fecha de estreno tentativo entre marzo y septiembre del siguiente año.