Nuestros propios límites, en muchas ocasiones, están dictados por el entorno y realidad pero, ¿qué pasa si nos encontramos rodeados de excesos y violencia? ¿Qué pasa si los límites de nuestra sociedad se elevan más allá de los que nuestros propios círculos personales y familiares nos han impuesto? En un alma rebelde y de cimientos emocionales frágiles como la de María del Carmen (Paulina Dávila), el límite no existe y en su lugar, como válvula de escape, vive la música.
Trasladada a la pantalla grande por el director Carlos Moreno (El Cartel de los Sapos) e inspirada en la novela homónima del aclamado autor colombiano Andrés Caicedo, Que Viva la Música se enfoca en una joven de la alta sociedad colombiana (en la novela una adolescente) de nombre María del Carmen Huerta, quien durante la década de los setenta experimentará, con la música como única compañía y reminiscencia de alegría, la sociedad que habita desde todos sus ángulos.
Críada como una niña rica y consentida a la que le basta presentarse ante sus padres a estirar la mano para obtener el dinero que sustenta su excesivo estilo de vida, trastocado por un ambiente embriagado por drogas, alcohol, sexo y violencia, María del Carmen recorre de fiesta en fiesta las calles de Colombia – desde su lujoso vecindario hasta los bares de salsa más cutres en Cali -, mientras una voz en off reproduce textualmente el rítmico y mordaz texto original de Caicedo. Y es ahí donde recae quizá uno de los peores errores de la película que, con actuaciones efectivas y un diseño de producción y fotografía de primer nivel, venera el texto original al grado de nunca abandonarlo, salvo por los escasos diálogos eventuales, restando así dramatismo por lo explícito y literal de su guión.
Lo que en las páginas y palabras de Caicedo funge como un pincel que dibuja las imágenes en nuestra mente, aquí se convierte en un recurso que se gasta lentamente. Conforme la sordidez se apodera de la vida de María del Carmen, hace que lo que en un inicio parecía una innovadora narrativa desde lo textual, para la segunda mitad nos haga pedir a gritos más interacción entre sus personajes (algunos meros bocetos sin nada que ofrecer a la trama) y una forma menos obvia de contar la historia del descenso emocional y físico de su protagonista, conducido aquí por la música (sus inicios en la élite social son musicalizados por el rock & roll de la época, mientras su descenso nos va llevando por la salsa de Bobby Cruz y Richie Ray).
Que Viva la Música es un intento fallido pero no por ello desechable. Su factura, dirección de actores, impecable estética y el inigualable soundtrack que la acompañan dejan ver a un director con ambiciones y una visión, que bien podrían convertirla en un éxito comercial (la película a ratos parece un videoclip extendido de Shakira… y es que Dávila se parece mucho a su compatriota). Lamentablemente, la cinta tropieza en convenciones fáciles del género, dejando un resultado irregular aunque disfrutable, que con todo y su tono aleccionador contrastando con su ocasional engolosinamiento por el dramón exacerbado, funciona como una experiencia interesante y ejemplo de un cine latinoamericano en buena forma.
En Cartelera: Viernes 19 Febrero 2016: Cinemex.