“Cine popular mexicano”, un término que de sólo escucharlo, a más de uno le provoca salpullido. La ignorancia atroz y el snobismo en su estado más puro eternamente lo ha condenado al desprecio con los adjetivos más peyorativos, sembrando en el imaginario colectivo aquella falacia que este es el responsable de la destrucción de la industria.
No importa que nunca se haya visto una película populachera, sólo hay que decir que la culpa de todo la tiene el cine de ficheras (como si este género englobara la totalidad del espectro) para seguir alimentando el mito. Pero, a ver, ¿qué no tiene la filmografía de Christian González o Miguel Marte, auténticos pioneros videohomeros, respecto al trabajo de un Nicolás Pereda o una Yulene Olaizola, celebrados por la crítica y premiados en cuanto festival se paren?
Si se revisa detenidamente, saltará a la vista que no hay mucha distancia entre unos y otros trabajos. Ahí están también el minimalismo, la experimentación narrativa, la improvisación, los actores fetiche, las temáticas predilectas. Este top 10 que se interna en los terrenos del mexploitation es para seguir preguntándose, ¿qué hace que unos sean considerados autores y otros meros maquiladores apestados? Por ende, no, esta lista no es aquella definitiva que retadoramente asegura que ustedes no conocen ningún título o que imperativamente ordena que los vean; sólo se trata de una serie de recomendaciones.
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Rojo Total (Christian González, 1995)
Si Quentin Tarantino copió desvergonzadamente la premisa del clásico heroic bloodshed City on Fire (Ringo Lam, 1987) para Reservoir Dogs (1992), ¿por qué Christian González “El Rey del Videohome” no podría hacer lo propio con la estructura e iconografía de la cinta de Tarantino?
No, aquí no hay una saturación a referencias de cultura pop, ni criminales que son identificados por colores o aquella famosa escena musicalizada con “Stuck in the Middle With You”; pero sí hay un grupo de judiciales dispuestos a asaltar una oficina de seguros, un policía (Sergio Goyri) quien el día de su cumpleaños se debe de convertir en héroe involuntario, sexo, diálogos políticamente incorrectos, una golpiza que hace ver a la secuencia de la violación de Irreversible como sutil, y un Roberto Ballesteros genialmente sobreactuado. Sin duda la interacción cabulera entre Noé Murayama y Manuel “Flaco” Ibáñez como compañeros se lleva la película.
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Terror, Sexo y Brujería (Rafael Portillo, 1984)
Uno de los ejemplos más psicotrónicos y desquiciados que ha dado la acostumbrada práctica del cut & paste para embolsarse unos cuantos billetes más, tan propia del cine serie B. Y es que a algún productor se le hizo buena idea rescatar Cautivo del Más Allá (dirigida por el propio Rafael Portillo en 1968), agregándole nuevo pietaje que incluía mayores elementos de explotación y volverla a estrenar como otra película.
Pero a pesar de saber ese dato, nada lo prepara a uno para una experiencia como esta, llena de verdaderos saltos cuánticos, en la cual Ana Luisa Peluffo interpreta a la estrella de un cabaret de ambiente tropical quien hace un pacto con el diablo para que el hombre de quien está enamorada se fije en ella. Sin embargo, éste ha jurado amor a otra mujer, por lo que la bailarina lo asesina. No tardará mucho para que su fantasma y su hermano con el que comparte un gran parecido físico, busquen cobrar venganza.
Ya cuando de la nada aparece David Reynoso como un abogado que en pleno juicio habla de proyecciones astrales, así como un zombie, se sabe que ya no hay camino de regreso. Detallazo que al hacer el pacto, el personaje de Ana Luisa Peluffo pida también belleza y juventud eterna, sólo para que de inmediato se inserte una de las nuevas escenas, con la actriz totalmente envejecida. ¡Una locura!
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El Asesino de Cumbres (Miguel Marte, 2006)
Miguel Marte, “El Papá del Videohome”, es el único director del mundo en haber filmado en el insólito formato 4mm; el incansable hombre orquesta del mad mex quien en la nota roja más morbosa encontró una veta por explotar (títulos floridos incluidos), es también el responsable de la película más vendida (y pirateada) en la historia del mercado (La Mataviejitas, 2006) y un renegado que junto con Patricia Fuentes – esposa, guionista de cabecera y cómplice – ha hecho lo que ha querido.
En este caso, sólo un par de meses después que comenzara el fenómeno mediático relacionado con el homicidio en la exclusiva zona residencial regiomontana conocida como Cumbres, Marte filmó de manera oportunista, como es su costumbre, su propia versión de los hechos. Cierto, la premisa policiaca protagonizada por Eleazar García “Chelelo Jr.”, uno de sus actores fetiche, sale sobrando, no todos los actores están a la altura y la conclusión es anti climática. Sin embargo, El Asesino de Cumbres destaca por un recurso narrativo que termina siendo demasiado efectivo: la película está contada bajo la estructura clásica de Rashomon, por lo que cada nueva derivación del caso, se vuelve más impredecible y rocambolesca. Repito ¿quieren minimalismo? El tándem Marte-Fuentes sabe cómo hacerlo.
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El Diabólico (Giovanni Korporaal, 1977)
Un atípico chilli-western con ecos a Fausto en el cual un pueblo es asolado por un despiadado criminal que ha hecho un pacto satánico, y quien tras secuestrar, violar y asesinar a la hija del dueño del banco, es detenido y condenado a la horca, no sin antes heredarle un misterioso medallón a un pobre diablo del cual toda la comunidad abusa, para que lo vengue. Este hombre ninguneado, se transforma en un habilidoso y peligroso pistolero dispuesto a cobrar cuentas pendientes. En El Diabólico sobresale su violencia gráfica, la ausencia de diálogos y una estilizada puesta en escena que no le pide nada a spaghetti westerns como Django Kill… If You Live, Shoot! (Giulio Questi, 1967) o ¡Mátalo! (Cesare Canevari 1970).
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El Virus del Poder (Jorge Noble, 1988)
Sí, ya sé, ya sé, ahí están Intrépidos Punks, La Venganza de los Punks o 7 en la Mira; pero no son los únicos punks de indumentarias estrafalarias que han poblado el universo mad mex. Los de El Virus del Poder facilmente se dan un quién vive con “La Fiera” (el icónico personaje de “La Princesa Lea”) para ver quién hace mayores tropelías y provoca más caos en su camino dentro de mundos post-apocalípticos. Pero he aquí la sub-trama que las separa de esas otras películas, que involucra el brote de un extraño virus que quiere ocultar el gobierno. Motocicletas, aerobics, desnudos femeninos y hoyos fonqui. ¿Ven como no todo puede ser Intrépidos Punks?
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Tumbas Abiertas (Aurora Martínez, 2003)
Si Christian González es “El Rey del Videohome”, Aurora Martínez es indiscutiblemente “La Reina”. Directora, guionista, productora, editora, y actriz desde hace 26 años, la prolífica Martínez ha imprimido un sello personal en un mercado netamente masculino y transitado por los más variados géneros, deconstruyendo continuamente sus propias reglas. En esta ocasión, la hermana del ya citado Miguel Marte, presenta una delirante película a medio camino entre la comedia negra y el thriller policiaco, en la cual una serie de casualidades provoca que en la cajuela de un automóvil que va cambiando de dueño, se acumulen cadáveres de forma totalmente imposible. El mítico Jorge Reynoso ofrece una de sus mejores interpretaciones como un judicial cínico, despreocupado y sibarita.
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Yo soy la Ley (Damián Acosta, 1991)
Uno de los autores malditos por excelencia dentro del mexploitation dirigió este curioso western de ambiente post-apocalíptico en el cual el gran Roberto “Flaco” Guzmán, después de permanecer algunos años en prisión, regresa al pueblo que controlaba como un despreciable cacique, para vengarse de la mujer que provocó su detención. Jorge Reynoso, en otro papel memorable, es un policía que está pagando una condena por una muerte accidental y hermano de la mujer en cuestión, quien deberá fugarse antes que nuevamente no exista ninguna ley en la comunidad. Impagable ver al “Flaco” totalmente alcoholizado durante toda la cinta dando una de las actuaciones más demenciales y excesivas de la historia (vaya a saber cuántas botellas de whisky corrieron en esa filmación). También a destacar la presencia de Lorena Herrera – años luz de su faceta de reina de antros gays cutres – cuya belleza embelesó a la cámara. Por cierto, en VHS Yo soy la Ley se vendió como la cuarta parte de la célebre Siete en la Mira.
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Venganza Suicida (Julio Ruiz Llaneza, 1987)
¡Rape & vengeance estilo mad mex! Patricia Rivera como nuestra propia Christina Lindberg se somete a una cirugía plástica cambiando completamente su rostro, aprende a usar armas de fuego y defensa personal, para poder vengarse de los responsables del asesinato de su familia en plena Noche Buena, el cual atestiguó cuando era una niña. Roberto “Flaco” Guzmán es el policía encargado de detener las muertes que ha dejado detrás dicha revancha, cada vez más violenta y enloquecida. De acuerdo, la premisa no es muy original, pero ver los métodos que emplea la guapa Patricia Rivera para torturar y eliminar a los hombres que destruyeron su vida, vale mucho la pena para cualquier afecto al cine de explotación.
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Hades: Vida Después de la Muerte (Paco Del Toro, 1993)
Imaginen It’s a Wonderful Life mezclada con propaganda cristiana y elementos de cine de terror. A diferencia de sus filmes recientes que han merecido exhibición comercial, los cuales contienen algunas de las situaciones más tremendistas, melodramáticas, cursis, obvias y burdas que el cine mexicano contemporáneo ha ofrecido; los videohomes de Paco Del Toro son gozosamente estrambóticos. Raúl Araiza viajando por un infierno de colores pastel para buscar su redención después de una vida mundana, Omar Fierro dando sermones alucinantes y el elenco masculino de Cachún Cachún Ra Ra como nunca se les había visto, echando carrilla y fumando marihuana todo el día. ¡Una joyita!
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Danik: El Viajero del Tiempo (Alberto Mariscal, 1996)
Danik: El Viajero del Tiempo, dirigida por el artífice del chilli-western durante los años sesenta, es una entrega tardía de un sub-género que bien podríamos denominar ETsploitation: la película de Spielberg llevada a terrenos de la explotación descarada y esperpéntica (ya sea en Turquía, Filipinas o Alemania). Lo curioso del caso es que aquí, la historia de un extraterrestre de 4,000 años que queda varado en la Tierra y es adoptado por un arquitecto sumido en una crisis emocional, da un giro radical e imprevistamente se vuelve toda una oda a la cienciología (¿uh?). Por alguna extraña razón, este videohome que tenía como actores secundarios a Sergio Goyri, Guillermo Quintanilla y Roberto Cobo (¡sí, sí, “El Jaibo”!), gozó de cierto culto y hasta ya bien entrados en la década pasada era muy fácil toparse con bodegas que vendían, como si fuera pan, copias de la película protagonizada por el extraterrestre favorito de todos los mexicanos.