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Cartel_Caligari4Sin decir una sola palabra, y sin que nadie notara su presencia hasta que los primeros vientos del órgano monumental del Auditorio Nacional comenzaron a circular por el recinto, John Zorn y The Cabinet of Dr. Caligari (El Gabinete del Dr. Caligari) fueron una misma pieza ayer; la cual fluyó como si el filme y la música hubiesen sido realizados a la par, en una noche que bien podría enlistarse como uno de los mejores eventos cinematográficos del año.

Puntual y sin prisa alguna, el músico neoyorquino que ha deleitado a una generación de instrumentistas y melómanos amantes de la experimentación, dio paso a las notas sutiles que musicalizaron los créditos iniciales, con lo que pudimos apreciar el magnífico trabajo de restauración que ya presumía Claudia Curiel, directora del Bestia Festival (a quien por momentos se le escuchaba dar instrucciones desde la cabina).

Es increíble lo que puede hacer la tecnología en la actualidad, ya que junto al trabajo de restauración nos puso en los zapatos de un público estremecido con la cinta de Robert Wiene hace casi 100 años, aunque con mayor calidad para apreciar el trabajo tanto de escenografía (Hermann Warm) como de fotografía (Willy Hameister); este último rubro en específico perdía muchísimas cualidades, de lo cual sólo ahora nos percatamos. Las tonalidades de sepias y azules en los stills de la proyección nos hacían dudar un poco, sin embargo la fluidez de todo en conjunto fue maravillosa.

De camino a la proyección, una de mis mayores dudas era ¿para quién sería más significativa esta proyección? ¿Para aquellos que ya habían visto este pilar del cine expresionista o para quienes no? Sin duda hubo mucho para ambos, dado que de un lado tenemos al público que ya estaba en mayor o menor medida familiarizado con el filme, con lo que pudo valorar mejor el trabajo de musicalización y restauración; por otro lado, quienes no habían visto la cinta sin duda tuvieron una gran experiencia ya que podemos decir que la vieron a plenitud y con ese magnífico plus que es Zorn.

Por más increíble que parezca, era tal la simbiosis entre música y cine que ocasionalmente se nos olvidaba la presencia de Zorn, tal como demostró un asistente quien incluso preguntó si todo estaba grabado, por la sincronía entre una de las escenas finales donde una paciente del hospital psiquiátrico está tocando notas en el aire, a lo que el músico decidió poner un certero sonido. No obstante, en los momentos climáticos de la noche era inevitable bajar un poco la vista para ver al músico tender violentamente sus manos sobre el órgano, que incluso mereció la ovación de Zorn por su magnífica presencia que dio el merecido carácter de épico al filme alemán.

A pesar de algunas fallas graves para una parte del público, como los subtítulos que casi daban al techo y que algunos asistentes no alcanzaron a leer, el Bestia Festival tuvo el ingenio de reunir lo vanguardista de distintas épocas para que fueran de una sola, en una noche en la que The Cabinet of Dr. Caligari se reivindicó como la obra maestra que es entre las nuevas generaciones.