Uno de los mayores retos para los cineastas es que el público empatice con una película. Habrá directores a quienes esto no les quite el sueño y también es totalmente válido, pero ¿no se mueve algo en las entrañas de la audiencia cuando en la pantalla grandese narra algo idéntico a una experiencia propia?
En un escenario similar podemos colocar a Somos Mari Pepa, una coming of age sobre Alex (Alejandro Gallardo), un adolescente tapatío que se esfuerza para que su agrupación de punk rock, Mari Pepa, logre ganar una batalla de bandas. Sin embargo, sus compañeros y él comienzan a enfrentar los problemas propios de la adolescencia, como la búsqueda de empleo y la primera experiencia sexual, e incluso de la adultez en temas del núcleo familiar, con lo cual comienza una dolorosa dispersión.
Este fue un ejercicio prácticamente autobiográfico para el director Samuel Kishi, que durante un mes filmó en la colonia Colinas de Atemajac, en Guadalajara, con no-actores locales que por la familiaridad con el entorno e incluso con los otros protagonistas, personifican un concepto muy endémico de la adolescencia. Por ende se percibe genuina, sin ataduras del lenguaje ni eufemismos, logro que sin duda varios directores envidiarían.
Los “no-actores” en realidad son un grupo de amigos interactuando frente a cámaras. Kishi confesó que a cada actor se le dio una cámara de bolsillo para que grabaran “un día normal en sus vidas”, fragmentos que fueron incluidos en el filme y que funcionan de maravilla.
No obstante, la carga dramática también está presente, de un modo crudo y natural que ayuda a hacer más universal el mensaje del filme. Esto puede comprobarse con varios de los puntos más sólidos del primer largometraje del director, en primera instancia en la relación de Alex con su abuela, así como los problemas de desempleo abordados magníficamente con ejemplos de fraudes piramidales a los que acuden varias personas en medio de la desesperación.
No les mentiremos diciendo que Somos Mari Pepa es la cinta mexicana del año (bueno, del 2013), pero esa tampoco es su pretensión. Sin embargo, su carácter sumamente divertido e indie-casero logra tocar una gran cantidad de fibras en un segmento del público, quizá muy específico, pero que logra empatizar con los distintos perfiles de este grupo de adolescentes cuya mayor preocupación parece ser ver los atardeceres deseando jamás crecer.
En Cartelera: Viernes 11 Diciembre 2015: Cineteca Nacional.