Jezabel, de acuerdo a los pasajes bíblicos, fue la reina de Israel quien se distinguió por la idolatría a dioses paganos lejos de las costumbres hebreas. Jezabel fue una mujer perversa que murió conforme a las profecías del elegido Elías. Este nombre propio ahora es el título de una película de terror que llega a la cartelera cinematográfica, una de esas producciones americanas realizadas con exiguos recursos de producción que cimentan su efectividad en una puesta en escena cargada de falso suspenso explotando la usual temática de lo sobrenatural.
Como sucede en la mayoría de este tipo de cintas, el elenco está integrando por un grupo de histriones prácticamente desconocidos (aunque aquí hacemos la excepción con la siempre bienvenida presencia de la mexicana Ana De La Reguera), sin embargo podemos aludir que la protagonista de esta historia de fantasmas, Sarah Snook, posee un futuro cinematográfico promisorio, siempre y cuando encuentre material más interesante a interpretar que el que le provee esta película.
El prólogo del relato sugiere a la joven Jezabel (Snook) como víctima de un terrible accidente automovilístico en donde muere su novio y pierde al bebé que esperan. Jezabel tiene que retornar a casa de su padre, situada cerca de una plantación sureña, con la finalidad de recuperarse de los golpes físcos recibidos en el percance. Otro elemento recurrente aparece en escena: un cassette VHS con mensajes de la difunta madre de Jessie (fallecida años atrás debido a un tumor maligno), quien aparentemente dejó una serie de avisos grabados a la protagonista en donde realiza una risoria lectura del tarot y la previene de presencias sobrehumanas que habitan en la modesta casa del padre de Jessie.
Jezabel podría entenderse como un austero thriller gótico que economiza en sus carentes recursos. Reconocemos que la cinta posee un par de secuencias efectivas en donde se busca sobresaltar al público pero en conjunto, la película no funciona en lo más mínimo. La dirección de Kevin Greutert sugiere una apuesta de lo más sosa dejando la responsabilidad entera en la protagonista quien prácticamente tiene que cargar con la efectividad de la trama sobre su espalda.
Snook nos regala una caracterización digna de admirar si se toma en cuenta lo insustancial del guión, el cual explota suficientes lugares comunes de una película de terror situada en el espeso sur de los Estados Unidos (magia negra, animales asesinados, afroamericanas videntes, etc).
Curiosamente la historia es más efectiva cuando la protagonista se encuentra sola en casa enfrentándose a los espectros que la vigilan pero aquí viene la misma interrogante que nos hacemos cuando vemos una situación así de absurda: ¿Por qué la heroína insiste en habitar una casa cuando sabe que está completamente conjurada? Nos da la impresión que Jezabel funciona mejor como película transmitida por televisión, de esas funciones que se desempeñan como pretexto para pasar el tiempo mientras esperamos otro evento mucho más significativo.