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cinema movil mañana psicotropica 1Un grupo de adolescentes acostumbrado a vivir lo efímero, por medio de drogas variopintas, fiestas y música electrónica. Un viaje hacia la playa que se va aplazando indefinidamente. Un intento fallido de suicidio que da paso a un fin de semana iniciático. Este es el retrato generacional que propone con fidelidad el cineasta regiomontano Alexandro Aldrete en su segundo filme Mañana Psicotrópica, conformado por cinco viñetas en las cuales amistad y ocio se van entrelazando.

A propósito de haber formado parte de la programación del festival Distrital, charlamos en las instalaciones del Cine Tonalá con el realizador sobre drogas, la moda de los no-actores y el uso de música en las películas.

Cinema Móvil: Tomando en cuenta que existe un cambio radical respecto a dirigir una comedia irreverente y de mal gusto como Oliendo a Perro o involucrarse en la producción de un road movie como Cumbres, ¿cuál es el origen de Mañana Psicotrópica?

Alexandro Aldrete: “Siempre he pensado que Oliendo a Perro es una película de ansiedad sexual, de confusión, de pesadilla, los personajes nunca llegan a nada, no hay un momento donde ellos descubran algo. Mañana Psicotrópica en cambio es un despertar, y por lo tanto la idea siempre fue irse hacia el otro lado tanto de forma como de fondo. Si ya había hecho una película con cámara en mano todo el tiempo, y montaje punk, agresivo, ahora quería hacer algo donde todo estuviera mucho más controlado, con encuadres perfectos, una mejor relación con la luz, algo más estilizado, también por el hecho que íbamos a hablar de drogas, entonces pensamos en función de colores y que estos jugaran un rol.

En algún momento manejamos la idea de filmar en Betacam, hicimos pruebas y la imagen era gris y la textura era deprimente. Pensaba que si ponía a gente drogándose con esos colores iba a ser un bajón, no iba a haber manera de que el sentido de disfrute que en teoría tiene la película se transmitiera bien, lo primero que ibas a ver era una imagen vieja y maltratada.»

Tengo entendido que tu elenco lo encontraste de forma fortuita por medio de las redes sociales. Pero dentro del proceso ¿qué características buscabas realmente?

“Hice casting en Querétaro una sola vez y ¡fue un puto desastre, un mal viaje! Fueron diez personas de las cuales nadie me funcionó, tan mal estuvo que yo pensé que ya no iba a hacer la película. Yo hice parte del casting de Cumbres entonces yo tenía mucha energía, estaba con la inercia de estar buscando gente, y me di cuenta rápidamente que no iba a funcionar. Después de eso, en una fiesta en Monterrey, un amigo a quien mi novia le había contado lo del casting, me dijo «Yo viví en Querétaro y conozco a una chica que está perfecta» y me pasó el contacto de Sophie Latrouche, que es la chica de los tatuajes. La agregué en Facebook, comenzamos a platicar y de inmediato, a los dos minutos dijo que sí, vaya, una ridiculez. Le mandé el guión me dijo que sí a los dos días y entre los dos empezamos a buscar a la banda que iba a aparecer en la película, hasta que me dice «Métete a mi Facebook, ahí tengo fotos.» Yo veía fotos y fotos de desmadre y siempre eran las mismas personas las que aparecían y resultaba que todos eran compas y que se veían todos los días. Los empecé a contactar, hablé con ellos, me di cuenta que podía funcionar. Seis meses después fui a Querétaro a confirmarlo, para hacerles una prueba y… ¡fue demasiado perfecto! De verdad, no había algo que no me gustara de alguno. A partir de ahí, todo comenzó a fluir.

Recuerdo que les escribí a los productores, les dije «Ya los encontré, pero no voy a poder filmar en un mes como ustedes quieren porque estos vatos no saben hacer nada más que agarrar la fiesta, no saben trabajar, son irresponsables, no llegan a las juntas, finalmente son morros de diecinueve, veinte años, entonces deben de aprender la disciplina del rodaje, voy a necesitar tiempo.» Y me tomó un año, ir a Querétaro, cotorrear con ellos, conocerlos, mostrarles el guión, hacerme su compa, porque era la única manera de involucrarlos al cien por ciento. Y sirvió porque ya entrado el rodaje, dentro de su locura, ya entendían que había que respetar los horarios, que tenían que ensayar.

Ninguno de ellos hasta donde sé tenía experiencia, pero creo que lo hacen mejor que cualquier actor profesional. Yo he hecho muchos castings y una de mis quejas con los actores mexicanos es que sobreactúan un chingo. Si vieran los castings que hice para Mañana Psicotrópica son horribles, con gente a la que le dabas un churro y lo agarraba fingido, como si estuviera haciendo algo malévolo, había una problema ahí desde el inicio. Les decía ‘¡No están haciendo algo malo, ese es el punto de la película, que se la están pasando bien, carajo!’, pero los actores en su búsqueda del pathos no lograban relajarse. Entonces tuve que ir con estos güeyes que eran naturales, cuya mentalidad era afín con la mía, en ese sentido entendieron muy bien la película y no tenía que explicar mucho.»

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De algún modo con ello evidencias lo viciado que se encuentra la mayoría del ambiente actoral en México.

“Yo tengo muchos problemas con el estilo y el método de los actores del cine mexicano, tanto los profesionales como los llamados no-actores. Esta moda de los no actores usa mucho a Robert Bresson como referencia pero yo creo que quienes la emplean están un poco desubicados en esa comparación porque Bresson lograba ciertas cosas y en muchas de estas películas siento que sólo está el intento. Me molesta cuando comienza la película y veo que aparece un no actor y que nadie se esforzó minimamente para que dijera una línea de cierta manera, ya desde ahí pienso «¡Puta, otra de estas pinches madres!» Y al revés, cuando empieza una película de narrativa convencional donde salen actores conocidos y noto que no hay un esfuerzo por tener un acento, un modismo, algo particular de donde está ocurriendo la historia. Porque por ejemplo en el cine norteamericano que es muy criticado acá, pero ahí lo tienen muy dominado, si la película se desarrolla en Texas, los güeyes hablan con el acento, vaya, nosotros como mexicanos sabemos como hablan por barrios en New York sólo por el cine, aquí eso no existe. El acartonamiento es una herencia que se tiene del cine de la Época de Oro y de la televisión.

Hay una anécdota acerca de Luis Buñuel que cuento porque me divierte: cuando hizo El Ángel Exterminador y la estrenó en el Festival de New York en donde le fue muy bien, él dijo «Que bueno que el público no entiende español porque si supiera cómo hablan realmente no nos hubieran dado nada.» Él estaba avergonzado de las actuaciones, no podía comprender que los actores no tuvieran otro registro al que tenían en todas las películas y el teatro. Lo que a mí me gustaba de estos güeyes en Mañana Psicotrópica era que el carisma y la personalidad les permitía manejar todos los registros que les pedía el guión, si se enojaban o sí se reían, todo era genuino. Fue una bendición.»

Uno de los aspectos que hacen distintiva a Mañana Psicotrópica es el discurso honesto en torno al uso de drogas, el cual nunca termina siendo ni regañón ni moralista. ¿De dónde surge el interés de hablar del tema?

“Una de las cosas que pasan las drogas es que aprendes a disfrutar el momento. Entonces el personaje principal va tomando una suerte de conciencia de que las cosas suceden y ya, te la puedes pasar mal, pero también te la puedes pasar bien. Yo quería que la espina dorsal de la película fuera la idea de que los psicotrópicos de alguna manera también te llevan a apreciar. Siento que esto no se ha explorado tanto en el cine, cualquiera lo sabe, si te has metido hongos, tachas o algo sabes que existe ese momento particular, pero en las películas se retrata banalizando la experiencia cuando en realidad para quien la tiene es muy profunda. Así que el reto era ver cómo resolver cinematográficamente que la idea se entendiera sin que se tuviera que decir explícitamente.»

Si exceptuamos que uno de los chicos está siendo extorsionado por la policía, el clima social les pasa de lado a los personajes, quienes se encuentran en su propia realidad. ¿Esta decisión se toma a partir del mismo trabajo con los actores?

“El momento en el que escribí el guión fue cuando comenzó la guerra contra el narcotráfico en Monterrey, entonces yo estaba harto de escuchar acerca de la violencia y de andar paranoico por la calle, esperando que no me fueran a robar el carro, estaba muy culero, uno se sentía acorralado. Mi experiencia con las drogas es muy benévola y yo quería mostrar esa parte y para hacerlo no consideré el ahondar en la situación social, porque cuando estás morro eso te vale madre. Mi experiencia fue tan buena que lo único negativo que yo recuerdo es que me hayan querido bajar una lana, el peligro no es la droga, sino lo que viene de fuera. En entrevistas anteriores me llegaron a preguntar si la idea era mostrar que la policía extorsiona jóvenes, no, esa no es una noticia, todo mundo sabe que si aparece la policía es para chingarte. Hay una dinámica en la película en la que parece que va a ocurrir algo y no ocurre, trate que esta amenaza siempre estuviera presente. Ese es otro problema que si no hay conflicto no hay narrativa, entonces era un reto el no tener conflicto como tal.»

Igualmente prescindes de cualquier referencia al clasismo a diferencia de cintas como Los Muertos o Los Herederos compañeras generacionales de Mañana Psicotrópica. Uno sólo intuye por las fiestas a las que asisten, por cómo se visten, de dónde provienen los personajes…

“No es relevante, en la película las amistades se forman a partir de las drogas. Pero sí hicimos el experimento para fines de actuación de que cada quien tuviera una historia previa, lo escribieron, lo leímos, cada uno tenía muy claro quién era ese güey, de dónde venía y por qué estaba ahí. No todos son de la clase media, había muchos matices, eso servía para que ellos supieran como comportarse en determinadas situaciones. Entonces más bien fue eso, trabajarlo desde fuera para que después ya estuviera ahí sin que necesariamente nosotros lo demostráramos. Yo pongo un ejemplo que me funciona que es Colateral de Michael Mann, donde el background del taxista y el sicario eran mucho más ricos de lo que nosotros vemos.»

Uno de los leit motiv de la película es la música la cual llega a servir como narrador alternativo. ¿Cómo se va construyendo un soundtrack que lo mismo tiene a Bach que a Bufi o The Wookies?

“A mí me gusta que haya música en las películas, sé que hay una corriente de críticos y cineastas que dicen que es fatal, un pecado, que si usas música es porque no sabes cómo resolver la escena, puras mamadas. Me gustan Stanley Kubrick, Martin Scorsese o Paul Thomas Anderson quienes saben usar música en las películas, entonces para mí es muy natural hacerlo. Para Mañana Psicotrópica, Sicario y Electrique Music se involucraron unos seis meses antes del rodaje y me regalaron su catálogo para que usara lo que quisiera. El problema fue que después tenía tanta música que ya no sabía dónde incluirla”.

Antes que se involucrarán ambas disqueras, ¿tenías alguna otra curaduría musical en mente? ¿Seguía la misma estructura?

“Tenía pensado que fuera totalmente de música clásica y no sabía en dónde me estaba metiendo. Juan Ferré (uno de los productores) y yo nos dimos cuenta que es un mega pedo, o sea es una leyenda aquello de que si encuentras música clásica es muy fácil obtener los derechos, porque una misma pieza puede tener demasiadas interpretaciones, algunas más rápidas, otras más lentas. Y como eran piezas que yo sacaba de You Tube, había que estar rastreando por mucho tiempo porque You Tube puede decir cualquier cosa y no te enteras que la información está incorrecta. Una de las razones por las que la película tardó tanto en terminarse es que yo me aferré en que no cambiáramos las piezas clásicas, tenían que ser las versiones que yo había escogido, costara lo que costara.»