Hay películas que han marcado un antes y un después en el popular subgénero cinematográfico de superhéroes, y en unos años Deadpool será considerada como una de esas. De la misma forma en la que X-Men (2000), The Dark Knight (2008) y The Avengers (2012) representaron un parteaguas en su momento, hablando específicamente de adaptaciones cinematográficas de cómics, esta nueva producción le aporta algo más a lo hecho anteriormente, presentando una adaptación arriesgada y fiel de un peculiar personaje salido de las historietas.
Deadpool es un antihéroe de Marvel Comics creado por el artista Rob Liefeld y el escritor Fabian Nicieza, debutó en New Mutants #98 (1991), posee un factor curativo que lo hace prácticamente indestructible, adquirió sus habilidades gracias al programa “Weapon X” (al igual que Wolverine), es sumamente violento y mentalmente inestable, suele hacer varias referencias a la cultura popular y se caracteriza por romper la cuarta pared al hablarle directamente a quienes están leyendo sus cómics.
El primer intento por llevar el personaje al cine – también conocido como «Merc with a Mouth» (“Mercenario Bocón”) – se dio en X-Men Origins: Wolverine (2009), lo cual fue un fracaso y molestó a muchos fans. Ryan Reynolds se aferró durante años para crear la película que Deadpool se merecía, pero Fox canceló el proyecto; después se filtró en Internet un video de prueba para convencer al estudio de seguir adelante y esto generó una respuesta positiva, logrando que se aprobara su realización.
Esta cinta es una efectiva combinación de acción y comedia que podría definirse como la historia de un tipo rudo, sarcástico y bien entrenado en combate que conoce a su pareja ideal, tiene una bonita relación con ella, es diagnosticado con cáncer y se ofrece como voluntario para un programa experimental clandestino gracias al cual adquiere habilidades extraordinarias y la apariencia física de un testículo con dientes.
El inesperado giro en la vida de Wade Wilson hace que nazca en él un enorme deseo de venganza, así que busca un traje y un nombre que sean más adecuados para su objetivo. Deadpool se dedica a cazar criminales y lo hace por una razón egoísta sin importarle las consecuencias de sus acciones, él mismo reconoce que no es un héroe y convertirse en uno no es algo que le preocupe.
Desde los créditos iniciales queda claro lo que uno está a punto de ver: el tono de comedia irreverente y violencia explícita. También es una historia de origen algo larga, en la que por momentos hay más Wade Wilson que Deadpoool; sin embargo, esto no afecta mucho al resultado.
Las bromas sobre sexo, enfermedades y discapacidades, figuras conocidas de la cultura popular y las situaciones de la vida cotidiana se convierten en una constante, mientras el antihéroe aprovecha las oportunidades que se le presentan para romper la cuarta pared (como lo hace en sus cómics).
La comedia es mordaz e inteligente, son pocas las veces en las que se va por lo fácil. Los otros aspectos que la producción tiene a su favor son la excelente dirección de Tim Miller, la actuación de Reynolds – quien termina haciendo suyo al personaje y por fin se reivindica con el cine de superhéroes -, secuencias de acción que cumplen con las expectativas y personajes secundarios atractivos.
Pero no todo es bueno en esta cinta, pues falla al abusar por momentos del CGI y al presentar un par de villanos/antagonistas planos; ninguno de los dos logra aportar algo y aparecen sólo para que Deadpool se enfrente a alguien.
Aún así, Deadpool vale la pena, es entretenida y pondrá de buen humor a los fans del personaje, así como a quienes no lo sean. Lo único que queda por decir es… ¡vamos por las malditas chimichangas!